Indignación en la India por el «homicidio institucional» del padre Swamy
«Un coro de voces pide abolir o reformar las leyes de las que el Estado abusa para encarcelar» a activistas y disidentes, afirma a Alfa y Omega el director del Instituto Social de la India
Las reacciones en la India y en todo el mundo a la muerte este lunes del jesuita indio y activista por los derechos de los indígenas Stan Swamy están siendo «abrumadoras». Así las ha descrito para Alfa y Omega el también jesuita Denzil Fernandes, director del Instituto Social de la India. «Jueces retirados, abogados, académicos, organizaciones de la sociedad civil, políticos y los medios se han referido a su muerte como “homicidio institucional”», subraya.
A sus 84 años, el jesuita fue acusado de vínculos con grupos terroristas maoístas y permaneció durante siete meses en prisión, a pesar de sufrir párkinson y otras dolencias. Incluso cuando contrajo coronavirus, pasaron varios días hasta que por orden del juez fue trasladado a un hospital el 19 de mayo. Allí permaneció ingresado hasta su muerte.
En un acto de homenaje virtual celebrado el lunes, su abogado, Mihir Desai, recordó que ya en 2018 las autoridades intentaron incriminarlo en otro caso. Por fin, en octubre pasado lo implicaron en la convocatoria de un acto de reivindicación a favor de los dalit o intocables que derivó, el 1 de enero de 2018, en altercados violentos. El padre Swamy ni siquiera estaba donde se produjeron los hechos. «No es que la Agencia Nacional de Inteligencia cometiera un error. Es un caso de detención inadecuada, maliciosa y deliberada», subrayó el letrado.
«Corrientes totalitarias»
Numerosas organizaciones de derechos humanos de la India han denunciado lo ocurrido. También instituciones internacionales como la Unión Europea y la ONU. Mary Lawlor, relatora especial de la ONU para los defensores de los derechos humanos, calificó la noticia de su fallecimiento de «devastadora» e «inexcusable». También el representante especial de la UE para los Derechos Humanos, Eamon Gilmore, lamentó su pérdida y recordó que «la Unión Europea ha estado abordando este caso repetidamente ante las autoridades» indias.
«Hay además», añade Fernandes, «un coro resonante de voces que piden abolir o reformar las leyes draconianas de las que el Estado abusa para encarcelar a gente que expresa su discrepancia». Madan Lokur, exmagistrado del Tribunal Supremo de la India, relató el lunes cómo «desde hace dos años estoy siendo testigo de la pulverización de los derechos humanos» en el país. «Solo porque alguien exprese» el amor a su patria «de forma diferente no significa que sea un terrorista». También el editor del periódico The Hindu, Narasimhan Ram, aludió a «las corrientes totalitarias que han estado ganando terreno los últimos años», con numerosas «injusticias y rupturas del estado de derecho» por parte de un régimen autoritario.
Mantener viva su memoria
En un tono más optimista, otros participantes subrayaron que el encarcelamiento injusto de Swamy había permitido dar a conocer su labor mucho más que en las décadas anteriores, y mostraron su esperanza de que su testimonio diera mucho fruto. Su muerte, asegura Fernandes a Alfa y Omega, «ha incitado a la sociedad civil y a las organizaciones de derechos humanos a mantener viva su memoria con medidas proactivas para proteger los derechos» de los miles de activistas, muchos de ellos activistas indígenas o de castas bajas, que languidecen durante años en las cárceles sin ser llevados a juicio.
Los jesuitas, aclara el director del Instituto Social de la India, no van a tomar medidas contra el Gobierno por la muerte de Swamy. Pero «abogados y la sociedad civil podrían usar su caso» para intentar acabar con los apartados injustos de las leyes antiterroristas. «Nosotros seguiremos trabajando por la dignidad y el empoderamiento de los indígenas y otras comunidades marginadas».
Tras las huellas del Buen Pastor
El funeral por el eterno descanso del padre Swamy tuvo lugar el martes a mediodía, hora local, en la parroquia de San Pedro de Bombay. El superior de los jesuitas en la India, Stanislaus D’Souza, lo comparó con el «buen pastor» que «conoce», «protege», alimenta y «se sacrifica por» sus ovejas. En su caso, los más desposeídos. Todo ello lo hizo «siguiendo las huellas de su Maestro».
Estando ya al lado del Señor, «ahora será más poderoso de lo que lo ha sido nunca», destacó. Por todo ello, a pesar de su «muerte inmerecida, prematura e injusta, debemos celebrar su vida, dedicada a los últimos, los más pequeños y los perdidos».
También tomó la palabra el padre Frazer Mascarenhas, que había sido alumno suyo y que lo acompañó espiritualmente durante su último mes de vida. Destacó cómo «valoraba su sacerdocio», y el anhelo con que esperaba la Eucaristía cada día. Por otro lado, describió cómo en su labor aunó «trabajo intelectual y acción. Es la razón por la que fue eficiente» y se convirtió en una amenaza para los poderosos. «Por eso tenía que ser eliminado».