Gentes: Ignacio Camacho, periodista (en ABC)
Nunca desde la Transición había vivido España un período tan decaído y pusilánime de invertebración. Muchos extienden, en parte de la desencantada sociedad, un inflamado nihilismo rupturista. La generación heredera del acuerdo constitucional parece haber resignado su propia autodefensa, como si se sintiese presa de los remordimientos y la mala conciencia, poseída por un cansancio vital. Pero el problema no son los charlatanes oportunistas propios de toda etapa convulsa; es la ausencia de vigor y masa crítica positiva, la renuncia al debate y a la pedagogía lo que está amenazando con un fracaso histórico.
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