Hijo, un libro que pueda entender - Alfa y Omega

En shabbath, en noviembre (en el 20 del mes Jeshván del 5781 del calendario hebreo), conocíamos la noticia del fallecimiento del rabino Jonathan Sacks. Se trataba de un tipo muy sugerente: educado en escuelas cristianas de Londres, licenciado y doctor en Filosofía por Cambridge y Oxford, donde coincidió con figuras como Roger Scruton. Cuando parecía que tenía una prometedora carrera académica por delante, tras un viaje a Estados Unidos donde conoció importantes figuras rabínicas, optó por convertirse en rabino. Llegó a ser rabino principal de Gran Bretaña y de la Commonwealth. Además, tenía una destacada participación en la vida pública: era miembro de la Cámara de los Lores desde 2009.

Una de sus obras, que está disponible en español gracias a la editorial Nagrela, es Celebrar la vida. Encontrar la felicidad donde no se espera. Recoge sus columnas en el diario The Times, que confeccionó en un momento difícil. El fallecimiento de su padre supuso para él un impacto mayor de lo que imaginaba. Un dolor intenso y un tiempo duro. Pero, mientras, «comencé a darme cuenta de la belleza que me rodeaba: mi esposa, nuestros hijos, la comunidad, la rica herencia que nos mantiene unidos, el amor que recibí de mi padre, que no murió ni morirá nunca, el recuerdo imperecedero del tiempo que pasamos juntos». Sin embargo, confiesa que la persona a la que más debe este libro es a su madre: llevaba años pidiéndole por favor que escribiera un libro que ella pudiera entender.

La mirada de Sacks parte de una fe que es una forma de ver lo que existe (no solo lo que llama nuestra atención), de no dar las cosas por sentadas, de dar las gracias. Esta manera de mirar «abre avenidas allí donde antes cualquier camino parecía cerrado. […] La fe como valentía de establecer y mantener compromisos con los que nacen las relaciones de confianza». Esta reflexión sobre la existencia es una de las bases de esa felicidad de la que habla el título, porque «es difícil sentirse deprimido cuando recuerdas constantemente que la vida es un regalo».

«Esta es la razón por la que cada mañana, al despertarme, rezo con auténtico sentimiento la oración tradicional judía: “Doy gracias antes ti, oh Rey viviente y existente que me has devuelto el alma con piedad, inmensa es tu fidelidad. Gracias, Dios, por devolverme mi vida”».