Irán ejecutó a 853 prisioneros en 2023, el número más alto desde 2015
Según Amnistía Internacional, «las autoridades han instrumentalizado la pena de muerte en un intento de sembrar el miedo»
Las prisiones iraníes fueron en 2023 el oscuro escenario en que tuvieron lugar un mínimo de 853 ejecuciones. Es la principal denuncia de Don’t let them kill us: Iran’s relentless execution crisis since 2022 uprising (No dejemos que nos maten: la implacable crisis de ejecuciones en Irán desde el levantamiento de 2022), un nuevo informe de Amnistía Internacional publicado este jueves, 4 de abril.
Este movimiento global por los derechos humanos señala que, a raíz de la sublevación conocida como Mujer, Vida y Libertad ocurrida entre septiembre y diciembre de 2022, el régimen ha intensificado la aplicación de la pena de muerte como mecanismo para infundir miedo entre la población y afianzarse en el poder. Una estrategia que ha impactado especialmente a las comunidades más empobrecidas y golpeadas por la droga, pues al menos 481 ejecuciones de las registradas el año pasado están vinculadas a la guerra sucia contra el narcotráfico.
El número de ajusticiados en Irán durante 2023 es el más alto desde 2015 y supone un 48 % más que los casos contabilizados en 2022 y un 172 % mayor a los registrados en 2021. En lo que llevamos de 2024, esta dinámica prosigue con un mínimo de 95 ejecuciones reconocidas antes del 20 de marzo.
«La pena de muerte es abominable en toda circunstancia, pero aplicarla a escala masiva por delitos de drogas tras juicios manifiestamente injustos ante tribunales revolucionarios es un abuso de poder grotesco», ha declarado en un comunicado Diana Eltahawy, directora regional adjunta para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional. A su juicio, «las mortíferas políticas antidroga de la república islámica contribuyen a reforzar un círculo de pobreza e injusticia sistémica y exacerban la discriminación contra las comunidades marginadas».
Asimismo, Eltahawy ha condenado las ejecuciones a manifestantes y disidentes por cargos tales como «insultar al profeta», «apostasía» y otros especialmente ambiguos como «enemistad con Dios» o «corrupción en la tierra». «Las autoridades han instrumentalizado la pena de muerte en un intento de sembrar el miedo entre la población y reprimir la disidencia», ha diagnosticado la directora regional. Finalmente ha advertido de que, «a falta de una respuesta global contundente, las autoridades iraníes no tendrán inconveniente en ejecutar con total impunidad a miles de personas más en los años venideros».