Telecinco, con larga experiencia en el estrambote, ha conseguido que la Pantoja lo inunde todo con las lágrimas del Marinero de luces y que al tiempo se mueva con pose satánica al son del mítico Highway to hell de AC/DC. Con un producto que tenían enlatado desde antes del confinamiento, han intentado copar el arranque de la semana televisiva en este septiembre tan extraño. Los lunes, Idol Kids, de aperitivo en Telecinco, y los viernes, La Voz (en este caso, de adultos), de postre en Antena 3.
Para los que no lo hayan visto todavía, Idol Kids es un Got Talent presentando con el buen hacer habitual de Jesús Vázquez, y concebido a mayor gloria de Isabel Pantoja, a la que no se le puede negar voluntad por agradar y deshacerse para ser como una madre que arrope a los pequeños artistas. Comparte heterogéneo jurado con Carlos Jean y Edurne. El problema es que, en realidad, lo de los niños y el talento parecen excusas. La protagonista es ella: Isabel, en plan reina. Los demás resultan súbditos y agradecidos secundarios. Por otra parte, Idol Kids es un formato que está muy visto. Supuestamente se dirige a un público familiar, pero se alarga hasta la madrugada del martes, troceado en interminables pausas publicitarias, que aseguren estirar la audiencia como un chicle y la rentabilidad económica de un programa que corre el riesgo de resultar muy caro.
Le sobra la exposición de algunos menores a los que no les llamó Dios por el camino del canto, cuya participación en el programa tiene difícil justificación artística y bordea la mofa.Se salvan el presentador, el ágil montaje del programa (a pesar de los peajes publicitarios) y el talento de muchos niños que sobreviven a la trituradora del show business televisivo.