Incrementum, de Georges Pèrec. Una risa inteligente y lúcida en forma de cuento - Alfa y Omega

Está claro que Sergio Peris-Mencheta está de enhorabuena. El joven actor español viene pisando fuerte como director. Si bien ya alcanzó el éxito con La tempestad —entre otras—, ahora le toma el relevo Incrementum, todo un ejemplo de humor inteligente y kafkiano del que por desgracia se estila poco; por la calidad -me refiero-, no por la cantidad. ¡Faltaría!

Incrementum es como un estado de conciencia. Una historia enigmática donde —atentos porque seguro que les suena— un empleado busca un aumento de sueldo, y para ello tiene que sortear toda una serie de obstáculos a modo de voces que exhortan, aconsejan, apuran y aturden al personaje, hasta llegar a estar cara a cara con el jefe. Les advierto: no verán ni al personaje ni al jefe. Comienza la farsa, ¿verdad? Efectivamente.

Lo que nos encontramos sobre el escenario blanco inmaculado es a seis mujeres. No sabemos sus nombres, pero eso no importa. Ellas serán las que presten la voz al espectador y al personaje, por eso de compartir algo más que palabras. Una especie de transcreación donde la propuesta, la alternativa, la hipótesis positiva y la negativa, la elección y la conclusión, jugarán y discutirán para empujar con todas sus fuerzas a ese ente que emerge del tic-tac del reloj y que quiere conseguir un aumento de sueldo. Sobre la base del Has reflexionado detenidamente, has tomado una decisión, y vas a ver a tu jefe de departamento para pedirle un aumento, los entes femeninos se enzarzan en un divertido ejercicio de retórica donde si bien la balanza por momentos parece posarse sobre el lado del sí, otras veces se deja vencer por el desánimo y la cobardía.

Son voces. Funcionan como voces estos personajes que comienzan tímidas pero que poco a poco van nos contagiando sus ganas de conseguir ese ansiado aumento de sueldo. Si me apuran, es como estar dentro del cerebro del personaje contemplando con una permanente sonrisa, el debate encarnizado de sus pequeñas conciencias. Ecos sonando por doquier. Juegos y risas. Alguna que otra tentativa de tirar la toalla. Más que nunca uno puede entender a Quino cuando en boca de Mafalda dice algo así como que la conciencia es un pequeño inquilino que todos tenemos dentro. Una maravilla. No sé si Mafalda le susurraría al oído a Pèrec para trasladarle su universo, o si tal vez Peris-Mencheta es un adicto a la quinoterapia —como la que les escribe—, porque se ajusta a la perfección esto de las conciencias.

Divertida. Ingeniosa. Delirante por momentos. Con una cadencia precisa y muy buen rollo sobre el escenario. Se ve que las actrices se lo pasan bien. No saben lo agradecido que es sentir eso sobre escena. Uno disfruta una obra cuando se ve que se hace con amor y desde el amor. Esas cosas se notan, ya me entienden.

Y porque me gusta poner nombres y apellidos a los protagonistas, ahí van: Lorena Berdún, Rebeca Ledesma, Ainoa Aldanondo, Eva Egido, María Isasi, Marta Aledo, Marta Solaz y Quique Fernández (sí, nada de hablar de androfobia, para que vean). Forman muy buen equipo. Regalo de personajes. Regalo de actrices.

Por último, la nota seria. Esto no es más que un guiño a una de las actrices de la obra que al final, con la voz entrecortada, quiso resucitar al gran genio granadino, a Lorca, recordando que el pueblo que no ayuda ni fomenta el teatro, si no está muerto, está moribundo. Ahí va eso.

Incrementum

★★★★☆

Teatro:

Teatro Galileo

Dirección:

Calle Galileo, 39

Metro:

Quevedo

OBRA FINALIZADA