Expulsiones de Jerusalén a golpe de cheque - Alfa y Omega

Expulsiones de Jerusalén a golpe de cheque

La venta de propiedades cristianas a inversores judíos ha abierto la puerta a una mayor presencia hebrea en la Ciudad Vieja y ha puesto en peligro la supervivencia de la minoría cristiana

P. J. Armengou
En el aparcamiento del barrio armenio ya luce el logo de la empresa israelí Xana Capital. Foto: P. J. Armengou.

La conquista de Jerusalén también se juega en el plano económico. La venta de propiedades cristianas a inversores judíos ha abierto la puerta a una mayor presencia hebrea en la Ciudad Vieja y ha puesto en peligro la supervivencia de la minoría cristiana. El último caso, especialmente polémico y turbio, es el de varios bienes inmuebles del Patriarcado armenio, que parece ser que han sido arrendados, por un período de 100 años, por un misterioso empresario de nacionalidad australiana e israelí, Danny Rothman. Se supone que el alquiler del terreno debe servir para construir un hotel de ultralujo, pero el miedo es que acabe albergando asentamientos judíos.

Aunque todavía se desconocen todos los detalles del acuerdo, se baraja la posibilidad de que la Iglesia armenia hubiera cedido el inmenso aparcamiento del barrio armenio —donde ya luce un cartel con el logo de la empresa de Rothman, Xana Capital—, así como varias tiendas, un restaurante y diversas viviendas cuyos habitantes pueden que se enfrenten ahora a un desahucio. En total, el trato puede incluir unos 11.500 metros cuadrados. O, lo que es lo mismo, el 25 % del barrio y el 14 % de la Ciudad Vieja de Jerusalén, ambicionada como capital por israelíes y palestinos. Jordania y la Autoridad Nacional Palestina ya han condenado el trato y han suspendido el reconocimiento al Patriarca armenio.

«Con una firma se han cargado 1.700 años de presencia armenia en Jerusalén», se lamenta el armenio Setrak Balian, que lidera las protestas vecinales contra el acuerdo. El joven explica que los vecinos apenas tienen información sobre el trato, que cambiará su barrio por completo, y se muestra seguro de que, en todo este asunto, tiene que haber gato encerrado. «O bien alguien se ha vuelto loco o bien el Gobierno israelí presionó, o bien alguien se ha llevado dinero. Además, el Patriarcado no tiene problemas económicos y siempre ha dicho que jamás vendería sus propiedades. No tiene ningún sentido», opina.

La postura oficial del Patriarcado ha sido, hasta el momento, ambigua. Tan solo ha reconocido la cesión de ciertas propiedades (sin especificarlas) y ha dado a entender que el contrato se firmó sin el conocimiento pleno del patriarca. Este, a su vez, se ha atrincherado en el convento donde vive y no concede entrevistas. Su versión es que el antiguo responsable de los bienes inmobiliarios de la Iglesia, el sacerdote Khachik Yeretzian, le engañó para firmar el contrato. Yeretzian ha sido expulsado de la Iglesia y ha huido a los Estados Unidos.

El religioso ha asegurado a Associated Press que el patriarca conocía los detalles del trato y ha indicado que afirmar que la venta servirá para construir asentamientos es pura «propaganda». «La intención nunca ha sido judaizar el sitio», ha asegurado el sacerdote, puntualizando que Rothman no tiene agenda política. Según los vecinos, es posible que Yeretzian se haya embolsado un soborno por parte de Xana Capital y haya cedido el terreno por unos 350.000 dólares al año, más el 2 % de los beneficios del hotel. Un precio muy bajo, teniendo en cuenta que el terreno está valorado en 35.444 millones de euros.

El del aparcamiento armenio no es el único caso de propiedades cristianas que han pasado a manos judías de forma poco clara. Uno de los ejemplos más sonados fue el de los hoteles Imperial y Petra, en la Puerta de Jaffa. Ambos inmuebles fueron cedidos por la Iglesia ortodoxa griega a varias compañías extranjeras. Según se supo más tarde, eran tapaderas de la organización colonial judía Ateret Cohanim, dedicada exclusivamente a crear una mayoría hebrea en la Ciudad Vieja.

Cuando en 2005 se conoció la identidad del comprador, y el precio irrisorio del alquiler por 100 años, el patriarca Irineo negó saber nada del trato y acusó a su director financiero, Nicholas Papadimas, de haber cerrado el acuerdo sin permiso de la Iglesia, y cobrando un soborno. Tanto Irineo como Papadimas fueron cesados y el actual Patriarca, Teófilo III, llevó el caso a los tribunales. Tras muchos años de litigios, a principios del 2022, el Tribunal Supremo dio la razón a Ateret Cohanim.

«Todo forma parte del plan general sionista de conseguir más territorio y más propiedades, ya sea mediante la manipulación, la compra o la violencia», opina Yusef Daher, secretario ejecutivo del Jerusalem Inter-Church Center.

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