¿Garantizamos el respeto de la dignidad de todos?

El pasado fin de semana, el Papa se coló entre los temas del momento en Twitter por una serie de tuits en los que, «en nombre de Dios», pedía que los laboratorios «liberen las patentes» de las vacunas; que las «grandes corporaciones extractivas» dejen de destruir la tierra; que los fabricantes y traficantes de armas «cesen su actividad»; que los «gigantes de la tecnología» no se aprovechen de «las vulnerabilidades de las personas», o que los medios de comunicación «terminen con la lógica de la posverdad».

Las frases procedían de su largo videomensaje a los participantes del IV Encuentro de Movimientos Populares, en el que también puso sobre la mesa la posibilidad de establecer un salario universal y reducir la jornada laboral. Un debate que, por cierto, llevan tiempo teniendo distintas entidades eclesiales como Cáritas o la HOAC.

Vistas las reacciones, queda claro que Francisco ha hecho saltar una vez más por los aires los apriorismos ideológicos de unos y otros. Y nos alienta –a los católicos primero– a pararnos y pensar si hacemos cuanto podemos para garantizar el respeto a la dignidad de todos nuestros hermanos, especialmente de los más pequeños.