Francisco recibe al primer ministro del Líbano e insiste en la ayuda internacional - Alfa y Omega

Francisco recibe al primer ministro del Líbano e insiste en la ayuda internacional

Saad Hariri y el Papa han abordado en su encuentro de este jueves «el papel que el Vaticano puede jugar para ayudar al Líbano» a salir de su crisis

María Martínez López
Foto: Reuters / Vatican Media

El Papa Francisco y el primer ministro del Líbano, Saad Hariri, han abordado este jueves «el papel que el Vaticano puede jugar para ayudar al Líbano». Así lo ha resumido el equipo de prensa del mismo Hariri. Sumido en una profunda crisis desde octubre de 2019, esta nación de Oriente Medio se encuentra sin Gobierno desde agosto.

El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Matteo Brunni, ha confirmado la entrevista, que ha durado una media hora. Durante la misma, «el Papa ha querido reiterar su cercanía al pueblo libanés» en este «tiempo de gran dificultad e incertidumbre». Según Bruni, Francisco «ha recordado la responsabilidad de todas las fuerzas políticas de esforzarse con urgencia en beneficio de toda la nación».

En el encuentro han participado también el exministro Ghattas Khoury y el consejero Bassem al Chab. La delegación libanesa ha obsequiado al Santo Padre con una representación de san Jorge, realizada por cristianos palestinos instalados desde hace tres generaciones en Colombia.

Más que una crisis puntual

Según informa L’Orient le jour, Hariri se ha reunido también con el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, y con Paul Gallagher, secretario de relaciones con los Estados. En su agenda hay encuentros con el primer ministro italiano, Mario Draghi, y el jefe de la diplomacia italiana, Luigi di Maio.

Hariri ya fue primer ministro entre 2009 y 2011, y entre 2016 y 2020. El año pasado se vio obligado a dimitir por la oleada de protestas iniciada en octubre de 2019. Sin embargo, en octubre fue designado otra vez primer ministro. Igual que su predecesor, Mustafá Adib, hasta ahora no ha sido capaz de formar gabinete. En este contexto, ha emprendido un tour internacional en busca de apoyos. En los últimos meses, ha visitado Egipto, Francia, Catar, Emiratos Arabes Unidos y Rusia.

Pero la Iglesia ve en la crisis política del país algo más que una circunstancia puntual. Esta visión ha llevado al patriarca maronita, Bechara Boutros Raï, a dedicar casi todas sus homilías dominicales desde hace un año a exigir a los políticos que atiendan a las necesidades de la población, favorezcan la formación de Gobierno, y defiendan la neutralidad del país.

La apuesta de la Iglesia

Es una forma indirecta (aunque a veces más explícita) de denunciar los intentos del movimiento Hizbulá de interferir en la política libanesa para arrastrar al país de los cedros a la órbita de Irán. Es uno de los obstáculos que impiden a Hariri formar gobierno, unido a sus desencuentros con el presidente Michel Aoun. Pero además ha alejado al país del apoyo de los países árabes del Golfo, sunitas; ha alejado las inversiones occidentales, claves para salir de la crisis, y frenado las reformas que la comunidad internacional exige a cambio de ayuda económica.

El Papa Francisco ha adoptado la línea de Raï. El comunicado de Brunni este jueves expresa el deseo de que «con ayuda de la comunidad internacional» el país de los cedros pueda cumplir «su vocación de ser tierra de encuentro, de convivencia y de pluralismo». Unas palabras tomadas del mensaje urbi et orbi de Pascua. La alusión a la comunidad internacional se hace eco de la petición del patriarca, el 7 de febrero, de que la ONU convoque o patrocine una conferencia internacional para consolidar las instituciones libanesas. El 27 de ese mismo mes 15.000 personas, según el patriarcado, se congregaron ante su sede en Bkerké para apoyar esta propuesta.

Recientemente, la revista Foreign policy la recogía en sus páginas. El 19 de marzo, el nuncio fue recibido por el presidente de la República, Michel Aoun. Le transmitió la preocupación de la Santa Sede por que cuanto antes se forme un nuevo Gobierno y se pongan en marcha reformas estructurales «sin olvidar la lucha contra la corrupción».