Fallece Manuel Arroba, decano de la sección de Madrid del Instituto Juan Pablo II

El claretiano Manuel Jesús Arroba Conde, decano de la sección de Madrid del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia, ha fallecido este martes en Madrid. Fue el encargado de lanzar en la capital, en 2019, esta institución formativa con el objetivo de poner en el centro a la «familia como sujeto y objeto de la evangelización», y también como «capital social», explicó en su día a Alfa y Omega. Entre sus prioridades, estuvo incluir en la formación que se impartía otros tipos de conocimientos más allá de la teología moral, y favorecer la investigación y la implicación en la pastoral familiar.

Arroba, de 65 años, ha muerto como consecuencia de un tumor de pulmón e hígado que le había sido diagnosticado hace meses. Originario de Casas de Don Pedro (Badajoz), era licenciado en Teología Dogmática por la Facultad de Teología de Granada y doctor por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, donde también enseñó durante 30 años. Fue consultor de los dicasterios para la Doctrina de la Fe y para los Textos Legislativos; así como juez y referendario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica y del Tribunal de la Rota de la Nunciatura en España. El año pasado, se incorporó también al claustro de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Participó en el Sínodo de los Obispos sobre la familia, tanto en su asamblea extraordinaria de 2014 como en la ordinaria de 2015. Con motivo de su nombramiento como decano de la sección de Madrid del Instituto Juan Pablo II, explicó a Alfa y Omega que en las asambleas sinodales «la discusión no estuvo tan centrada en la idea de la comunión de los divorciados vueltos a casar». Lo que ocurrió en realidad fue que «toda la Iglesia se expresó recogiendo la preocupación de siempre sobre la familia, pero dándole un desarrollo interesante» que luego se formuló en la exhortación Amoris laetitia.

La herencia de san Juan Pablo II

Así, se recogieron nuevos desafíos como la secularización, una nueva legislación «realmente preocupante» y «una debilidad personal muy acusada a causa del narcisismo», que debían incorporarse al estudio de la familia sin «dilapidar la herencia de san Juan Pablo II». También se subrayó «la importancia que tiene la realidad familiar para el crecimiento de las personas en la educación social, la transmisión de la fe… Esto no es un patrimonio solo del creyente, sino un bien en sí, un deseo profundo de relaciones de gratuidad, perdón o sacrificio desde un punto de vista experiencial». Este enfoque exige, añadía, no centrarse «solo en la pareja, sino en la familia como capital social».

Un año después, al hacer balance de los primeros meses de andadura de la sección, insistió en que «estamos intentando no matrimonializar la enseñanza, sino referirnos a la familia como sujeto y objeto de la evangelización». Como consecuencia, «el planteamiento ya no es solo ni fundamentalmente de teología moral, sino que es jurídico, económico, sociológico, psicológico…».

El obituario difundido por la provincia de Fátima de los claretianos define a Arroba como un «hombre bueno y humano» que en todas las tareas que le encomendaron «pasó haciendo el bien». Destaca también su «gran sagacidad jurídica» y la forma en la que daba «un sentido pastoral al derecho». Con su «alto nivel humano y religioso», deja «el testimonio de una vida misionera enraizada en la fe y en el amor».

El funeral tendrá lugar el próximo miércoles, 31 de mayo, a las 17:00 h en la parroquia del Inmaculado Corazón de María de Madrid. Seguidamente será incinerado en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena. El velatorio está teniendo lugar este martes en la sala 28 del tanatorio de la M30, en la capital.