Federica Sasso: «En Israel ha calado la idea de que está bien ser hostil contra las minorías»
La ONG Rossing Center ha publicado recientemente un informe sobre los ataques a cristianos en Israel y Jerusalén este
El informe Ataques a cristianos en Israel y Jerusalén este constató once casos de acoso verbal, siete agresiones violentas, 32 ataques a la propiedad de las Iglesias, una profanación de un cementerio y 30 casos denunciados de escupitajos a miembros del clero y a los peregrinos durante el año 2023. Un clima de hostilidad que una de las autoras del estudio publicado por la ONG Rossing Center, Federica Sasso, atribuye en parte a la «creciente polarización y radicalización dentro de la sociedad israelí».
¿Es la primera vez que se hace un recuento de los ataques contra los cristianos?
En el pasado se han recopilado distintos datos desde algunas familias religiosas, como los franciscanos, o entidades, como el organismo dedicado a la libertad religiosa de Estados Unidos que depende del Departamento de Estado, pero no había un criterio unitario. Por ejemplo, el Patriarcado ortodoxo contabilizaba incidentes relacionados con la cuestión de la propiedad dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, pero no ataques físicos. Por tanto, nuestra iniciativa surgió para intentar superar la fragmentación que dominaba estos recuentos. Queríamos unificar criterios y datos.
¿A quién han consultado para recopilar estos datos?
Realizamos el informe en colaboración, en primer lugar, con las propias comunidades cristianas. No hubiera sido posible sin la colaboración tanto de los dirigentes de las Iglesias, que nos dieron su bendición desde el principio, como de las comunidades, que son las que en definitiva viven estas experiencias concretas diariamente: sobre todo, en lo que se refiere al acoso verbal y a los escupitajos. Hemos consultado también al Centro Intercultural de Jerusalén y al Centro de Datos de Libertad Religiosa, que se fundó en 2023 como una plataforma a través de la cual las víctimas pueden comunicar cuando han sufrido un ataque. También han participado otras organizaciones que forman parte de la sociedad civil israelí y a las que también ha perturbado este ambiente de hostilidad. Además, hemos contado con la ayuda de ciudadanos privados: por ejemplo, algunos guías turísticos, que trabajan mucho en la Ciudad Vieja y han percibido que en el último año se ha producido este terrible aumento de los ataques contra cristianos y contra los peregrinos que visitan los lugares santos.
¿Con qué se compara, para que hablen de un notable aumento de los ataques contra los cristianos?
Antes de este informe no existía una metodología común de recuento. Por lo que es difícil hacer una comparación científica. A partir del año que viene podremos hacerlo. En cualquier caso, las cifras que comunicamos son solo las de los ataques constatados: los que han sido comunicados directamente. Pero son solo la punta del iceberg, una mínima fracción de lo que pasó realmente durante el 2023; en especial, con respecto a los escupitajos. El 100 % de los religiosos con los que hemos hablado, y son muchos, nos ha confirmado que este fenómeno de los escupitajos es algo que sufren semanalmente. Nosotros hemos contabilizado solo 30 pero son muchísimos más. Es un gesto con la clara intención de ofender que también se hace contra personas no religiosas, que simplemente llevan una cruz al cuello mientras pasean por la Ciudad Vieja.
¿Las personas que realizan estos gestos ofensivos se sienten un poco intocables?
No sé si intocables, pero hay cierta sensación de impunidad. El 1 de enero se produjo un violento ataque contra el cementerio protestante en el monte Sión; las lápidas yacían rotas en pedazos y las cruces, por el suelo. Fueron dañadas de forma muy violenta y las imágenes de las cámaras mostraron que los atacantes —dos hombres vestidos como judíos ortodoxos— fueron al cementerio, entraron y, a plena luz del día, con gran despreocupación, profanaron las tumbas. Ha habido en el pasado ataques a propiedades cristianas, pero jamás con esta frecuencia e intensidad. Incluso el cardenal Pizzaballa ha dicho en público, que cuando llegó a Tierra Santa, le habían advertido de que los escupitajos era algo que le podía ocurrir; pero la frecuencia de esta ofensa ha aumentado absolutamente de forma desproporcionada.
Entonces es un hecho que el ascenso al poder en diciembre del 2022 del nuevo Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu con socios de la extrema derecha religiosa ha empeorado la vida de las comunidades cristianas de Tierra Santa.
Hay una especie de solapamiento entre el creciente ultranacionalismo político, que también toca a grupos religiosos que antes no estaban necesariamente en estas posiciones políticas, y este sentimiento contra las minorías religiosas y contra todo lo que no sea judaísmo ortodoxo. Sin embargo, no puedo decir que haya una agenda política, o un mensaje lanzado desde el poder político que aliente estas posiciones. En todo caso, hay un mensaje generalizado que está calando socialmente de que todo lo que se desvíe de una cierta identidad religiosa judía ortodoxa, todo lo que sea minoritario en ese sentido, no es bienvenido. Esto también sucede para los que forman parte del judaísmo no ortodoxo. Así que la idea que ha calado es que está bien ser hostil contra las minorías. Los cristianos, obviamente, entran dentro de esta categoría de grupos.
¿Cuál es la causa subyacente?
Nuestra interpretación es que, en parte, esta hostilidad se debe a una creciente polarización y radicalización dentro de la sociedad israelí, como estamos viendo en todo el mundo. También hay en la base un creciente empuje derechista y nacionalista que vemos en algunos de los miembros del actual Parlamento israelí que tienen posiciones realmente muy radicales, incluso violentas, de fuerte intolerancia frente a la diversidad. Además, subyace la aprobación de la famosa Ley del Estado Nación Judío de 2018, que especifica que Israel es el Estado nación exclusivamente de los judíos. Ante este documento, las distintas iglesias han emitido quejas. Lo preocupante de esto es que pone a cualquier otro grupo, incluso a los ciudadanos (no olvidemos que muchos cristianos son ciudadanos palestinos de Israel), como ciudadanos de segunda clase. Todo esto ha generado un humus que no es positivo ni acogedor con respecto a la diversidad.
En el informe también se aducem como razón el desconocimiento del cristianismo o los prejuicios.
Hemos revelado un problema de fondo en el bagaje histórico de las relaciones judeo-cristianas forjado durante milenios. Israel es el único lugar en el mundo donde las relaciones judeo-cristianas son completamente diferentes de las que tenemos en Occidente; es decir, es el único lugar donde la población judía es mayoría y los cristianos son minoría, por lo que es una relación de minoría completamente invertida en comparación con Occidente. Además, los judíos han experimentado una persecución continua con los pogromos rusos en Europa del Este y luego con el Holocausto. Pero las relaciones históricas locales no tienen una experiencia de violencia porque aquí las comunidades musulmana y cristiana siempre han convivido con la comunidad judía. Sin embargo, las comunidades cristianas autóctonas son árabes y aquí está muy presente de fondo el conflicto palestino-israelí.
Además, en la percepción que los judíos israelíes siguen teniendo del cristianismo hay ciertos estereotipos que se han perpetuado incluso en los programas de estudio de los colegios. Por eso en las recomendaciones de nuestro informe hemos dicho que la parte educativa es realmente fundamental. Es necesario explicar que el cristianismo es, ante todo una identidad religiosa, que debe separarse de la memoria histórica de la Shoah. Los judíos israelíes cargan inevitablemente con esos 6.000 años de traumas, pero hay que hacer un trabajo de separación. Con todo, hemos constatado un interés creciente en la sociedad israelí hacia el cristianismo.