Cabaré de caricia y puntapié: El universo de Boris Vian - Alfa y Omega

A Boris Vian se le paró el corazón en el cine mientras veía de incógnito la adaptación cinematográfica de su novela J’irai cracher sur vos tombes (Escupiré sobre vuestras tumbas). Si hoy Boris Vian siguiera vivo y hubiera acudido al Teatro Alfil a ver Cabaré de caricia y puntapié, un tributo a su persona y sobre todo a su música, seguro que su corazón seguiría latiendo y hoy se hubiera levantado de la cama con resaca y con agujetas de tanto reírse. Boris Vian hubiera disfrutado, y eso ya es decirlo todo. Hubiera apreciado en la obra su toque de cabaré, de espectáculo de variedades donde la música se mezcla con la crítica social, con lo irreverente, con lo divertido, con lo caótico. Y es que eso es Boris Vian, o mejor dicho, ese es Boris Vian. Músico, compositor, ingeniero, escritor, dramaturgo. Figura imprescindible de la bohemia parisina de los años cuarenta. Y es que eso es Cabaré de caricia y puntapié, o por lo menos cuando se ajustan al guión y no improvisan.

La obra, magistralmente interpretada por Carmen Barrantes y Jorge Usón, y dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer, es un recorrido por las canciones del artista francés y los personajes que de ella se desprenden. También, por lo tanto, de sus temas estrella: la violencia, el amor, el antimilitarismo, el materialismo, el progreso, la sexualidad, y todas las interferencias que existen entre ellos, vistas desde la perspectiva de Vian.

La obra, dividida en micro-universos propios del track list de un concierto de jazz, tiene como hilo conductor la presentación de una tesis doctoral donde se describe la triple relación entre amor, violencia y vecindad. Este peculiar patio de vecinos convertido en cabaré mezcla a dos hermanos letones con un par de carniceros lascivos y un matrimonio argentino que acaban a guantazo limpio para limar asperezas. Por supuesto no podría faltar la vedette que canta las maravillas del sexo, y contra el matrimonio y la fidelidad.

Cabaré de caricia y puntapié, obra divertida, bien representada, premio Max 2010 de teatro musical, busca y encuentra la complicidad y la carcajada del público, pero peca de acudir a los típicos clichés —Iglesia, derecha política y borbones—, para buscar la risa fácil. Lo triste es que no necesitan hacerlo. Los ataques son totalmente gratuitos, fuera de lugar en el hilo de la obra, y más que ensalzarla, consiguen bajarla, en dos o tres ocasiones, hasta el terreno de lo zafio y lo vulgar.

Boris Vian saldría encantado y se vería representado en este espectáculo de variedades, y eso ya es decirlo todo. Qué se puede esperar de un tipo que consideraba que «sólo dos cosas son importantes: el amor, en todas sus formas, con chicas bonitas, y la música de Nueva Orleans o de Duke Ellington». Qué se puede esperar de un tipo cuya canción más recordada es Pégame Johnny, que habla de una masoquista que, a fuerza de insultos y sensualidad, logra sacar al sádico que muchos hombres llevan dentro.

Cabaré de caricia y puntapié

★★★☆☆

Teatro:

Teatro Alfil

Dirección:

Calle del Pez, 10

Metro:

Tribunal, Noviciado, Callao

ESPECTÁCULO FINALIZADO