Profesor de Filosofía en San Dámaso: «Filosofar es tener los ojos muy abiertos a la realidad» - Alfa y Omega

Profesor de Filosofía en San Dámaso: «Filosofar es tener los ojos muy abiertos a la realidad»

En el Día Mundial de la Filosofía, el profesor José Antúnez valora cómo esta disciplina permite «tomar distancia de lo que sucede en lugar de dejarse arrastrar»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: pxhere.com.

En el año 2005, la Unesco reservó cada tercer jueves de noviembre la celebración del Día Mundial de la Filosofía, con objeto de subrayar «el valor duradero de la filosofía para el desarrollo del pensamiento humano, para cada cultura y cada individuo». Para José Antúnez, profesor de Filosofía en la Universidad San Dámaso, «seguimos teniendo mucho que celebrar».

¿Hay motivos para celebrar este Día Mundial de la Filosofía en la actualidad?
Yo creo que sí. Al convocar esta jornada la misma Unesco se da cuenta de la importancia que tiene. Es verdad que en muchos planes educativos ha pasado a un segundo plano, pero la sociedad sigue demandando pensar sobre las cosas que pasan para dar soluciones de futuro. Eso es filosofía y eso es lo que hace todo un ejército de filósofos que prestan ese servicio dando clases en institutos y universidades.

Al pensar en un filósofo, pensamos en hombres vestidos con una túnica deambulando pensativos por Atenas. ¿Qué es un filósofo hoy?
En el fondo, es una persona que da cuenta de las cosas. Cualquier persona que se para un segundo y toma distancia de lo que sucede en lugar de dejarse arrastrar ya está haciendo filosofía; alguien que piensa hacia dónde va, cómo ser más feliz… El filósofo profesional es eso mismo pero tomando la forma en una vocación para dedicarle tiempo y enseñar lo aprendido a otros.

Sin embargo, parece que cualquiera que pone un tuit ingenioso es ya un filósofo, y muchas veces lo que se difunde son ideas de otros o maneras de pensar que están en el ambiente. ¿Qué hace falta para no dejarse arrastrar por ellas?
Una vez que a uno se le despierta una inquietud, puede acudir a un maestro, o a una escuela. Aprender filosofía no es aprender meros datos, sino empezar a fiarse de la mano de maestros para entrar en cuestiones de fondo que, al final, se comunican entre ellas. Hay una tarea académica y también una hondura existencial. Y si se puede encontrar un maestro vivo, mucho mejor.

El profesor José Antúnez Cid
El profesor José Antúnez Cid. Foto: Universidad San Dámaso.

¿Filosofar es ausentarse del mundo?
Para nada, es tener los ojos muy abiertos a la realidad, estar muy pegado a la vida, en contacto con la gente, con la actualidad. Un filósofo no piensa en abstracciones, sino en el lugar del hombre el mundo, en el planeta, en cómo mejorar la convivencia. Necesitas estar dentro de este mundo y tener empatía y capacidad de escucha.

En este panorama de planes educativos más técnicos, las humanidades están siendo desplazadas…
Hay una tendencia muy norteamericana a la especialización en áreas muy concretas. La filosofía aporta una visión de conjunto, armoniza las cosas y las coloca en relación con el hombre, para el desarrollo de la convivencia y de la sociedad. Tú puedes desarrollar una IA, crear una nueva terapia genética o intentar resolver un problema económico internacional, pero esas cuestiones plantean al final preguntas de fondo. Cómo orientar todos esos ámbitos de la manera más humana posible para hacernos mejores personas es competencia filosófica. Las dota de un carácter ético para evitar que nos desborden.

La Iglesia custodia un modo de hacer Filosofía muy concreto, orientado a la búsqueda de la verdad. ¿Cómo dialoga con el mundo de hoy desde esta perspectiva?
La Iglesia conserva una filosofía que aporta una savia siempre nueva. El realismo aristotélico tomista se abre a la realidad en toda su hondura y es una fuente de riqueza para el mundo de hoy, en el que prima una filosofía más empirista y funcional que a veces cae en el relativismo para evitar dogmatismos. Pero esta filosofía no es una escuela cerrada. Hay pensadores creyentes que conociendo esta tradición dialogan desde ella con la modernidad. Un ejemplo es Edith Stein, discípula de Husserl, cuyo pensamiento conjugó con el de Tomás de Aquino. Y también hay filósofos que no son creyentes pero que tienen aportaciones que incluso mencionan los últimos Papas en algunos de sus documentos. La Iglesia no da lecciones de filosofía, sino que se presta al diálogo y se enriquece con las contribuciones de otros pensadores menos afines.