Gitanos de todo el mundo nos encontraremos en Roma, los días 23 al 26 de octubre en respuesta a la invitación que nos hace el Consejo Pontificio de Migrantes e Itinerantes para celebrar el 50 aniversario el encuentro de Pablo VI con los gitanos de Europa. Tendremos la gracia de ser recibidos por el Papa Francisco en audiencia especial y contaremos con la interpretación de la artista María José Santiago quien cantará una canción dedicada al beato Ceferino compuesta para este evento.
De España iremos unas 400 personas procedentes de distintas diócesis: familias, jóvenes, adultos y niños, con el entusiasmo de vivir un evento histórico, una experiencia de fe y fraternidad guiados por nuestro obispo promotor, monseñor Xavier Novell.
Es a la vez un revivir la beatificación en Roma de Ceferino, el 4 de mayo de 1997, un gitano que supo llevar una vida gitana y una vida cristiana y que es referente para todos los gitanos. Tomando las palabras del presidente de la Comisión de Migraciones, monseñor Ciriaco Benavente, con motivo de la beatificación: «Dios no nos ha hecho en serie. Aunque todos somos iguales en dignidad y derechos, porque somos todos hijos del mismo Dios y llevamos la misma denominación de origen, todos somos diferentes. A Dios, que en sí mismo es uno y plural, le gusta la diferencia, le encanta que su gracia resplandezca en todas las etnias, lenguas y culturas».
El sí de los gitanos
Esta peregrinación es el sí de los gitanos a sentirse Iglesia. En palabras de Pablo VI en su homilía del célebre encuentro con los gitanos de Europa en 1965, decía que los gitanos no estábamos solos, nadie está solo en la iglesia, estamos en el corazón de la Iglesia porque somos pobres y necesitados de asistencia, educación y ayuda. La Iglesia ama a los pobres, a los que sufren, a los pequeños, desheredados, abandonados.
Como dice el documento La Iglesia de España y los gitanos de la CEE, cuando la iglesia española intenta vivir la opción preferencial por los pobres, enseguida se encuentra con los gitanos. Una minoría importante de gitanos malvive en la marginación y la pobreza. Lo puede constatar Cáritas Española, que realiza una gran labor entre muchos gitanos.
Sin embargo, la Iglesia no puede ver a los gitanos solo como destinatarios o beneficiarios de la acción pastoral de la Iglesia, sino reconocerlos como verdaderos sujetos de evangelización. El obispo promotor, monseñor Novell, en sus palabras de apertura en las XXVIII Jornadas Nacionales de Pastoral Gitana en Guadarrama en el año 2013, constata que los agentes de pastoral gitana han desarrollado un testimonio de caridad impresionante. Pero tienen más dificultades en articular el primer anuncio del evangelio y sobre todo una verdadera iniciación cristiana que haga nacer pequeñas comunidades gitanas en el seno de las parroquias.
Más de fe que de razón
Desde mi experiencia, no hay mayor conversión en una persona, que la que nos da el encuentro con Jesucristo. Y en los gitanos, quizás por nuestra forma vida que somos mucho más de experiencia, de contemplación, de sentimiento, que de razón y método, nos abrimos con más facilidad a la fe que a las razones propias de este mundo. Caridad y evangelización no deben darse una sin la otra, forman parte de una misma pastoral. Y este es uno de nuestros retos. Como dice Fernando Jordán, delegado de Pastoral Gitana de la diócesis de Jaca, tanto en la historia como en la actualidad de la cultura gitana, la formación cultural religiosa ha sido escasa y discontinua en muchos ambientes, ya que se ha trabajado más en la promoción social con los gitanos que en su formación religiosa.
El documento Orientaciones para una pastoral de los gitanos realizado por el Consejo Pontificio para Emigrantes en el año 2005, fue fruto del trabajo de reflexión de pastores, agentes de pastoral y de los propios gitanos. En este se dice que de una pastoral planteada correctamente tendrá que surgir, como fruto natural, un protagonismo de los gitanos. Es decir, ellos serán apóstoles de sí mismos. Este es el reto, a mi parecer, del departamento de pastoral con los gitanos y de la Iglesia. Asimismo, afirman respecto a la cultura gitana, que la Iglesia no puede desarrollar una pastoral que pretenda «la fácil solución de inducirlos [los gitanos] a integrarse en el conjunto de los demás fieles». Es necesario «un verdadero aprecio –afectivo y efectivo- de los auténticos valores de su tradición, que no sólo ha de ser respetada, sino también defendida». Ahora bien, hay que estar atentos, conocer al otro, dialogar para evangelizar.
Siguiendo a Jordán, el gitano ha cambiado al igual que el resto de los ciudadanos de nuestra sociedad. Tampoco forman ya un todo homogéneo. Y es así como lo percibimos en nuestras actividades pastorales, distintas realidades dentro de los mismos gitanos, todos condicionados por la cultura imperante. Eso sí, a pesar de todo, sin perder, desde mi opinión, el sentimiento de identidad como pueblo. Es ahí donde tiene sentido una pastoral específica para los gitanos.
Necesitamos gitanos que testimonien su fe
Necesitamos apóstoles que anuncien el evangelio a los gitanos. Gitanos que testimonien su fe a los suyos con obras y con palabras. Como el beato Ceferino, tomando de nuevo palabras de monseñor Ciriaco Benavente, fue un gitano cabal, es a la vez, gloria de la Iglesia, que en él descubre lo que supone la inculturación del Evangelio, y es una gloria de la etnia gitana, en quien ésta puede descubrir lo mejor de sí misma. Pero para ello hay que salir a las periferias, como dice nuestro Papa Francisco en la Evangelium Gaudium. Y esto cuesta especialmente en pastoral gitana. Necesitamos agentes dispuestos a pisar en terreno desconocido, para anunciar la alegría del Evangelio a los gitanos, personas muchos de ellos en situaciones de pobreza, rupturas familiares, o de salud precaria, que lo primero que reclaman es asistencia caritativa. ¿Cómo hacer? Significa entonces salida a las periferias, en sentido físico, propiciar lugares de encuentro, por ejemplo las peregrinaciones han tenido una importancia especial en la vida de los gitanos. ¿Podrían ser impulsadas desde las parroquias? También nos dice el Santo Padre que no se trata de llenar espacios, sino de iniciar procesos, sino de crear quizás ahora no la salida a la periferia en sentido espiritual, salir de uno mismo, de la comodidad de lo conocido a la aventura de lo desconocido.
Nuestra pastoral necesita comunidades parroquiales que acojan la evangelización de los gitanos, «dispuestas a la evangelización de los gitanos», «de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan» (EG 24); que procuren «poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están». Nuestro obispo promotor don Xavier nos exhorta a enviar al pueblo gitano, «evangelizadores con Espíritu […] que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo» (EG 259) que, por el encuentro personal con Jesucristo, participan del «gusto espiritual de ser pueblo», es decir, del gozo superior, «de estar cerca de la vida de la gente».
Ahora recordaremos, en esta peregrinación de una nueva generación de gitanos, aquel evento histórico, y con él se nos presentarán nuevos, retos, nuevas ilusiones para seguir adelante en nuestro camino de fe en el momento que nos toca vivir. También de nuevo renovar nuestro compromiso, como ciudadanos, ya que por ser gitanos, no dejamos de ser ciudadanos, del país que hemos nacido. En este sentido nos exhorta Benedicto XVI en su encuentro con los gitanos europeos en 2011: «¡Dad vosotros también, vuestra efectiva y leal colaboración, para que vuestras familias se inserten dignamente en el tejido civil europeo! Muchos de entre vosotros son niños y jóvenes que desean educarse y vivir con los demás y como los demás. A estos los miro con particular afecto, convencido de que vuestros hijos tienen derecho a una vida mejor. ¡Sea su bien vuestra gran aspiración!».
Este encuentro en Roma será sin duda una gracia para toda la Iglesia y especialmente para los gitanos, donde deseamos sea un reavivar de la fe católica uniéndonos en un mismo sentir con el Papa Pablo VI cuando en un momento de su homilía dijo «el resultado de este excepcional encuentro os hiciese pensar en la santa iglesia a la cual pertenecéis, conocerla mejor, apreciarla mejor y amar mejor, y que fuese el reavivar entre vosotros, la conciencia de lo que sois, el decir yo soy cristiano, yo soy católico».
Belén Carreras
Directora del Departamento de Pastoral Gitana de la CEE