Habla Tad Szulc, biógrafo de Juan Pablo II y de Fidel Castro: «En Cuba ha comenzado la transición» - Alfa y Omega

Habla Tad Szulc, biógrafo de Juan Pablo II y de Fidel Castro: «En Cuba ha comenzado la transición»

«La visita de Juan Pablo II es el acontecimiento más importante que ha tenido lugar en Cuba desde la revolución de 1959. Ha puesto en evidencia que Castro ha decidido que la Iglesia católica sea el garante de la transición pacífica de su régimen al futuro gobierno de la isla». Tad Szulc, historiador y periodista estadounidense es un analista privilegiado de este viaje pontificio, pues ha publicado dos famosas biografías, tanto de Fidel Castro, como de Karol Wojtyla. Desde las páginas del New York Times, fue el primero en anunciar la celebración del encuentro entre los dos líderes

Redacción

¿Cuál es la impresión que le causa esta visita?
Hemos asistido a un fenómeno curioso: el constante crecimiento de las muchedumbres que siguieron al Papa. El primer día, en La Habana, había relativamente poca gente. Después el número de los presentes aumentó imparablemente. Cuba es pequeña, las noticias corren a toda velocidad y esto significa que el viaje del Santo Padre ha tenido un gran impacto religioso, espiritual y político.

El mundo se sorprendió al ver a Fidel Castro y a Juan Pablo II cara a cara. ¿Qué separa y qué une a estos dos hombres?
Les separa el simple hecho de que uno es el jefe de la Iglesia católica y el otro un dictador comunista. Pero la guerra fría ha terminado y el Vaticano ha sido hábil a la hora de superar las barreras que antes presentaba el problema ideológico.

El encuentro histórico de Cuba es fruto de cinco años de negociaciones diplomáticas, en los que estos dos hombres inteligentes y brillantes han entendido a la perfección que se les presentaba una ocasión única.

¿Cuáles han sido los objetivos que cada uno de ellos se ha planteado en este viaje?
El primer objetivo de Juan Pablo II es claramente religioso y pastoral: quiere que la Iglesia y los fieles tengan libertad para practicar su fe y esto implica un claro llamamiento al respeto de los derechos humanos. El Papa sabe también que Castro tiene 71 años y que el final de su régimen no puede estar lejos. La situación económica y política de la isla es tirante y se podrían verificar estallidos de violencia que el Santo Padre quiere prevenir. Por ello, está dispuesto a utilizar su prestigio moral con el objetivo de facilitar una transición pacífica, hablando al mismo tiempo a los cubanos y a su líder, para convencer a los primeros a evitar la violencia, y al segundo a disminuir gradualmente la opresión.

Por su parte, Castro ha decidido jugar la carta de la Iglesia para tratar de garantizar su supervivencia y el futuro de la isla. Fidel sabe que, por razones naturales, no podrá mantenerse durante mucho tiempo en el poder, y quiere favorecer una transición que salve los principios de la justicia social, de los cuales en teoría debería haberse ocupado durante su vida. Dadas las fuerzas que se disputan el futuro de Cuba, el líder máximo ha considerado que sólo la Iglesia católica puede garantizar una transición de poderes pacífica, en el respeto de valores como la atención a los más pobres.

Pero la Iglesia no es una fuerza política…
No, pero la visita del Santo Padre podría crear las condiciones para el nacimiento de un movimiento demócrata cristiano capaz de convertirse en protagonista de la transición. No estoy hablando de un partido, sino de un movimiento en general. Por suerte, el cardenal Ortega y el nuncio Stella son personas lo suficientemente inteligentes como para poder relanzar el espíritu religioso de la isla, garantizar el respeto de los derechos humanos y la formación de una cultura favorable a la transición pacífica de poderes. Naturalmente esto requerirá tiempo.

Este panorama excluye a los Estados Unidos…
Washington tiene óptimas relaciones con el Vaticano y un gran respeto por Juan Pablo II, pero está claro que la visita sienta mal al Gobierno. Ya de por sí, la presencia del Papa en la isla ha aportado una nueva dimensión, y ha vuelto a plantear el problema del embargo. La esperanza está en que la Casa Blanca y el Congreso entiendan que esta visita ofrece la oportunidad de cambiar de política.

La prensa estadounidense ha hablado también de la relación humana entre Juan Pablo II y Castro, y de la posible conversión del líder cubano.
Son cuestiones personales, imposibles de juzgar. Está claro que el Papa ha causado una gran impresión a Fidel. Nunca le he visto tan deferente como cuando estaba con el Santo Padre: parecía un niño. Por lo que se refiere a la fe, Castro, educado por los jesuitas, siempre ha sentido su fascinación. La conversión siempre es un misterio, y no consiste sólo en rumores.

Zenit / Redacción