«Esto parece una película: Del barrio al Vaticano»
Paula asegura que la ceremonia vivida en Roma se asemeja a una película, porque su amigo, su párroco, de repente se ha convertido en cardenal. Así ha sido el paso de José Cobo por Roma
Largas colas para preguntar por su relación con el Papa Francisco, a quién elegiría en un próximo cónclave, su opinión del último caso de abusos por parte de un sacerdote en España o la polémica suscitada en torno a la amnistía. En el encuentro con diversos cardenales que, la mañana del 29 de septiembre, organizó la Sala Stampa romana, la afluencia de periodistas que buscaban al todavía cardenal electo demostró que José Cobo es una figura con interés internacional. Amable al trato, con respuestas claras y directas, el arzobispo de Madrid se ganó a la prensa. Nadie terminó su turno sin esbozar una sonrisa y asegurar que es «un hombre especial», definición no pocas veces repetida. Lo mismo sucedió por la tarde, en un encuentro más informal con los periodistas acreditados ante la Santa Sede en la iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles —cuyo titularidad le fue otorgada al día siguiente, durante su creación como cardenal—. Quizá fue de las pocas veces que la prensa se quedó sin preguntas. De tan disponible y certero que estuvo.
José Cobo Cano se ganó durante su estancia en la Ciudad Eterna a grandes figuras y a gente humilde. Porque él no discrimina por cargos. Se tomó el mismo tiempo en saludar y charlar con las tres madrileñas embarazadas que se cruzaron con él en via della Conciliazione —y a las que no conocía de nada— que con un fiel alemán que, con una carpeta llena de fotos le pidió un autógrafo en cada una, o con la embajadora ante la Santa Sede, Isabel Celáa; el ministro de Presidencia en funciones Bolaños y Enrique Ossorio, presidente de la Asamblea de Madrid, que fueron a presentar ese abrazo de calor con el que el pueblo recibe al nuevo cardenal de la Iglesia católica tras la ceremonia. «Es motivo de felicitación para España que se nombren tres cardenales españoles [junto con Cobo han sido nombrados Bustillo y Artime], que seamos el tercer país del mundo con más cardenales en el colegio cardenalicio», aseguró Bolaños a la prensa en medio de la Galería Lapidaria, el largo pasillo que une el Palacio Apostólico con el palacete Belvedere y que acogió las tres horas de saludos a los nuevos purpurados. «Está claro que el Papa Francisco tiene una gran opinión de la Iglesia española», apuntó el ministro de Presidencia.
El arzobispo de Madrid estaba exhausto, detalle solo percibido por quienes mejor le conocen. Rodeado de su familia, atendió una a una —y sin perder la sonrisa y la atención— a los cientos de personas que quisieron acompañarle en una jornada histórica. «Cuando salí esta mañana hacia la plaza de San Pedro, lo primero que he visto ha sido un friso en el que se muestra el pasaje del Evangelio en el que Pedro anda sobre las aguas y Jesús le da mano». Esa sensación sobrecogió al nuevo cardenal antes de empezar la ceremonia: «Así me siento».
Con el abrazo como hoja de ruta desde que fue nombrado arzobispo, el ya cardenal Cobo destacó ese momento de unión con el resto de cardenales de la Iglesia, respondiendo a la petición del Papa de que sean «una orquesta que represente la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia». «Lo bonito era recibir el abrazo de todos y que cada uno me dijera una palabra», aseveró el purpurado.
Roma hervía de calor —más de 30 ºC a finales de septiembre— y también de madrileños que viajaron a arropar al cura de su parroquia, al obispo auxiliar conocido en peregrinaciones o al amigo de toda la vida. Reyes Ballano, de la Delegación de Jóvenes de Madrid, recordó que en Lisboa «me llamó mucho la atención la cercanía y el cuidado a cada persona que atendía». Bajo la columnata de Bernini describió a José Cobo como «un pastor en todos los sentidos», que «puede tanto aparecer de repente con una pizza como darte las palabras exactas que necesitas en un momento duro». Lola Astarloa, quien conoció al arzobispo en un campo de trabajo de Cáritas hace dos años, destacó que, durante estas experiencias, «se interesó por los que éramos más cercanos a la Iglesia y también por los que solo querían hacer un campo de trabajo sin pensar en Dios. Quiso acercarnos a Jesús a todos», subrayó. Por su parte Paula Portas, quien conoce al cardenal desde que era párroco en la iglesia de San Alfonso María de Ligorio, agradeció la acogida que este brindó hace diez años a su pareja, de origen colombiano. «Fue la persona con la que hizo familia en España». Subrayó «la forma de confesar y de hacer vida en parroquia» del arzobispo de Madrid, de quien dijo que «es eje en lo cotidiano y tiene una forma de ser que hace que todos le sigamos como si fuera el flautista de Hamelin». Bromeando, describió la creación como cardenal de José Cobo similar a «una película: “Del barrio al Vaticano”». «Pero es real, y lo mejor es que esto ha sucedido en medio de lo cotidiano y con las personas más sencillas».
Durante el almuerzo de celebración con Curia y amigos, el cardenal Osoro, arzobispo emérito de Madrid, se mostró satisfecho por la confianza del Papa en quien solicitó como obispo auxiliar: «Eso quiere decir que la elección que hice no ha sido en vano», aseguró a Alfa y Omega. De su sucesor recalcó su capacidad «de vivir el ministerio que el Papa le encomienda». Jesús Vidal, ordenado obispo auxiliar a la vez que Cobo, aseguró que «es una alegría que la diócesis pueda estar unida al Pontífice a través de este nombramiento; que el arzobispo de Madrid sea cardenal renueva nuestro deseo de ser fieles al camino de comunión al que Francisco nos invita». Tíscar Espigares, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, definió al cardenal como «un pastor muy sensible al dolor y al sufrimiento de los migrantes y de los pobres». A su juicio, el arzobispo «va a contribuir a esa Iglesia misericordiosa, esa Iglesia hospital de campaña que el Papa Francisco nos ha pedido».
El broche de oro de unos días llenos de sobrecogimiento llegó el domingo, primer día de octubre, en el Pontificio Colegio Español de San José. Rodeado de los más cercanos, en su primera Misa como cardenal Cobo insistió en tres elementos que se conjugaron en la ceremonia del consistorio, muy significativos para la labor venidera: misión, tarea y vínculo. La misión «llega de manos del Papa cuando coloca la birreta cardenalicia y recuerda a los nuevos purpurados que serlo significa que están dispuestos a derramar su sangre». La tarea es una diaconía, «porque siempre Jesús da una misión, hace un signo de participación que colabora con el cuidado pastoral del Papa». Por último está el vínculo, simbolizado por el anillo: «Un vínculo con la sede apostólica de Pedro y un vínculo que continúa con el abrazo al pueblo de Dios». En sus palabras no quiso dejar de nombrar a quienes nos preceden, «los antihéroes», los que «nos verifican la misión que este sábado se recibió, porque son maestros de misericordia y de tocar tierra».
En el último banco y visiblemente emocionada estaba Emilce Cuda, secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina. «Este hombre tiene la estatura de Jesús», literal y teológicamente hablando. «Estamos acostumbrados a cardenales que intimidan con sus vestiduras, pero José Cobo tiene una forma de hacer pastoral y predicar similar a la de Jesús», aseguró a Alfa y Omega, y desveló estar siguiendo todas las predicaciones y homilías del nuevo cardenal porque «está muy en línea con el Papa Francisco, quizá porque España y Argentina hablan la misma lengua y hay ideas que a otros idiomas son más difíciles de traducir».
Armenia y Azerbaiyán, Bielorrusia, Ucrania… El servicio en la diplomacia pontificia ha llevado al neocardenal Claudio Gugerotti, ahora prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, a pisar no pocos de los escenarios de conflictos y crisis en el mundo. Eso le lleva a afirmar, en declaraciones a Alfa y Omega, que «las guerras de las que se habla no son las más importantes, sino a las que conviene dar visibilidad». Por eso recomienda «preguntar a la prensa quién les paga» y cuáles son sus intereses.
En este sentido, subraya, «es importante entender que Nagorno Karabaj no es menos importante que Ucrania o Rusia». Alude así a la ofensiva de Azerbaiyán hace dos semanas contra este enclave de población armenia, que ha terminado con la rendición de las autoridades separatistas y con la huida de más de 100.000 de sus 120.000 habitantes. «Sería bueno hablar de todas las guerras y pedir a los poderosos que las resuelvan», mirando más allá de sus intereses y «renunciando a una estrategia de ajedrez».