Este fin de semana, Jornada Evangelium vitae en Roma, dentro del Año de la fe. Carismas para la vida - Alfa y Omega

Este fin de semana, Jornada Evangelium vitae en Roma, dentro del Año de la fe. Carismas para la vida

«Cada persona es amada por Dios y llamada a la existencia como un icono único e irrepetible del Dios vivo. El Evangelio de la vida nos recuerda el amor personal, generoso y total de Jesús por cada uno». Esta convicción de la fe cristiana no sólo ha sostenido, en todas las épocas, la firme posición de la Iglesia en defensa de la vida. También ha creado un suelo fértil para que el Espíritu Santo suscitara carismas dedicados a la protección de los niños no nacidos mediante la asistencia a sus madres. Con el tiempo, ante los ataques de la cultura de la muerte, la Iglesia ha ido profundizando e insistiendo más en la relación entre el Evangelio y la defensa de la vida. Éste es el sentido que tiene la convocatoria, dentro del Año de la fe, de la Jornada Evangelium vitae que se celebra, este fin de semana, en Roma

María Martínez López
El Papa Francisco, en el papamóvil, se une por sorpresa, en la Via della Conciliazione, a la Marcha por la vida, que tuvo lugar en Roma el domingo 12 de mayo pasado.

«Me comprometí en la labor provida, cuando era universitaria, por motivos puramente seculares». Con el tiempo, «me di cuenta de que, detrás de la creciente cultura de la muerte, había fuerzas que no son de este mundo». Tal descubrimiento llevó a esta joven a comenzar a rezar el Rosario; luego, a ir a Misa diaria; y, más tarde, a pasar cada día una hora delante del Santísimo. «Poco a poco, a partir del contacto con la tragedia del aborto, mi fe creció». Así cuenta los comienzos de su vocación la hermana Mary Elizabeth, vicaria general de las Hermanas de la Vida.

Esta congregación fue fundada, en 1994, por el cardenal John O’Connor, entonces arzobispo de Nueva York. Su carisma, tal como vio que lo inspiraba el Espíritu Santo, es «únicamente la protección y promoción de la vida humana; un ministerio de reverencia por cada persona, y en particular los más vulnerables. Él sentía que todas las maravillosas actividades provida necesitaban tener detrás una central eléctrica de oración». Las hermanas combinan la vida contemplativa –rezan cuatro horas al día– y la activa: acogen a mujeres embarazadas, y sus centros atienden a 700 mujeres al año; ofrecen sanación post-aborto, dan formación, y dirigen la oficina provida de la archidiócesis de Nueva York.

Se comprometen, con un cuarto voto, a proteger la vida humana, y «cada hermana se ofrece a sí misma, y toda su vida, en reparación por los ataques contra la vida». En menos de 20 años, ya son 70. La hermana Mary Elizabeth lo atribuye, entre otras cosas, a que «nuestro carisma proporciona a las mujeres una expresión de maternidad espiritual que responde a los anhelos más profundos de su corazón», y, al mismo tiempo, «a la necesidad más crítica de nuestros días».

En la raíz, una crisis de fe

A la hermana Mary Elizabeth le parece «muy apropiada» la convocatoria, dentro del Año de la fe, de la Jornada Evangelium vitae. «Es precisamente en esta área en la que, hoy, se está desafiando a la fe. El cardenal O’Connor sentía que, en la raíz de la cultura de la muerte, había una crisis de fe», pues una verdad central del cristianismo es que «cada persona es amada por Dios y llamada a la existencia como un icono único e irrepetible del Dios vivo. El Evangelio de la vida nos recuerda el amor personal, generoso y total de Jesús por cada uno».

La hermana Josefa, con una madre y una niña de su casa.

No parece casualidad que esta congregación viera la luz sólo un año antes que la encíclica Evangelium vitae, del Beato Juan Pablo II. Aunque la Humanae vitae, de Pablo VI, ya se refería al aborto, fue el Papa polaco quien profundizó en las amenazas contra la vida, y acuñó el término cultura de la muerte. En 1991, había convocado un Consistorio extraordinario sobre las amenazas contra la vida, y fueron los cardenales quienes, unánimemente, le pidieron un documento magisterial sobre esta cuestión. Para elaborarlo, el Papa pidió la colaboración de todos los obispos del mundo.

Salvan a niños desde el siglo XIX

Los signos de los tiempos hablaban claro. Con todo, mucho antes de esta ofensiva, relativamente reciente, de la cultura de la muerte, Dios ya suscitaba carismas para proteger al no nacido. En el origen de muchos de ellos, además de los fundadores, jugaron un papel clave sacerdotes y obispos sensibles a esta cuestión. Es el caso de las Siervas de la Pasión, fundadas a finales del siglo XIX por la Venerable Teresa Gallifa. En esta comadrona viuda se unían –explica la hermana María José Ameigeiras, secretaria general de la Congregación– «un interés por la vida natural», al ayudar en los partos, «y por la vida sobrenatural», pues le preocupaba que los niños murieran sin bautizar. Sabía que otras comadronas practicaban abortos, y que algunas madres con embarazos imprevistos recurrían a ellas porque «la maternidad de la mujer soltera era muy mal considerada».

También la Iglesia compartía ya «la preocupación por la realidad de los abortos cometidos, o los provocados por las condiciones laborales de la mujer». Por eso, el fundador de las Josefinas, padre Juan Güell, propuso a Teresa «fundar una congregación religiosa para acoger a mujeres embarazadas y evitar que abortaran». Tras meditar la propuesta, en 1886 Teresa acoge a la primera gestante, que le remitió un sacerdote. «La posibilidad de acoger a estas mujeres en una casa, con suma discreción, ayudó enormemente a que esos niños pudieran llegar a vivir, y salvaguardó la honra de las madres». A partir de los años 70, además, comenzaron a acoger también a las madres que ya habían dado a luz y se quedaban a sus hijos –hasta entonces, muchas los daban en adopción–. Hoy, unas cien Siervas continúan esta labor en España, México y Camerún.

Sé que me quieres, por eso vengo

Casi 50 años más tarde, también en España, nacieron las Esclavas de la Virgen Dolorosa. En esta congregación, la hermana Josefa ha dedicado casi toda su vida –supera los 70 años– a las madres en dificultad y sus hijos. Es la responsable de la casa Mater Admirabilis, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), que regenta con la ayuda de otra hermana, cuatro empleadas y una veintena de voluntarios. La casa, además de alojar a una treintena de madres con sus hijos, tiene guardería para que éstos estén cuidados mientras ellas estudian o trabajan.

Una Hermana de la Vida atiende a una mujer embarazada.

La hermana Josefa está al cargo de todo y, además, es como una madre para las chicas: «Es muy importante educarlas, para que sean responsables. A veces, hay que decirles las cosas claras, y ponerse seria. Si no se lo digo yo, ¿quién se lo va a decir? Pero siempre termino con una sonrisa. Hay que tener en cuenta que la mayoría vienen rebotadas de otros sitios. Pero saben que las quiero muchísimo. Por eso, muchas vuelven», ya sea de visita –incluso décadas después–, o pidiendo ayuda de nuevo. Es el caso de una joven que, hace poco, se presentó después de cinco años, embarazada de nuevo. «Me contó muchas cosas escabrosas que había hecho, pero en ese momento no podía darle valor a eso, ni hacerla sentirse mal. Le dije que la respetaba mucho por pedir ayuda para sacar adelante a su hijo, y que la quería. Ya lo sé –respondió–, por eso vengo».

Del infanticidio, al aborto

Las Esclavas nacieron en 1935 como un refugio para gestantes, puesto en marcha por la madre Desamparados Serneguet. Hija de Casa –una hermana auxiliar– de las Adoratrices, muchas veces le encargaban buscar alojamiento a jóvenes embarazadas, que por el reglamento no podían estar en sus conventos. Esto suscitó en su corazón la inquietud de acogerlas en otro tipo de hogar. Contó con el apoyo total de la Superiora General y de monseñor Eijo y Garay, obispo de Madrid-Alcalá, que también veían esta necesidad. Tras la Guerra Civil y el presunto martirio de la mayoría de la incipiente comunidad, el proyecto fue refundado por el sacerdote Manuel Herranz Establés y la también Hija de Casa de las Adoratrices madre Esperanza Cornago. Entre sus fines, se encontraba «evitar infanticidios».

En los últimos años, «estamos haciendo más hincapié en impedir abortos», subraya la madre Aquilina, superiora de la comunidad de Pozuelo. Por eso, a algunas políticas que tenían desde siempre, como no poner límite a la estancia de las madres, han añadido el admitir a las que vuelven, embarazadas por segunda vez. «Nos llaman muchas mujeres que no quieren abortar», pero pueden acabar haciéndolo si no ven otra salida. «Por mi experiencia, ninguna mujer aborta o deja a su hijo, si le ofreces alternativas», asegura la hermana Josefa.

«Yo hago todo esto por mi vocación –resalta esta Esclava–. A los 15 años, sentí la llamada religiosa, y me decidí por esta congregación por la adoración al Santísimo y la atención a los niños. La Adoración es de donde sacamos la fuerza» para saber, en cada momento, cómo ser, para estas madres, un Jesús que les tiende la mano.

Creyendo, tenemos la vida

La Jornada Evangelium vitae convocada dentro del Año de la fe se celebrará, a lo largo de este fin de semana, con el lema Creyendo, tenemos la vida. Los actos centrales serán la peregrinación con antorchas, del sábado a las 20:30 horas, desde el Castillo de Sant’Angelo hasta la Plaza de San Pedro, donde se recitará el credo; y la Eucaristía del domingo, que el Papa Francisco presidirá, a las 10:30 horas, en ese mismo lugar. El sábado por la mañana se dedicará a las catequesis en distintos idiomas. La de español correrá a cargo de don Carlos Simón, subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia, en la basílica de San Antonio de Padua. Tras ella, monseñor José Rodríguez Carballo, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, celebrará la Eucaristía. Ese mismo día, por la tarde –entre las dos y las cinco–, las diversas entidades provida y personas presentes en Roma para la Jornada peregrinarán a la tumba del Apóstol Pedro. De forma casi simultánea, entre las tres y las seis, en varias iglesias cercanas, habrá Adoración eucarística y celebración del sacramento de la Penitencia.

Entre las entidades españolas presentes en Roma para la Jornada, se encuentra la asociación privada de fieles Evangelium vitae, que ha colaborado en la organización de los eventos en español. Esta entidad, nacida en 1998, pretende dar respuesta a la petición del Beato Juan Pablo II, en la Encíclica de la que han tomado su nombre: «Es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Jesús mismo nos ha mostrado con su ejemplo que la oración y el ayuno son las armas principales y más eficaces contra las fuerzas del mal».

RELACIONADO