Francisco revela en El Sucesor que los próximos velatorios papales serán más discretos, como los de «cualquier cristiano»

«Lo que veo en los últimos papas… es que el que siguió siempre marcó continuidad, continuidad y diferencia», dice el Papa Francisco en El Sucesor, un libro-entrevista con Javier Martínez-Brocal, corresponsal en el Vaticano de ABC, sobre su relación con Benedicto XVI y que el miércoles 3 de abril publicará la Editorial Planeta. En páginas interiores, el Pontífice matiza que, «dentro de la continuidad, cada uno aportó su carisma personal… siempre hay continuidad, no ruptura».

Según Francisco, «Benedicto era un hombre de gran mansedumbre». Una virtud que provocó que, «en algunos casos, ciertas personas se aprovecharon, quizá sin mala intención, y limitaron sus movimientos». Con todo, recalca que su predecesor «era un hombre muy delicado, pero no débil, era fuerte». El Papa en activo recuerda que Joseph Ratzinger «era humilde y prefería no imponerse», por lo que «sufrió bastante» en su vida.

En su libro-entrevista con Martínez-Brocal, el Francisco señala cómo, durante los diez años en que los dos papas convivieron en el Vaticano, el alemán «nunca se entrometió» en las decisiones del argentino, lo que no le impidió dar su consejo cuando lo estimaba oportuno. Francisco dice: «Por ahí, en una ocasión en que hubo una decisión que no entendía, me preguntó al respecto con mucha naturalidad. Me dijo: “Mire, yo no entiendo esto, pero la decisión está en sus manos”, y yo le expliqué los motivos y quedó contento». En definitiva, «nunca me quitó el apoyo», a pesar de que «quizá hubo alguna cosa que hice con la que él no estaba de acuerdo».

El Santo Padre explica cómo Benedicto XVI «me dejó crecer» y, al mismo, tiempo le comentaba con buenas formas y confianza sus discrepancias cuando las tenía. «Si no veía clara alguna cosa, pensaba tres o cuatro veces antes de decírmelo», añade Bergoglio, quien reivindica cómo «me dio libertad para tomar decisiones».

Su adiós a Benedicto XVI

En El Sucesor, Francisco narra la última vez que vio a Ratzinger. Fue el miércoles 28 de diciembre de 2022. «Benedicto estaba acostado en la cama. Seguía consciente, pero no conseguía hablar. Me miraba, me apretaba la mano, entendía lo que yo le decía, pero no lograba articular palabra», cuenta el Papa. Revela además que «le dije unas palabras con cariño y lo bendije. De esta forma, nos despedimos».

El Pontífice aborda también un tema que «me afecta con una gran pena». En concreto, «que el día del sepelio se publique un libro que pone de vuelta y media, contando cosas que no son verdad, es muy triste». Se refiere a Nada más que la verdad: Mi vida al lado de Benedicto XVI, una biografía publicada por Georg Gänswein, secretario personal de Ratzinger, crítico en algunos pasajes con Bergoglio.

Aunque Francisco sostiene que su contenido «no me condiciona», confiesa que «me dolió que se usara a Benedicto» para generar divisiones dentro de la Iglesia. Y sobre todo, que «el libro salió publicado el día del entierro». «Eso lo viví como una falta de nobleza y de humanidad», protesta.

Finalmente, Francisco revela que ha reformado el protocolo de los funerales papales y que, en el futuro, los cuerpos de los pontífices no se expondrán fuera de su ataúd durante tres días en la basílica de San Pedro. Prefiere que los próximos sucesores de san Pedro «sean velados y sepultados como cualquier hijo de la Iglesia». «Con dignidad, como cualquier cristiano», subraya. Y que, aunque «prácticamente todos los papas han reformado el cónclave», él no se plantea hacerlo «porque me parece algo secundario».