Es el vino nuevo
Lunes de la 2ª semana del tiempo ordinario / Marcos 2, 18-22
Evangelio: Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?». Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
Comentario
Estar con Cristo es banquete. Estar sin Él es ayuno. Y entre esos dos polos nos movemos todos cada día: «Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar. Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día». Porque cuando buscamos su presencia, cuando no le vemos, sentimos hambre. Quizá no un hambre total, sino hambre como de ayuno. Hambre como de quien está a la espera. No es un hambre inmediata, como quien está al borde de la desnutrición. Es un hambre lenta. Como quien en cada comida, en cada instante, va notando que no se alimenta de todo. Que no tiene la plenitud en ninguna parte. Hambre como de quien se ahíta de comer sin poder saciarse.
Por lo mismo, cuando estamos con Él, banqueteamos por doquier. Su presencia todo lo inunda, todo lo llena. Es el gusto de cada realidad que nos encontramos, el sabor de cada instante. Es el vino nuevo que hace nuevos todos los odres. Es la saciedad incluso en el hambre. Cuando Él está no carecemos de nada.