Francisco: «También yo me arrodillo en las calles de Myanmar. ¡Cese la violencia!»
Desde el domingo 94 personas han muerto a manos de la Policía y el Ejército. La junta militar también ha empezado a controlar las cuentas de la Cáritas de Myanmar
El Papa Francisco ha aludido este miércoles al gesto de la religiosa birmana Ann Un Tawng para pedir que cese la represión en Myanmar: «También yo me arrodillo en las calles de Myanmar y digo: ¡que cese la violencia! También yo extiendo mis brazos y digo: ¡que prevalezca el diálogo! La sangre no resuelve nada». Esta última intervención de Francisco a favor de los manifestantes contra el golpe de Estado del 1 de febrero en el país asiático se ha producido al terminar la audiencia general. «Con mucha tristeza», ha reconocido el Santo Padre, «siento la urgencia de evocar la dramática situación» en la antigua Birmania. Allí «muchas personas, sobre todo jóvenes, están perdiendo la vida para ofrecer esperanza a su país».
Aludía a un nuevo recrudecimiento de la represión de la junta militar en los últimos días, que se ha cobrado casi un centenar de muertos desde el domingo. Ese día, el más sangriento de las revueltas hasta la fecha, al menos 74 personas murieron a manos de la Policía y el Ejército. Entre ellas, una adolescente de 15 años y otros tres menores. El lunes siguieron las muertes, 20 más. El martes la ciudad más grande y antigua capital, Rangún, fue escenario de docenas de funerales masivos por algunas de las víctimas. Según declara un testigo a Reuters, un solo crematorio de la ciudad acogió 31 funerales ese día.
Estas 94 víctimas son más de la mitad de los al menos 149 fallecidos computados por Naciones Unidas desde el golpe de Estado. La Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) habla, sin embargo, de hasta 183 muertos en seis semanas. Por este motivo, el Mecanismo Investigador Independiente de la ONU para Myanmar ha hecho un llamamiento público para que víctimas, familiares o incluso personas involucradas envíen información para preparar los cargos que se podrían presentar contra la junta militar. En concreto, investigan casos de detenciones arbitrarias, tortura, desapariciones forzadas y uso de la fuerza.
Apagón, detenciones… y cerco a las ONG
Además de la violencia física, la represión sigue produciéndose de otras maneras. Desde el lunes, además de los apagones nocturnos de internet se ha bloqueado la conexión de datos móviles desde los teléfonos. Y numerosos periodistas de medios independientes están cruzando ilegalmente la frontera con Tailandia tras una oleada de detenciones.
Según la AAPP, desde el golpe de Estado el número de arrestados ha alcanzado los 2.175. Solo el lunes pudieron ser cerca de un centenar. Estas detenciones son ahora incluso más fáciles después de que el régimen militar haya impuesto desde el fin de semana la ley marcial sobre seis distritos de Rangún. Esta norma «libera» a los soldados «de cualquier apariencia de moderación en su brutalidad contra los manifestantes pacíficos».
También los organismos internacionales y ONG están en el punto de mira. El Banco Central de Myanmar ha ordenado a los bancos privados que le entreguen información sobre las cuentas de las ONG hasta el 16 de marzo. Ya han tomado el control de las cuentas de la Open Society Foundation, perteneciente a George Soros. Y está investigando a Oxfam y a Karuna Mission Social Solidarity, la Cáritas birmana, a las que se les ha exigido que señalen las transacciones con el exterior. Según ha podido saber Fides, la sede de Karuna en las diócesis de Hakha y Loikaw han sido además registradas por oficiales del Ejército.
Respuesta de los monjes budistas
El agravamiento de la situación ha llevado al máximo órgano de los monjes budistas en Myanmar a cesar sus actividades en protesta contra la junta militar. El Comité de la Sangha Maha Nayaka (Mahana), nombre oficial de las autoridades budistas, pidió el martes al régimen que deje de matar, arrestar y torturar a civiles desarmados, informan medios locales.
De lo contario, se muestran dispuestos a salir a la calle a manifestarse. Los religiosos budistas ya lideraron en 2007 la conocida como Revolución Azafrán, una serie de manifestaciones contra la situación económica y la gestión de la entonces junta militar que acabó duramente reprimida. Su contestación al golpe de Estado y la represión es un paso muy significativo, dado que el budismo es la religión del 90 % de la población. Es frecuente la presencia de los generales en sus templos y ceremonias religiosas.
Sor Nu Tawng da las gracias
Desde Myitkyina, la capital del estado de Kachin, la hermana Nu Tawng se ha mostrado «profundamente agradecida» al Papa por sus palabras. Aunque también «sorprendida» por el hecho de que sus palabras hayan podido estar inspiradas por su decisión de arrodillarse ante los agentes para interceder por los manifestantes. «Lo hice con el corazón. Son los gestos de cada cristiano que tiene a la humanidad en el corazón», ha declarado a Fides.
Sobre la situación en su zona, la religiosa afirma que «la violencia no acaba y los heridos aumentan día a día». Después del cierre de los hospitales públicos, ahora son la mayoría de clínicas privadas las que han dejado de funcionar «por miedo a los militares». Sin embargo, su pequeño consultorio sigue trabajando. «Algunos nos dicen que nuestra vida está en peligro. Podrán golpearnos, pero no cerraremos, no abandonaremos nuestra misión», afirma. Una decisión que reafirma el ser conscientes de que «el Papa está a nuestro lado».
Atienden sobre todo a los heridos leves. «Con el resto tenemos serias dificultades», dada la falta de personal y de medios. Sin embargo, hay también signos de esperanza, como el reciente nacimiento de dos bebés, hijos de mujeres que habían sufrido heridas leves en las manifestaciones. «La vida continúa naciendo por la gracia de Dios».