Este pueblo de Burgos ha recuperado su retablo, sus palabras y sus relaciones - Alfa y Omega

Este pueblo de Burgos ha recuperado su retablo, sus palabras y sus relaciones

Aparte de restaurar la iglesia de Masa, sus vecinos han recopilado más de 330 vocablos perdidos. «Hemos conseguido unir a las familias, el potencial de las personas es sorprendente», revela el presidente de su asociación

Rodrigo Moreno Quicios
Josechu de Miguel, a la izquierda, junto a los miembros de su asociación en la inauguración del retablo
Josechu de Miguel, a la izquierda, junto a los miembros de su asociación en la inauguración del retablo. Foto: Hispania Nostra.

El presidente de la asociación RE&RE Páramo de Masa movilizó a sus vecinos para reparar el retablo y el reloj de la iglesia de Masa, en Burgos. Su próximo proyecto es un diccionario con palabras que se están perdiendo y que aún busca mecenas en redes sociales. Algunas ni las conocen los vecinos a seis kilómetros.

Masa es famosa por restaurar su iglesia con diferentes crowdfundings.
—Sí, en 2023 empezamos una campaña de micromecenazgo para rehacer el retablo mayor y el reloj del campanario y lo conseguimos. Llevaba 30 años sin funcionar. Ahora hemos terminado otra campaña con ayuda de Hispania Nostra para recuperar otro retablo en un lateral. Las obras van a empezar en octubre.

Su último proyecto es un diccionario con palabras que se perdían.
—Tenemos en el pueblo bastantes y empezamos a juntarlas en un documento y a hacer definiciones. Ya está en capilla. Masa es un pueblo muy pequeño, somos 30 censados, pero viviendo todo el año estamos entre siete y nueve. En el bar, cuando vienen chavales más jóvenes, les decimos palabras que se utilizaban antes y se quedan sorprendidos. A raíz de eso empezamos y entre cuatro personas ya hemos reunido 330.

¿Cómo son estas palabras?
—La mayoría están en desuso aunque aparezcan en el diccionario de la Real Academia. Pero hay algunas que solo se usan alrededor de nuestro pueblo. Y otras pocas son nuestras exclusivas y los vecinos a seis kilómetros no las entienden. Una palabra es barcañada, que es el cuenco que se forma al juntar las manos para coger grano. Otra es esgurriar. En muchos pueblos hay huertas con paredes de piedra y, cuando se cae una, se decía que se había esgurriado. O en el páramo se generan nubes de desarrollo vertical que se llaman altarones. Otra palabra graciosa es cuando una persona se sienta en el borde de una silla con medio trasero fuera. Entonces está sentado de media gancheta.

¿Cómo van a publicar el diccionario?
—Todo este proceso lo hemos hecho por micromecenazgo. Le estamos dando mucha publicidad por las redes sociales. Es costoso imprimirlo y no somos una asociación con mucho dinero. No podemos arriesgarnos a imprimir 200 y quedarnos con ellos. La gente nos está buscando por internet. Lo estamos moviendo a través de nuestra asociación, RE&RE Páramo de Masa, en la que somos unas 100 personas.

Cuénteme algo más sobre la restauración de la iglesia de Masa.
—Cuando se desprendieron unas piezas de los números del reloj de la iglesia, todos los días se comentaba en el pueblo. Un día nos dijimos: «¿Por qué no empezamos?». Creamos una sociedad con estatutos, dada de alta en la Junta de Castilla y León con un CIF y una cuenta bancaria para poder optar a ayudas públicas, que han sido mínimas. Y pedimos los permisos de intervención al Arzobispado, porque tiene que ser todo oficial. 

Creo que hemos conseguido unir mucho a las familias del pueblo. Hay un dicho en Castilla, «pueblo pequeño, infierno grande», porque siempre ha habido problemas de tierras y mojones. Pero creamos una asociación con personas de todas las familias para que fuera lo más representativa posible. Con eso hemos conseguido que el pueblo entero colabore. Es increíble. Este verano, en agosto, hicimos un mercadillo con camisetas y loterías, y funcionó de cine.

La mayoría de las donaciones han venido del pueblo, pero gracias a internet también de gente de Sevilla, Madrid o incluso de Canadá, de Estonia y de Irlanda.

¿Han conseguido recuperar vínculos?
—Lo que más me llamó la atención fue un bar que montamos en un parque. Allí había familias que antes tenían problemas y no se hablaban, pero ahí estaban juntos tomando pinchos. Hemos conseguido restaurar las obras de arte, que son buenas, pero también unir al pueblo. Es sorprendente el potencial que tienen las personas. Algunas no saben manejar Instagram, pero sí coger un cincel y labrar un escudo en una piedra.