Francisco buscará en Marsella «una línea profética»
El Papa clausurará en Marsella, del 22 al 23 de septiembre, la tercera edición de los Encuentros Mediterráneos. Se espera la asistencia de obispos de 30 países y jóvenes como Rita Abi Hanna, del Líbano, y Carla Ghulam, siria
Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella y cardenal desde 2022, es tajante: «Hay que evitar criminalizar al emigrante que huye como si fuera la causa de todos los males universales». Al mismo tiempo, pide «evitar la ingenuidad» y reconocer que muchos barrios de Europa se enfrentan al «alto desempleo» y a «la degradación». El purpurado francés acaba de pasar por el Centro Español de Estudios Eclesiásticos de Roma antes de que el Papa visite su archidiócesis del 22 al 23 de septiembre, en un viaje donde se abordará en profundidad el reto migratorio y las tensiones geopolíticas y religiosas en la región.
Francisco clausurará el domingo en Marsella la tercera edición de los Encuentros Mediterráneos. Es un evento que reunirá a obispos de 30 países y a jóvenes de todas las nacionalidades. «La primera idea era reunirse en el norte de África, pero la situación política en esa región es un poco inestable y sus obispos decidieron que no podían organizar la reunión», revela Jean-Marc Aveline en el encuentro con periodistas en el que estuvo presente este semanario. Finalmente, aunque el Papa no viajará a un país de mayoría musulmana, sí que lo hará a la ciudad donde el islam tiene un mayor peso en Europa. De los 860.000 habitantes de la localidad francesa de Marsella, se calcula que entre un tercio y la mitad profesa este culto. La mayoría son personas procedentes de Túnez y Argelia.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, intentaron escenificar el pasado domingo en la isla de Lampedusa un abordaje común al recrudecimiento de la crisis migratoria, que ha llevado a la isla a más de 11.000 personas en pocos días, incluido un niño de 3 años hallado solo en el desierto. Otros dos bebés murieron en el mar. «El objetivo debe ser la repatriación, no la redistribución», reclamó Meloni. Sin darle la razón, Von der Leyen presentó un programa de diez compromisos con medidas para desincentivar la migración y promover el retorno voluntario, más vigilancia en las fronteras y también vías legales. Es «un desafío no fácil», reconoció el Papa el mismo día durante el rezo del ángelus. «El futuro será próspero solo si se construye en la fraternidad poniendo en primer lugar la dignidad humana».
Según el arzobispo de Marsella, el cierre de los Encuentros Mediterráneos supone una oportunidad de oro para que los cristianos huyan de la «explotación electoral» que suscitan los discursos sobre migraciones y desarrollen «una tercera vía, que es la línea profética de aplicar la proximidad, identificar el bien común y buscar la armonía con el todo». Con esta preocupación, una de las primeras actividades de Francisco en Marsella será un momento de recogimiento con los líderes religiosos en un memorial dedicado a los marineros y migrantes desaparecidos en el mar. Al día siguiente se reunirá con Emmanuel Macron, presidente de Francia, y celebrará Misa en el estadio Vélodrome. La visita del Papa coincidirá con un partido de la Copa Mundial de Rugby entre el país galo y Namibia, por lo que se espera una asistencia multitudinaria entre ambos eventos y las Fuerzas de Seguridad ya han extremado las precauciones.
«Voy a Marsella para que la voz de un joven cristiano exprese qué sucede en el Líbano y cuáles son nuestros desafíos», cuenta a Alfa y Omega Rita Abi Hanna. Ha viajado a Francia para ver al Papa y desde julio forma parte del Consejo de Jóvenes del Mediterráneo, la gran apuesta de los obispos de la región para tejer unidad entre los cristianos poniendo en contacto a veinteañeros con potencial para convertirse en líderes el día de mañana. Rita Abi Hanna se reunirá con Francisco el domingo antes de la Misa. «Espero que el Papa nos escuche y, si tengo la oportunidad, le diré que visite el Líbano, porque todos los libaneses necesitan sentirse acompañados y escuchados».
También la siria Carla Ghulam está en Marsella en representación de los jóvenes cristianos que se reunieron en Florencia en el mes de julio. «Fue la primera vez que conocí a jóvenes de otras nacionalidades y compartí mis ideas con ellos». Quiere decirle al Papa «que los sirios podemos cambiar el mundo con nuestras experiencias». Cuenta que, tras los primeros años de guerra, ahora su país atraviesa graves estrecheces económicas. «Nos faltan el agua y la electricidad». Y subraya el apoyo que recibe de Ayuda a la Iglesia Necesitada. Para ella los fenómenos migratorios también suponen un desafío, aunque de modo contrario al de los europeos, pues tras doce años de conflicto sus amigos se están marchando a otros países «para tener una vida mejor, estudiar, conseguir un trabajo y enviar dinero a sus padres».