Europa necesita «familias cristianas ejemplares» - Alfa y Omega

Europa necesita «familias cristianas ejemplares»

El viaje de Benedicto XVI a Croacia, entre el 4 y el 5 de junio, ha sido la última etapa, hasta ahora, de su vuelta a Europa, en la que anima a redescubrir los valores que han edificado la civilización europea y a evitar su derrumbe. Si el peligro, en el siglo XX, fueron los totalitarismos políticos, el reto es hoy el secularismo y la desesperanza, frente a lo cual el Papa ha pedido a la familia cristiana que dé un valiente testimonio de fe

Jesús Colina. Roma
El Papa, a su paso por la catedral de Zagreb.

La decimonovena Visita apostólica internacional del Papa, su decimotercera al Viejo Continente, ha tenido como única meta Zagreb, y se ha convertido, de algún modo, en la preparación inmediata de su próxima gran peregrinación, a Madrid, donde presidirá en agosto la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Benedicto XVI, que ha demostrado cómo la salud le está acompañando en estos breves pero maratónicos desplazamientos, está entretejiendo discursos europeos —tras los pronunciados en Ratisbona (septiembre de 2006), París (septiembre de 2008), y Londres (septiembre de 2010)—, que no sólo buscan preservar las raíces cristianas, sino la misma civilización europea. En Zagreb, el Santo Padre mantuvo tres encuentros en los que participaron unas 450 mil personas, lo que equivale nada menos que a un décimo de la población croata: tres citas con los jóvenes, las familias y la sociedad civil.

En preparación de Madrid

El mismo Papa presentó la vigilia que presidió en la noche del sábado, en la plaza más céntrica de Zagreb, con 50 mil jóvenes, como una preparación para la JMJ de Madrid, que culminará el 21 de agosto. Junto a los jóvenes, meditó en el lema que ha escogido para su cita española: Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe, y ofreció algunos bosquejos de lo que será su mensaje en Madrid: «El Señor Jesús no es un maestro que embauca a sus discípulos —dijo a los muchachos—: nos dice claramente que el camino con Él requiere esfuerzo y sacrificio personal, pero que vale la pena».

«No os dejéis desorientar por las promesas atractivas de éxito fácil, de estilos de vida que privilegian la apariencia en detrimento de la interioridad», advirtió el Pontífice a los jóvenes, que sorprendieron a quienes siguieron el evento en vivo o, por televisión, por su espíritu de oración, que hizo de la plaza Josip Jelacic un templo, «cuya bóveda es el cielo mismo, que esta tarde parece inclinarse sobre nosotros». Y añadió: «No cedáis a la tentación de poner la confianza absoluta en el tener, en las cosas materiales, renunciando a descubrir la verdad que va más allá, como una estrella en lo alto del cielo, donde Cristo quiere llevaros. Dejaos guiar a las alturas de Dios».

Familia y civilización

La visita tuvo su momento culminante el domingo por la mañana, cuando el Papa presidió la celebración eucarística, en el hipódromo de Zagreb, con la participación de 400 mil personas, uno de los encuentros más multitudinarios de la historia de este país de cuatro millones y medio de habitantes, de los cuales el 88 % es católico. Para el Papa, la cuestión de la familia no es sólo una cuestión de ética religiosa, sino el fundamento mismo de la civilización. «Hemos de constatar desafortunadamente cómo, especialmente en Europa, se difunde una secularización que lleva a la marginación de Dios de la vida y a una creciente disgregación de la familia. Se absolutiza una libertad sin compromiso por la verdad, y se cultiva como ideal el bienestar individual a través del consumo de bienes materiales y experiencias efímeras, descuidando la calidad de las relaciones con las personas y los valores humanos más profundos; se reduce el amor a una emoción sentimental y a la satisfacción de impulsos instintivos, sin esforzarse por construir vínculos duraderos de pertenencia recíproca y sin apertura a la vida».

Según Benedicto XVI, «estamos llamados a contrastar dicha mentalidad». Y subrayó: «En la sociedad actual es más que nunca necesaria y urgente la presencia de familias cristianas ejemplares». Por eso, dirigiéndose a las familias, les alentó: «¡Sed valientes! No cedáis a esa mentalidad secularizada que propone la convivencia como preparatoria, o incluso sustitutiva del matrimonio. Enseñad con vuestro testimonio de vida que es posible amar, como Cristo, sin reservas; que no hay que tener miedo a comprometerse con otra persona. Alegraos por la paternidad y la maternidad. La apertura a la vida es signo de apertura al futuro, de confianza en el porvenir, del mismo modo que el respeto de la moral natural libera a la persona en vez de humillarla», concluyó.

La clave para la supervivencia de la democracia

Pero el gran discurso europeo, en este país todavía convaleciente de décadas de comunismo yugoslavo y de una sangrienta guerra de independencia, lo pronunció, poco después de llegar, en el simbólico Teatro Nacional Croata, durante el encuentro que mantuvo con exponentes de la sociedad civil, del mundo político, académico, cultural y empresarial, con el cuerpo diplomático y con los líderes religiosos.

El Papa afrontó la actual crisis de Occidente, que es la crisis de la misma democracia, amenazadas por un subjetivismo o un relativismo que ha desestructurado las sociedades europeas al negar la posibilidad de compartir valores capaces de agregar a una comunidad nacional. Como antídoto a este cáncer, propuso redescubrir la realidad e importancia de la conciencia. «La calidad de la vida social y civil, la calidad de la democracia, dependen en buena parte de este punto crítico que es la conciencia, de cómo es comprendida y de cuánto se invierte en su formación», afirmó. «Si la conciencia, según el pensamiento moderno más en boga, se reduce al ámbito de lo subjetivo, al que se relegan la religión y la moral, la crisis de Occidente no tiene remedio y Europa está destinada a la involución», advirtió el Santo Padre, en un ambiente cultural típico de Europa central.

Momento de la Vigilia de oración en Zagreb.

«En cambio —añadió—, si la conciencia vuelve a descubrirse como lugar de escucha de la verdad y del bien, lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos en humanidad, que es la fuerza contra cualquier dictadura, entonces hay esperanza de futuro». La conciencia —insistió— es «clave para el desarrollo cultural y la construcción del bien común». Gracias a una conciencia bien formada, es posible comprender que la comunidad está fundada «en el don, no en el interés económico o en la ideología, sino en el amor», que es «la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la Humanidad. Esta lógica de la gratuidad, aprendida en la infancia y la adolescencia, se vive después en otros ámbitos, en el juego y el deporte, en las relaciones interpersonales, en el arte, en el servicio voluntario a los pobres y los que sufren», reconoció.

Esta visión de la realidad «se puede manifestar en los ámbitos más complejos de la política y la economía, trabajando por una polis que sea acogedora y hospitalaria y, al mismo tiempo, no vacía, no falsamente neutra, sino rica de contenidos humanos, con una fuerte dimensión ética», concluyó el Papa.

Europa, unidad en la diversidad

De este modo, este Viaje ha servido al sucesor del Apóstol Pedro para seguir perfilando la respuesta que la Iglesia ofrece al momento histórico que atraviesa la Unión Europea, a la que Croacia podría unirse en 2012. En este contexto, el Santo Padre consideró, en la rueda de prensa que ofreció el sábado a los periodistas que le acompañaban en el avión de Roma a Zagreb, que la misión de ese país en Europa consiste en «renovar, en la unidad, la diversidad».

El Santo Padre consideró que «es lógico, justo y necesario que entre» Croacia en la Unión, pero al mismo tiempo comprendió que haya en el país un cierto escepticismo y miedo «a un burocratismo centralizado demasiado fuerte, a una cultura racionalista, que no tiene suficientemente en cuenta la Historia y la riqueza de la Historia, así como la riqueza de la diversidad histórica». Tras lo cual, afirmó: «Me parece que ésta puede ser precisamente una misión de este pueblo que ahora entra: renovar, en la unidad, la diversidad. La identidad europea es una identidad propia en la riqueza de las diferentes culturas, que convergen en la fe cristiana, en los grandes valores cristianos».

Momento de la Vigilia de oración en Zagreb.

«El proceso de entrada en Europa es un proceso recíproco de dar y de recibir. También Croacia da con su historia, con su capacidad humana y económica, y naturalmente recibe, ampliando así el horizonte y viviendo en este gran comercio no sólo económico, sino sobre todo también cultural y espiritual», explicó Benedicto XVI a los periodistas.

Tras este Viaje a Croacia, se comprende mucho mejor lo que el Papa dirá a España: al anunciar a Cristo, al presentar la belleza del amor en la familia, al reivindicar el derecho y la obligación a vivir y respetar la verdad, el obispo de Roma no sólo está haciendo revivir las raíces cristianas de Europa, sino preservando su civilización del peligro consumista que reduce al ser humano a un número de tarjeta de crédito.