¿Irías a un funeral por una persona sin hogar? - Alfa y Omega

¿Irías a un funeral por una persona sin hogar?

La parroquia de Santa María de la Mayor de Pontevedra despide en una sentida celebración a Ricardo, una persona sin hogar habitual del templo. «No podemos dejar que una persona muera y desaparezca en el anonimato», dice el párroco

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Una mochila y unas maletas adornan el altar en el funeral por Ricardo. Foto: Parroquia Santa María la Mayor de Pontevedra.

200 personas se reunieron este lunes en la parroquia de Santa María de la Mayor de Pontevedra para despedir a uno de sus fieles: Ricardo Lopes, un portugués que ha vivido los últimos años de su vida entre la calle y los albergues para personas sin hogar de la ciudad gallega. Parroquianos, voluntarios de Cáritas y buena parte de sus amigos de la calle quisieron despedir a una persona que en los últimos años se había hecho habitual en las calles y plazas de Pontevedra. Cerca del altar, se colocaron una mochila y unas maletas, para recordar la vida errante de estas personas.

«Ricardo era una persona de origen portugués que hacía tiempo que había pedido el contacto con su familia», cuenta Javier Porro, uno de los dos párrocos in solidum de Santa María la Mayor. «En la parroquia le conocimos hace dos años gracias a nuestro proyecto Tiende tu mano, por el que algunos voluntarios de Cáritas salen los domingos por la tarde a llevar un bocadillo a las personas sin hogar y, sobre todo, a ofrecer amistad, porque la falta de cariño es uno de los problemas principales de estas personas que viven en la calle».

A partir de ahí surgió una relación con la gente de la parroquia, y Ricardo comenzó a participar en otro proyecto, Meu Lar, una quedada los martes por la mañana en el local parroquial para tomar un café, dar clases, jugar a las cartas… «Es un punto de encuentro abierto a todo el mundo, de la calle o no. Viene algún inmigrante, mayores… Ricardo venía por aquí también, y cuando teníamos alguna otra actividad como salir al cine o tener una cena por Nochebuena también se apuntaba», dice Porro.

El párroco destaca de Ricardo que era una persona «de profunda fe, muy educado y capaz de generar mucha amistad alrededor».

Por eso, su muerte repentina ha golpeado a la comunidad parroquial. Y no solamente: Ricardo era tan conocido en el barrio que un club de esgrima —en cuyos soportales solía pasar algunas noches— mandó flores a la parroquia tras conocer su fallecimiento.

Esas flores acompañaron la celebración de este lunes, que no es la primera que ofrece la parroquia por una persona sin hogar, pues ya ha acogido otras en años anteriores.

«Cualquier persona, sea la que sea su situación —asegura Javier Porro—, tiene la misma dignidad delante de Dios. No podemos dejar que una persona muera y desaparezca así como así, en el anonimato. Es una obra de misericordia, queremos dar a estas personas un funeral digno y rezar por él».