Francisco pide un alto el fuego en Ucrania y el inicio de negociaciones de paz - Alfa y Omega

Francisco pide un alto el fuego en Ucrania y el inicio de negociaciones de paz

En el primer aniversario de la «absurda y cruel» guerra de Ucrania, ha instado a los fieles a permanecer «cercanos al martirizado pueblo ucraniano»

José Calderero de Aldecoa
El Papa durante la audiencia general. Foto: Reuters / Vatican Media.

El Papa se ha adelantado al «triste» primer aniversario del inicio de la «absurda y cruel» guerra de Ucrania, que se cumple este viernes, y ha pedido durante la audiencia general celebrada este miércoles un alto el fuego en el país y que se inicien negociaciones de paz. «Una paz construida sobre matanzas nunca es una auténtica victoria», ha subrayado.

«Miles de muertos, heridos, refugiados, destrucción, daños económicos y sociales hablan por sí solos. ¿Podrá el Señor —el Dios de la paz— perdonar tanto crimen y tanta violencia?», se ha preguntado Francisco al final de la catequesis. También ha invitado a los fieles a permanecer «cercanos al martirizado pueblo ucraniano, que sigue sufriendo» y a reflexionar si han hecho todo lo posible por detener el conflicto.

Desterrar ideologías

Previamente, el Pontífice ha criticado a quienes ven «a la Iglesia como si fuera solo un parlamento». La Iglesia es otra cosa, ha explicado, «es una comunidad de hombres y mujeres que creen y anuncian a Jesucristo, pero movidos por el Espíritu Santo y no por sus propias razones».

Del mismo modo, ha subrayado que el Evangelio no es una idea o una ideología y, por tanto, no puede dividirse su interpretación según la dicotomía de conservadores y progresistas. Los que piensan así están «haciendo un partido político, un club de personas». Y no, el Evangelio es «un anuncio que te toca y te cambia el corazón».

Por último, el Papa ha invitado a dejar más espacio al Espíritu Santo, porque la Iglesia puede estar bien definida y estructurada, «pero sin el Espíritu todo queda sin alma». Y ha concluido: «La Iglesia, si no le reza y no lo invoca, se encierra en sí misma, en debates estériles y agotadores, en polarizaciones fatigosas, mientras se apaga la llama de la misión. El Espíritu, en cambio, nos hace salir, nos impulsa a anunciar la fe para confirmarnos en la fe, a ir en misión para encontrar quiénes somos».