Es posible reducir las jornadas donde prime «cumplir objetivos más que el presentismo» y exista «cultura del acuerdo» - Alfa y Omega

Es posible reducir las jornadas donde prime «cumplir objetivos más que el presentismo» y exista «cultura del acuerdo»

Toni Mora es presidente del Consejo de Trabajo, Económico y Social de Cataluña. Este jueves habla de reducir la jornada laboral en un webinar organizado por la Conferencia Episcopal

Rodrigo Moreno Quicios
Toni Mora en la sede del CTESC
Toni Mora en la sede del CTESC. Foto: CTESC.

«Un trabajador con bienestar físico y psicológico es un trabajador que viene más motivado al trabajo y con más ganas de producir, no es paternalista decirlo», opina ante Alfa y Omega Toni Mora, presidente del Consejo de Trabajo, Económico y Social de Cataluña (CTESC). Es la tesis que este miembro de Cristianos por el Socialismo comparte este jueves en Trabajar menos para trabajar todos, un webinar organizado por la Conferencia Episcopal Española en el que abordará «la necesidad de que los trabajadores tengan la posibilidad de cogobernar una parte de su jornada».

Mora, quien antes de ser elegido presidente del CTESC fue secretario de Acción Social de Comisiones Obreras en Cataluña, explica que este cogobierno se materializa en situaciones como en la que un trabajador «voluntariamente se queda media hora más para terminar un proyecto y puede compensar de otro modo», entrando más tarde al día siguiente, por ejemplo. Considera que esto «fomenta esa idea de bienestar».

Aunque la conferencia que imparte este 11 de abril se centra en la reducción de la jornada laboral, Mora es consciente de que, en función del tamaño de las empresas, no es realista exigir a todas recortar las jornadas. «En muchos sectores no será posible, como en el sector turístico o el de los cuidados». Pero sí le parece esperable, por ejemplo, en el sector automovilístico, «que siempre está en una rápida evolución y da trabajo a mucha gente».

La base es «el acuerdo»

Toni Mora matiza que incluso los trabajos menos automatizados pueden hacer mejoras, porque el factor limitante «no es tanto el margen de beneficios como saber adaptarse en el sistema de trabajo a la consecución de objetivos más que al presentismo». Un proceso al que se pueden sumar los pequeños y medianos negocios. «Tenemos que mirar en función de la productividad», recomienda. Y advierte de que, al igual que se corre el riesgo de «trabajar muchas horas y producir poco», tanto el trabajo en remoto como el nomadismo digital permiten «tener pocas horas de trabajo y producir más, también desde casa».

Para Mora, lo más importante es que esta progresiva reducción de la jornada se de a través de un diálogo y no un decretazo. «La base es la cultura del acuerdo», subraya. Y advierte de que «hay experiencias que no han tenido éxito por no haber sido acordadas por las partes». Considera que cualquier imposición es insostenible y que estas «acaban cayendo por referéndum en el centro de trabajo o la realidad les pasa por encima».

Pone como ejemplo la jornada de 35 horas semanales en Francia, obligatoria para todas las empresas del país desde el 1 de enero de 2002. «Fue un avance importante, pero ha ido perdiendo color porque la adaptación no ha podido producirse», lamenta Mora. Solicita, por tanto, que cualquier cambio a este respecto sea «fruto de la negociación colectiva y de los acuerdos confederales».

Aunque Mora celebra que «la digitalización es positiva y nos va a ayudar a impulsar la economía», advierte de que «la hiperconectividad puede ser perversa» y previene contra la tentación para los empleadores, tras la consolidación de servicios de intercambio de mensajes como WhatsApp, «de que todo el mundo tenga que estar disponible siempre». No lo cree así ni en el trabajo ni «en un grupo con padres del colegio que escriben a la una de la mañana».

De hecho, Mora considera que, más allá del centro laboral, «hay otros trabajos que realizamos como personas». Por ejemplo, «cuidar a nuestros hijos, a nuestros padres, tener una buena forma física, desarrollar la cultura o hacer voluntariado». A su juicio, el esfuerzo que suponen y el beneficio que generan a nivel global debería provocar «que el conjunto de la sociedad tengamos un debate mucho más amplio» sobre el tiempo que se dedica a producir y optimizarlo para poder realizar más actividades provechosas en el día y descansar.