Familia - Alfa y Omega

«En los otros sitios a los que me habían llevado, siempre me habían mirado a mí. Aquí, en Proyecto Hombre, mirasteis a toda la familia». Este es el relato de un menor, de 17 años, que el otro día terminaba su proceso en el programa de prevención. Lo terminaban él y su familia. Y, porque es un acontecimiento importante en la vida de esta familia, lo celebramos, porque todo lo importante hay que ritualizarlo. Aunque de la fiesta de graduación les hablaré otro día.

En Proyecto Hombre dejamos de poner el foco en la persona en proceso, sea adulta o menor. Y lo ponemos en ella y en el contexto que la envuelve, sea el entorno educativo o laboral, la familia, el grupo de amistades, o la sociedad en general. Porque entendemos que es desde esa interacción desde donde la persona elige su camino. La familia es el entorno más cercano; por lo tanto, el que más nos influye, sobre todo en los primeros años de vida. Por eso hay que mirarla, porque del cambio que esta haga, dependerá la mayor probabilidad de éxito en el resultado.

Esto no quiere decir que la familia tenga toda la responsabilidad, ojo. Que las familias hacemos lo que podemos por amor. Sin embargo, también es necesario sanar heridas, entender que nos hemos equivocado (incluso por amor) y que hemos de rectificar y aprender formas nuevas para que todo cambie.

Cuando llegan aquí, unas veces hay que sanar las relaciones, que están seriamente dañadas, porque independientemente de lo que haya hecho la familia (bien o mal), han sufrido o sufren las graves consecuencias que acarrea una adicción. Y esa es una herida que tarda mucho tiempo en hacerse pequeña.

Otras veces, lo que ocurre es que las familias, a pesar de su ánimo y entrega, no saben hacerlo de tal forma que sea positivo para el familiar a quien acompañan. Y hay que darles herramientas.

De cualquier forma, lo que les pedimos a las familias es que establezcan alianzas con el programa, que nos cuenten, que se dejen empapar y encuentren su posibilidad de crecimiento. Porque el programa va a revolucionar su casa, aunque va a ser una revolución de y por amor.