Jaime Spengler, OFM: «En América Latina existen preocupantes polarizaciones» - Alfa y Omega

Jaime Spengler, OFM: «En América Latina existen preocupantes polarizaciones»

Para promover la escucha y la comunión, como se está pidiendo en el proceso sinodal, «no basta con crear instituciones», advierte el nuevo presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM). Se está preparando para visitar cada país de la región

María Martínez López
En la Plenaria de los obispos de Brasil. Foto: CNBB Sul 3 / Victória Holzbach.

La Asamblea General del CELAM ha hecho balance de los últimos cuatro años. ¿Qué ha aportado la Iglesia ante los desafíos de América Latina?
La tragedia de la COVID-19 causó sufrimiento y dolor, además de cobrarse muchas vidas. Se debe destacar la corriente de solidaridad que se fue creando. Nuestros pueblos, aun sufriendo las consecuencias de un sistema injusto que alimenta la desigualdad, son capaces de gestos extraordinarios. Por otro lado, existen expresiones de radicalismo y fundamentalismo que producen preocupantes polarizaciones.

¿Continúa en Brasil, su país, la tensión social que acompañó las elecciones de 2022 y el traspaso de poder?
La polarización viene de lejos, no empezó con el último Gobierno. Ha traído división a las familias y a las comunidades. Corresponde a la sociedad promover caminos de reconciliación. En este proceso, las comunidades de fe cobran particular importancia. La Iglesia se propone abrir espacios de reconciliación. Por ejemplo, en 2024 la Campaña de Fraternidad de Cuaresma tendrá como tema Fraternidad y amistad social.

¿Qué balance hace de los primeros meses de mandato de Lula da Silva?
El nuevo Gobierno está puesto, pero no compuesto. Le queda aún camino para demostrar a qué ha venido. Brasil carece de un proyecto de nación, solo hay planes de gobierno. Cada Ejecutivo se presenta como el que va a comenzar un nuevo proceso para solucionar las necesidades, porque lo del anterior no tenía valor. Un ejemplo son las innumerables obras que quedan sin acabar. ¡No faltan ahí auténticos escándalos, marcados por la corrupción! Y quien paga la factura es la población más pobre.

En los últimos años, en concreto en 2021, se celebró también la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe.
La Iglesia en América Latina y el Caribe está marcada por una amplia experiencia de participación. El camino de escucha para esa asamblea fue de gran ayuda para el proceso sinodal. Permitió agudizar la comprensión de la comunidad, el sentido de pertenencia y corresponsabilidad, la importancia de los consejos parroquiales, diocesanos, regionales y nacionales; además de rescatar la dimensión misionera de la Iglesia. Sus resultados, junto con la síntesis continental del Sínodo, señalan la necesidad de proximidad y de escucha, de forma que la evangelización responda a las necesidades presentes, con el lenguaje y los métodos adecuados, sin olvidar el ardor en el anuncio. La máxima prioridad es entender esa sinodalidad como modo de ser y actuar de la Iglesia.

El CELAM está inmerso en un proceso de renovación. ¿Se han notado ya cambios en este último encuentro?
La nueva estructura busca más agilidad en el servicio a las conferencias episcopales. Es demasiado pronto aún, pero la primera impresión es positiva.

Hablando de servicio a las conferencias episcopales, le pidieron que visite cada país. ¿Tiene hechas las maletas?
Esta propuesta es expresión del deseo de los obispos locales de ser escuchados. No faltan desafíos de todo tipo, ni situaciones en las que se sienten solos y a veces incluso aislados. Ser escuchados puede contribuir a abrir nuevos horizontes, a promover la distensión y a fomentar el afecto episcopal, la comunión, la fraternidad y las nuevas amistades.

Bio

El franciscano Jaime Spengler (Santa Catalina, Brasil, 1960) llegó a Porto Alegre como obispo auxiliar en 2010 y desde 2013 es su arzobispo. Pero, en menos de un mes, su carga de trabajo se ha multiplicado. El 24 de abril de 2023 fue elegido presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB por sus siglas en portugués). Esto le llevó a participar en la Asamblea General del CELAM, en la que también fue elegido
presidente.

¿Cómo lo compatibilizará con su labor como presidente del episcopado brasileño y su propia diócesis?
Organizar agendas siempre es un desafío. Sin embargo, como hombres de Iglesia no nos pertenecemos. Cuando decidí abrazar esta vida, me prometí ante el Señor que nunca diría que no a lo que se me pidiera. La colaboración de los laicos, del clero y de los obispos auxiliares de Porto Alegre es de suma importancia para esta misión, en una diócesis con casi cuatro millones de habitantes.

Tanto la fase continental del Sínodo como el encuentro del CELAM hicieron hincapié en dialogar por regiones. ¿Por qué este nivel intermedio?
El Cono Sur es distinto al Caribe y la región amazónica a la pampa. La regionalización ayuda a promover la comunión e iniciativas pastorales. La vida cotidiana de la Iglesia se desarrolla en comunidades con sus tradiciones, lengua, poblaciones originarias. A partir de esta rica realidad, las instancias de participación pueden favorecer el intercambio de experiencias. Todos tienen algo que aprender de los demás. Articular estas estructuras —parroquias, diócesis, conferencias episcopales, Conferencia Eclesial para la Amazonia, CELAM— es un gran desafío. No basta con crear instituciones ni con permanecer apegados a prácticas que tal vez ya no correspondan al presente. Es urgente acompañarlas de una toma de conciencia y de itinerarios formativos que ayuden al discernimiento y a la comunión.

También la Iglesia en Europa ha planteado convocar su propia asamblea eclesial. ¿Puede el ejemplo de América Latina ayudar a otros continentes?
Las experiencias de unos ciertamente pueden ayudar a otros a avanzar, quizás con mayor velocidad. La realidad en Europa es diferente. Me atrevería a decir que tiene una manera de promover la evangelización muy bien estructurada, expresión de dos milenios de historia. Además, en algunos países hay buen apoyo financiero. El continente latinoamericano, en cambio, marcado por una vergonzosa desigualdad en sus 500 años de historia, tiene una organización pastoral caracterizada por un vivo espíritu de participación y por la falta de recursos. Sin embargo, el Evangelio es siempre el mismo. Cada región está invitada, a partir de él, a encontrar caminos para la evangelización.