Gracias, Ana María
Ana María Matute. Una mujer cuya vida es el espejo en el que se reflejan las claves de su literatura: su matrimonio no salió como esperaba; el alejamiento de su único hijo le produjo una gran confusión; la muerte del amor de su vida, una tristeza que tardó en superar. Su comprensión del amor la convirtió en una persona a la espera, aunque no a la defensiva. Eso leemos y sentimos con sus novelas, cuentos y discursos. Sus cuentos destacan: un género poco trabajado en España que, quizá por su experiencia en Norteamérica, ella acarició con la magia de la realidad y la consistencia de su prosa directa y transparente.
Buena novelista, académica de la RAE, Premio nacional de las letras, Premio Cervantes, candidata al Premio Nobel (lo fue en 1976), profesora, conferenciante. Mujer que escribía desde su feminidad. Se habla de ella como novelista, pero no como moralista: lo era y pretendía serlo; si no, no habría escrito lo que nos ha dejado. Siempre a vueltas con la inocencia y con la inevitabilidad del cambio. Incluso sus años de silencio narrativo aparecen en Olvidado Rey Gudú, cuando nos dice de lo que le hace el tiempo a las ilusiones.
¿Una escritora realista? No sé; aunque escribe con una economía de lenguaje que podríamos calificar como práctica, el lirismo de sus descripciones de los sentimientos y un punto surrealista en ocasiones, con gran talento, miran la vida pasar desde el pesimismo que viene de la hipocresía y la locura. No son muchos los temas que ocupan sus intereses y están presentes en sus novelas: por un lado, el paso de la niñez a la adolescencia, y de ahí a la vida adulta; por otro, el materialismo y la búsqueda del interés personal y utilitario. También lo están las emociones y la reflexión, casi permanente, acerca de la juventud y la vejez. En sus escritos aparece siempre su opinión acerca de la realidad social, política y moral de la España que ha sufrido una guerra civil y una posguerra silenciosa.
De entre sus obras, destacaría un cuento, Aranmanoth, y una novela, La trampa. El primero es una fábula centrada en la experiencia vital de dos niños, acerca de la intolerancia y el rechazo al diferente; una obra tan biográfica, que duele. La trampa es la tercera novela de su trilogía Los Mercaderes, donde trata la intensidad y el terror de la guerra. Por otras la han encumbrado; por estas dos se conoce a la autora y la calidad de su legado. Gracias, Ana María: corazón joven, mirada curiosa, ganas de agradar.