Feminismo del bueno - Alfa y Omega

Feminismo del bueno

Se atrevió a decir al pueblo español no lo que quería oír, sino lo que necesitaba escuchar. Hablaba de educación, de justicia, de moral, de libertad, de una España reconciliada consigo misma y abierta a la modernidad

Ricardo Ruiz de la Serna
Foto: Biblioteca nacional de España

Yo no sé qué hubiese dado por conocerla, por escucharla, por abrazar junto a ella alguna de las causas que defendió con elocuencia ardiente. Ahora algunos la llaman Emilia, con mezcla de cariño y cercanía, pero yo prefiero llamarla doña Emilia porque con alguien que me mira así es mejor ser prudente. Poca broma.

Carlista en su juventud, tradicionalista y moderna, feminista decidida, católica siempre, la condesa de Pardo Bazán (1851-1921) encarna la mejor España de la regeneración de finales del siglo XIX y principios del XX. Esta mujer lo fue todo: escritora, empresaria, periodista, polemista, lectora voraz y madre. A su hijo primogénito –y a su nieto, por cierto– los mataron unos milicianos en una saca en agosto de 1936. Terrible final para quien compartió la vida de esta dama que nos mira desafiante desde el blanco y negro de este retrato.

Feminismo del bueno. Honrados por el tiempo, resistentes a la historia, los textos de doña Emilia nos enamoran desde su libertad sin compromisos: «Que el bendito público no iba a hallar conforme mi conducta con la ortodoxia social, corriente, ya me lo presumía». Se atrevió a decir al pueblo español no lo que quería oír, sino lo que necesitaba escuchar. Hablaba de educación, de justicia, de moral, de libertad, de una España reconciliada consigo misma y abierta a la modernidad.

En la Biblioteca Nacional de España se inauguró el lunes la exposición Emilia Pardo Bazán. El reto de la modernidad. Comisariada por la profesora Isabel Burdiel y fruto de la colaboración entre la biblioteca, Acción Cultural Española, la Xunta de Galicia y la Comunidad de Madrid, la muestra rinde cumplido homenaje a la escritora en el centenario de su fallecimiento. Ahí pueden ver este retrato que no nos invita a venir, sino que nos desafía a hacerlo.

No falten a la cita. Lean sus textos. Vean las más de 200 piezas –entre libros, manuscritos, fotos y hasta muebles– que resumen una vida densa y rica. No vayan deprisa. Con una señora como esta no se puede andar a la carrera. Pueden visitarla hasta el 26 de septiembre.

Dense prisa.

Doña Emilia los está esperando.