Hoy, el diario de Adán y Eva. Es necesario revivirse de vez en cuando - Alfa y Omega

Esta es la historia de Adán y Eva en el Paraíso, de ese primer encuentro del hombre primigenio con «la carne de su carne». De cómo se descubrieron, se comprendieron y se enamoraron. Es la historia de Felipe y Catalina, dos famosos actores que radiaban seriales en la SER en los años 60, y que interpretaban a la primera pareja sobre la tierra. Y su amor, que traspasaba las ondas. Es la historia de Manuela, 30 años después, presentadora de radio, que hace una tierna entrevista a un anciano Felipe sobre su éxito pasado, y sobre el infinito amor que profesó a la desaparecida Catalina. Es una triple historia sobre amar. Amar en el inicio, amar en la madurez y amar en la vejez.

Os puedo asegurar que es una de las obras más bonitas que he visto. Sentimiento generalizado en la sala, que reía y lloraba a la par. Hasta mi acompañante, que no llora ni cortando cebolla, se vino abajo en unas cuantas ocasiones. Y es que el amor, ¡ay, el amor!, es ese motor que mueve el mundo. Que toca todos, absolutamente todos los corazones.

Empezamos con la historia inicial, el texto de Mark Twain, El diario de Adán y Eva, dedicado a su mujer, Olivia, que había fallecido un año antes. “Donde quiera que ella estuviera, ése era el Edén”, reconoce el autor. Ese diálogo entre la primera mujer y el primer hombre –en las increíbles voces e interpretaciones de Fernando Guillén-Cuervo y Ana Milán– es tan actual que uno se siente representado en cada frase. El hombre y la mujer, tan diferentes y tan complementarios, desde el inicio. “Me cansa verlo descansar”, dice ella. “La criatura nueva usa la palabra nosotros. Ha puesto cartelitos en todas partes. Nombra todo lo que aparece, antes de que yo pueda protestar. Al agua estancada lo llama lago. LA-GO”, dice escandalizado Adán. “Ella lo hace todo antes de que yo pueda opinar”, añade. Mientras, Eva se desahoga: “Yo le ayudo, y hago cosas, y él se siente invadido y presionado”. Pero en esos desencuentros, entre esa incomprensión, se gesta el amor. Estamos hechos el uno para el otro. ¿Os suena?

A la vez, son Felipe y Catalina, los famosos intérpretes de los años 60, los que se reconocen en esos personajes, los que se miran amándose tras el micrófono. Lo reconocerá el anciano Felipe –olé Guillén-Cuervo. Es espectacular su cambio a anciano en tan solo unos segundos, toda una demostración de capacidad actoral. Me quito el sombrero– en la entrevista en directo en la radio con Manuela. Ella, periodista curiosa, pregunta y pregunta a un hermético anciano sobre esa historia de amor paralela entre él y Catalina, que nunca salió a la luz, y que todos quieren conocer. En esa mesa redonda, conoceremos lo que significa el amor verdadero, el que perdura, el que es para siempre. No digo más. Vayan a disfrutarlo.

El texto lleva años de gira y no envejece. Lo empezaron haciendo Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza, pareja entre sí. Han cogido el testigo Guillén Cuervo y Milán, pareja también. Eso sí, de la mano de Solá, que dirige la pieza. Es curioso que esta obra nunca la ha hecho nadie que no esté enamorado en la vida real. Esto no es una función, es “un masaje al corazón”, como dice Solá.

Es imprescindible ir a verla. A masajearse un poco. Nos hace falta revivirnos de vez en cuando.

Hoy, el diario de Adán y Eva

★★★★★

Teatro:

Teatro Bellas Artes

Dirección:

Calle Marqués de Casa Riera, 2

Metro:

Sevilla, Banco de España

OBRA FINALIZADA