Gian Piero, el hombre más bueno de Italia
En un cuartucho que acaban de cederle como vivienda se dedica a apilar los céntimos de euro que recoge, los ata con celofán y los lleva a una tienda del barrio, donde los convierten en alimentos para otras personas sin hogar
Viéndole así, cruzando trajeado el Gran Canal frente a la plaza de San Marcos de Venecia, podríamos confundirlo con un actor en busca del León de Oro en el festival de cine de la ciudad de los canales. La gran película de Gian Piero, conocido por todos como Wue, está rodada en la calle, en la plaza Viani de Viareggio, uno de esos pueblos de la Toscana en los que también residen muchas personas en busca de alguien que les tire un flotador.
Su historia es una más de las de aquellos con los que siempre nos cruzamos y nunca reparamos. Inició su vida en los márgenes del mundo. Abandonado por sus padres, creció en un orfanato de Génova donde sufrió violencia física y psicológica. Consiguió graduarse en Hostelería, pero se dedicó a pintar, su verdadera pasión, con la que pudo mantenerse. Durante el servicio militar enfermó por primera vez, pero no terminaron de encontrar la causa de su mal. La oportunidad de su vida le llevó a América, nada menos que a trabajar como chef en el Hotel Hilton, pero volvió a encontrarse mal y se le detectó una enfermedad degenerativa que truncó todos sus planes profesionales. En 1997 llegó a Viareggio y comenzó a vivir en una caravana, pero terminó en la calle, durmiendo entre los árboles de la plaza del barrio donde se ha convertido en el benefactor de las personas sin hogar con las que comparte calle.
A Gian Piero le faltan varios dientes y le sobra generosidad. Madruga cada día, aunque no tiene oficina en la que fichar ni necesita llevar a los nietos al colegio. Agarra la escoba y se pone a barrer su plaza. Poco a poco se ganó al barrio con su sonrisa y su forma de agradecer las pequeñas limosnas que iba recibiendo. Pronto comprobó que los céntimos de euro que a todos nos sobran, esa calderilla que ocupa espacio en los bolsillos y hasta despreciamos, podría transformarse en comida para otras personas sin hogar como él. Vivir en la calle le había hecho comprender que hay a quienes la vida le sonríe siempre y a quienes no lo hace jamás. Quienes no pueden disfrutar de algo tan sencillo como pedir un café y poder pagarlo. Abrir la nevera y tener donde elegir. O tener a secas, sin meterte entre cartones pensando qué vas a desayunar mañana. Gian Piero había pasado demasiados días de Reyes o de cumpleaños sin regalos y decidió hacer más fácil la vida de los suyos.
En un pequeño cuartucho destartalado que acaban de cederle como vivienda se dedica a apilar los céntimos de euro que recoge, los ata con celofán y los lleva a una pequeña tienda del barrio, de esas de toda la vida, que se ha convertido en su aliada en este cometido. Los dueños se encargan de convertir los céntimos en alimentos para los sintecho: aceite, pasta, café, colonia barata…, todo a precio de coste para que Wue pueda estirar la cesta de la compra, que luego cede a las personas sin hogar. Cuando se encuentra con gente necesitada, los envía a la tienda para que compren lo que quieran. La pasada Navidad consiguió el dinero suficiente para adquirir zapatillas de deporte para niños de familias con dificultad. Gian Piero sintoniza especialmente con los niños, y ellos se han acostumbrado a correr a su encuentro para llenar de monedas su hucha de los milagros.
Italia ha decidido otorgarle el Premio Internacional Bondad 2021, un galardón dedicado a personas que se distinguen por su generosidad hacia los demás. En la foto le vemos feliz el día que le entregaron el premio, enfundado en un elegante traje prestado que le sienta como un guante. Porque dando sin tener, Gian Piero ha dado la talla. Con ese aire de grandeza que no da quien se cree bueno, sino que lo es. Y aunque continúa sufriendo problemas físicos, no cesa de recoger monedas para ayudar a otros indigentes. Su próxima meta es hacerse voluntario de la Cruz Roja. Palabra de Gian Piero, la persona más buena de Italia.