Francisco pide por las víctimas en Libia y Marruecos
En la audiencia general del 13 de septiembre, el Papa recuerda la beatificación de la familia Ulma y pone como ejemplo a José Gregorio Hernández
«Mi pensamiento va al pueblo libio, duramente golpeado por las violentas lluvias que han provocado inundaciones, causando muchos heridos y grandes daños», ha dicho el Papa este miércoles al concluir su audiencia general. En su saludo en italiano, el Santo Padre ha invitado a los peregrinos a unirse «a mi oración por los que han perdido la vida, sus familias y los refugiados». «Que no falte nuestra solidaridad por nuestros hermanos probados por esta calamidad», ha solicitado.
Francisco también ha pedido por «el noble pueblo marroquí», víctima de un intenso terremoto el viernes 8 de septiembre. «Recemos por sus habitantes, para que el Señor les de fuerza para recomponerse tras este terrible desastre».
Y en su mensaje a los polacos tras la catequesis, los ha felicitado por la beatificación el domingo 10 de septiembre de la familia Ulma y ha enviado un saludo a Adam Szal, arzobispo polaco de Przemyśl, «que con una delegación ha traído a Roma las reliquias de los nuevos beatos mártires». Francisco les ha prometido bendecir las imágenes para que las lleven de vuelta a su diócesis.
El beato José Gregorio, «un mendigo de Dios»
En la audiencia general, Francisco ha continuado su ciclo de catequesis sobre el celo apostólico. Se ha detenido en el ejemplo del beato José Gregorio, un médico venezolano nacido en 1864 que heredó la fe de su madre y que por motivos de salud debió interrumpir sus estudios para convertirse en sacerdote. Fue beatificado el 21 de abril de 2021.
Francisco ha recalcado cómo esta imposibilidad para convertirse en sacerdote llevó al beato José Gregorio a desempeñar su servicio a Dios de otra manera y ofrecer asistencia sanitaria gratuita a las personas sin recursos «hasta ser reconocido en su patria como el médico de los pobres». «Prefería la riqueza del Evangelio a la del dinero, gastando su existencia para socorrer a los necesitados».
El Papa ha comentado a los peregrinos en la Plaza de San Pedro que al beato José Gregorio «la fragilidad física no le llevó a cerrarse en sí mismo sino en convertirse en un médico más sensible a las necesidades de los demás». «Ese es el celo apostólico, no sigue las propias aspiraciones, sino que está disponible a los diseños de Dios», ha detallado Francisco.
«¿De dónde le venía a José Gregorio todo este entusiasmo, todo este celo? De una certeza y una fuerza», ha respondido Francisco. Según sus palabras, «la certeza era la gracia de Dios». «Él se sentía un mendigo de Dios, por eso era natural que se ocupara de los que mendigaban por las calles y estaban en extrema necesidad del amor que él recibía gratuitamente cada día de Jesús». Por otro lado, el Papa ha sostenido que el beato conseguía la fuerza de «la intimidad con Dios». «En la Misa ofrecía a Jesús todo lo que vivía: llevaba a los enfermos y a los pobres a los que ayudaba, a sus alumnos, las investigaciones que emprendía y los problemas que tenía».
Finalmente Francisco ha animado a los peregrinos a seguir el ejemplo de José Gregorio y aplicar esa fe «también al compromiso ante las grandes cuestiones sociales económicas y políticas de hoy». «Mucha gente critica y dice que todo está mal, pero el cristiano no está llamado a eso sino a ensuciarse las manos», ha sentenciado.