¿Habrá paz en Siria? Luces y sombras al cumplirse 14 años de guerra
Jacques Mourad, obispo sirocatólico de Homs, califica las masacres de civiles alauitas como «un duro golpe» al «proyecto de una nueva Siria», que contrasta con los avances en la relción con kurdos y drusos
«Sueño con una Siria en paz, un hogar seguro para todos. Quiero que sea un lugar al que todos pertenezcamos». Es el sueño de Kareem, un adolescente de Alepo, recogido en una investigación sobre el terreno realizada por World Vision y otras entidades. Con 15 años, solo tenía uno cuando la guerra empezó hace 14. No tiene recuerdos de otra cosa.
Este aniversario del conflicto que estalló el 15 de marzo de 2011 llega en medio de la incertidumbre sobre el futuro del país tras el derrocamiento en diciembre del dictador Bashar al Assad. El jueves el presidente interino, Ahmed al Sharaa —conocido como Abu Mohamed al Golani cuando lideraba el grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS)— presentó en público una «declaración constitucional» a modo de borrador de la futura Constitución del país.
En esta recopilación de los principios que inspirarán la nueva Carta Magna, se afirma según EFE que esta tendrá la jurisprudencia islámica como fuente principal de la legislación y se comprometerá con los acuerdos sobre derechos humanos. Asimismo, se afirma que el islam será la religión del presidente. Esos artículos han sido establecieron basándose «en los resultados del Diálogo Nacional», el encuentro que mantuvieron en Damasco en febrero diversas figuras de las diferentes clases, etnias y religiones. El borrador también recoge el principio de separación de poderes.
Acercamiento a kurdos y drusos
Otro signo de esperanza, según algunos observadores, son los avances en la relación del nuevo Gobierno con los kurdos y los drusos. En particular, el acuerdo con las Fuerzas Democráticas Sirias (kurdas) para que estas se integren gradualmente en las instituciones de la nueva república antes de fin de año al tiempo que entregan al Gobierno el control del territorio bajo su dominio.
- 90 % de los menores sirios carece de acceso a alimentos nutritivos suficientes, según World Vision. Más de medio millón menores de 5 años necesitan urgentemente tratamiento contra la desnutrición.
- 2 millones de niños sin escolarizar, con 7.000 escuelas dañadas o destruidas.
- 141 personas, entre ellas 24 niños, murieron la vida por incidentes con artefactos explosivos —minas y munición sin detonar—. Al menos 265 resultaron heridas.
Recibido con beneplácito por los kurdos sirios, Turquía y Arabia Saudita, el acuerdo llega casi dos semanas después del histórico llamamiento del líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, kurdo turco), Abdullah Öcalan, para disolver el partido y renunciar a la lucha armada. En Siria, los kurdos representan alrededor del 10 % de la población, pero dispersos entre Turquía, Irak, Siria, Irán e incluso Armenia, hay entre 30 y 35 millones, recoge Asia News.
El Gobierno también firmó un memorando de entendimiento con notables drusos de la gobernación de Soueida y Jebel Druze, limítrofe con Israel. Al igual que los kurdos, se integrarían de forma plena pero gradual en las instituciones del Estado.
Las masacres, «un duro golpe»
El lado oscuro de los 14 años de conflicto lo representan las «masacres» de más de 1.000 civiles alauitas —y algunos cristianos— perpetradas la semana pasada por «grupos incontrolados pertenecientes a la coalición gobernante», escribe Fady Noun en Asia News. Fueron un acto desproporcionado de represalia por la revuelta de partidarios de Al Assad en ciudades costeras como Latakia, Tartous, Jablé, Banias y Cordaha. Esto ha desencadenado la huida de casi 10.000 alauitas —minoría religiosa vinculada a Al Assad— al Líbano.
Lo ocurrido ha suscitado pesimismo entre los cristianos y en la Iglesia, que habían recibido con optimismo los gestos de conciliación del nuevo régimen. «Por ahora el futuro es oscuro», ha admitido el obispo sirocatólico de Homs, Jacques Mourad, durante un viaje a Alemania. «Todavía no somos capaces de ver la luz».
Lo ocurrido es «un duro golpe» al «proyecto de una nueva Siria». «Lo que está ocurriendo no es ciertamente lo que la población soñaba o imaginaba. Hay mucho dolor después de este derramamiento de sangre. Ha resurgido un clima de miedo y preocupación por el futuro». Por eso, consideraba esencial que la ONU despliegue una fuerza de pacificación con al tarea de «proteger a los civiles», en particular «en áreas donde hay minorías». También de asegurar la estabilidad «de la frontera con Israel».
La desilusión es más amplia. «Dos, tres semanas después del gran cambio la gente empezó a perder la fe en el nuevo Gobierno y en el presidente porque dijo cosas que no cumplió o mantuvo. Esto afecta a varias áreas de la vida diaria, empezando con los salarios o las oportunidades de desarrollo». También la preparación de la nueva Constitución y las «conversaciones entre varias comunidades locales».