Francisco se reúne con Hilarión, metropolita del Patriarcado ruso
Cirilo lo trasladó a Budapest por sus discrepancias sobre la invasión de Ucrania. Después Francisco se ha encontrado con miles de jóvenes húngaros
No lo recogía el programa oficial de esta segunda visita del Papa a Hungría, pero sí lo había anticipado el portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni. Este sábado, tras los tres encuentros en agenda de Francisco de la mañana, el Papa se ha encontrado en privado con un viejo amigo con el que siempre mantuvo una gran sintonía: Hilarión, el metropolita de Budapest y Hungría de la Iglesia ortodoxa rusa.
Han departido durante 20 minutos en privado en la nunciatura hasta donde se ha desplazado el metropolita. Al verse, se han abrazado y Francisco ha besado la cruz pectoral de Hilarión. Durante 13 años este clérigo del patriarcado de Moscú fue el presidente del Departamento de Asuntos Eclesiásticos Exteriores del Patriarcado de Moscú, una suerte de ministro de Exteriores del patriarca. En junio de 2022, Hilarión fue apartado de su cargo por Cirilo y trasladado a Budapest, en lo que se consideró como un destierro por haber discrepado sobre la invasión de Ucrania. Esta reunión sería el enésimo intento del Papa Francisco por encontrar la paz para «el martirizado pueblo ucraniano», como siempre lo llama. Aunque Hilarión fue relegado del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa y enviado a Budapest, todavía tiene la autoridad y contactos como para poder hacer llegar el mensaje de Francisco hasta oídos de Cirilo y, por ende, hasta Putin.
Desde el comienzo de la invasión rusa de Ucrania, apoyada por Cirilo, la comunicación entre Roma y Moscú ha sido complicada, sobre todo, a raíz de la videollamada del 16 de marzo entre el Papa y el Patriarca que tanto malestar causó en la parte rusa. El sustituto de Hilarión, Antoine, visitó a Francisco en Roma en agosto. El Patriarcado comunicó que se hablaron de la relación entre ambas iglesias, sobre todo, en el contexto «de los procesos políticos en curso en el mundo».
Más de 12.000 jóvenes
Tras este importante encuentro, Francisco se ha dirigido al Papp László Budapest Sportaréna, el pabellón donde le han recibido unos 12.000 jóvenes con un enorme entusiasmo y con unas músicas y danzas dignas de un macrofestival. Primero ha escuchado unos testimonios de los jóvenes y después se ha dirigido a ellos.
Los ha animado a no tener miedo de aspirar a las metas más altas, pero no en el sentido que les pide el mundo: «Es cierto, y es importante que haya alguien que provoque y escuche vuestras preguntas, y que no os dé respuestas fáciles y preconfeccionadas, sino que os ayude a desafiar sin miedo la aventura de la vida en busca de grandes respuestas. Esto, de hecho, es lo que hizo Jesús». El Papa les ha explicado que Jesús es un maestro que camina con ellos y que «no quiere que sus discípulos sean alumnos repitiendo una lección, sino jóvenes libres y en camino, compañeros de un Dios que escucha sus necesidades y está atento a sus sueños». Porque Jesús no termina con los sueños de quienes le siguen, sino que nos indica cómo realizarlos. Pero «insiste sobre un punto, para que lo recordéis bien: uno no se hace grande pasando por encima de los demás, sino abajándose hacia los demás; no a costa de los demás, sino sirviendo a los demás», les ha indicado.
«Como podéis ver, amigos, Jesús se alegra de que alcancemos grandes metas. No nos quiere vagos y perezosos, no nos quiere callados y tímidos; nos quiere vivos, activos y protagonistas. Y nunca desprecia nuestras expectativas, sino que, al contrario, eleva el nivel de nuestros deseos. Jesús estaría de acuerdo con un proverbio suyo que espero pronunciar bien: Aki mer az nyer. Es decir, el que no arriesga, no gana», les ha dicho el Papa que no ha dejado de animarlos a que apunten a metas altas en la vida, siempre de la mano de Cristo y de los hermanos. Por eso, ha aprovechado para animar a los jóvenes húngaros a que no se pierdan la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa.
«La vida es real, no sucede en una pantalla»
Francisco también les ha advertido de algún obstáculo que puede entorpecer su camino: «Hoy en día existe la gran tentación de conformarse con un celular y algunos amigos. Pero, aunque eso es lo que hacen muchos, aunque eso es lo que te gustaría hacer, no hace bien». Para esquivar estas piedras en el camino, el Papa les ha recomendado hacer silencio y encontrar un momento en la jornada para detenerse y rezar, aunque «hoy todo os dice que tenéis que ser rápidos, eficientes y prácticamente perfectos, ¡como si fueran máquinas!». Les ha pedido que en ese silencio se acompañen del Señor «para evitar sumergirse en las propias melancolías o para estar rumiando nuestras tristezas».
«Hoy existe una gran necesidad de personas auténticas»
«El silencio te permite escoger un libro que no estás obligado a leer, pero que te ayuda a leer el corazón humano; a observar la naturaleza para no estar solo en contacto con las cosas hechas por el hombre y descubrir así la belleza que nos rodea. Pero el silencio no es para quedarse pegado al celular y a las redes sociales. No, por favor. La vida es real, no virtual; no sucede en una pantalla, ¡sino en el mundo!», ha insistido Francisco.
Les ha pedido que sean auténticos, «porque hoy existe una gran necesidad de personas auténticas», que no tengan miedo y que se abran a Dios para compartir con él penas y alegrías, fragilidades y talentos, «sin máscaras»: «El Señor, como nos dice el Evangelio en cada página, no hace grandes cosas con personas extraordinarias, sino con personas auténticas».
La jornada del Papa ha concluido en nunciatura donde ha mantenido su último encuentro, esta vez, con los jesuitas húngaros.