Garrigues propone integridad, a nivel amateur

El jurista, y dramaturgo, Antonio Garrigues apuesta por el arte no profesional y presenta su obra El silencio y la belleza, en la que reclama a la sociedad más autenticidad en ambos conceptos.

La obra termina formulando la siguiente pregunta: ¿Y por qué la gente va al teatro? Quizá sea empezar por el final pero es que lo más interesante de esta obra es todo lo que le rodea. No es habitual que el presidente de un gran despacho de abogados (Garrigues) escriba obras de teatro, menos habitual todavía que se represente en el Círculo de Bellas Artes. Resulta curioso que Antonio Garrigues Walker lleve escritas y representadas 50 obras a nivel amateur. Precisamente por todo lo anterior El silencio y la Belleza se ha representado en el Teatro Fernando de Rojas dentro de los Encuentros UNIR Alumni en la Escena, festival de teatro de la Universidad Internacional de la Rioja. Garrigues, y su faceta como dramaturgo, encarna a la perfección el espíritu que la universidad pretende inculcar a sus alumnos, donde la creatividad y la multidisciplinariedad juegan un papel fundamental.

Antonio Garrigues, fiel defensor del teatro amateur y de cualquier arte a este nivel, presenta en esta obra una crítica a la búsqueda desesperada de la belleza y todo lo que ello implica. Frente a la opción de vivir siempre pensando de cara a los demás, el autor propone, a través de los personajes, aprender a ser tan sólo lo que somos. Los cuatro actores, entre los que se encuentran los dueños de la tienda Beccara, una consultora y el economista Carlos Rodríguez Braun, entablan una conversación de la que se desprende una crítica a la belleza y la provocación desmesurada. Ésta hace perder la cabeza a los hombres y las mujeres, quienes de forma obscena, llenan sus cabezas y sus palabras con los atributos del cuerpo del género opuesto.

Garrigues Walker también critica el ruido constante que se impone en el mundo contemporáneo. ¡Hable!, ¡Hable!, ¡no aguanto el silencio!, espeta Rodríguez Braun caracterizado como un espectador más que acude a ver la función. En la sociedad de los flash, del estrés, del apabullante sonido que llena cada segundo, El silencio y la belleza, propone desprenderse de todas esas exigencias para buscar lo íntegro, lo auténtico, que tal vez se encuentra en el silencio.