Fe y ecumenismo - Alfa y Omega

Fe y ecumenismo

Rezo de Vísperas con motivo de la clausura del Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos

Papa Benedicto XVI
Benedicto XVI

La comunión en la misma fe es la base para el ecumenismo. La unidad, de hecho, es donada por Dios como inseparable de la fe. La profesión de la fe bautismal en Dios, Padre y Creador, que se ha revelado en su Hijo Jesucristo, derramando el Espíritu ya une a los cristianos. Sin la fe, todo el movimiento ecuménico se reduciría a una forma de contrato, al que adherirse por un interés común. Las cuestiones doctrinales que todavía nos dividen no deben ser descuidadas o minimizadas. Más bien, deben ser afrontadas con valentía, en un espíritu de fraternidad y de respeto mutuo. El diálogo, cuando refleja la prioridad de la fe, permite abrirse a la acción de Dios con la firme confianza en que nosotros solos no podemos construir la unidad, sino que es el Espíritu Santo el que nos guía hacia la comunión plena.

La verdadera fe en Dios es inseparable de la santidad personal, así como de la búsqueda de la justicia. Caminar humildemente con Dios significa, en primer lugar, caminar en una fe radical, como Abraham, confiando en Dios, aún más, encomendándole todas nuestras esperanzas y aspiraciones, pero también significa caminar más allá de las barreras, más allá del odio, el racismo y la discriminación social y religiosa, que dividen y perjudican a toda la sociedad.

El ecumenismo espiritual, especialmente la oración, es el corazón del movimiento ecuménico. Sin embargo, el ecumenismo no dará frutos duraderos si no se acompaña de gestos concretos de conversión, que muevan las conciencias y favorezcan la cura de los recuerdos y de las relaciones.

(25-I-2013)