Ernesto Brotóns: «La teología tiene que provocar y suscitar preguntas» - Alfa y Omega

Ernesto Brotóns: «La teología tiene que provocar y suscitar preguntas»

El nuevo obispo de Plasencia llega este sábado a la diócesis extremeña después de toda una vida en Zaragoza, donde descubrió muy joven la vocación sacerdotal y más tarde la teológica

Fran Otero
El prelado saluda al Papa tras participar en el curso para nuevos obispos en el Vaticano. Foto: Diócesis de Plasencia.

¿Pensó alguna vez en ser obispo?
Cuando me llamó el nuncio respondí balbuceando. No me veía como obispo y me sentía muy pequeño. Fue una sorpresa inesperada e inmensa.

¿Qué hizo tras recibir la noticia?
Me bajé a orillas del Ebro, junto a la Virgen del Pilar. Todo este tiempo ha sido un proceso de reflexión y discernimiento. Lo peor es no poder hablar. Hay momentos de duelo por salir del espacio de confort, de lo que tienes controlado, de tu tierra, de tu familia, de mi propia vocación teológica, de los proyectos…, pero también de ilusión, paz y confianza en Dios en esta nueva etapa en una nueva tierra y con gente nueva.

Conozcamos quién es Ernesto Brotons. ¿Cómo surgió su vocación sacerdotal?
La sentí desde muy pequeño. Experimentaba un cierto gusto e interés por las cosas de Dios. Tras haber hecho la EGB en los marianistas, entré en el seminario menor. Tuvo un papel decisivo la parroquia de San Lorenzo Mártir en Zaragoza y el testimonio de Pepe y Alfredo, los curas del barrio, que mimaban a los jóvenes y nos daban protagonismo.

Ya como sacerdote, empezó su ministerio en una zona rural.
Fue el primer amor. Años entrañables y duros. Venía de una realidad urbana, de barrio obrero, y me sumergí en la España vaciada, con envejecimiento y despoblación. Pude saborear el contacto con la gente. Ser cura es estar con la gente y quererla, descubrir la importante de la presencia y compartir los gozos, las esperanzas y las fatigas. Esta experiencia me ha ayudado luego en otros lugares, en la pastoral juvenil, en otras parroquias…

Estar con la gente y quererla. ¿También esa es la tarea del obispo?
Lo principal del obispo es la cercanía. El Santo Padre, a quien puede saludar en Roma hace poco, nos dio dos referencias: pastor del pueblo y no clérigo de Estado. Ahí nos habló de esas cercanías fundamentales a las que se debía arraigar el episcopado: a Dios, a los hermanos en el episcopado, a los curas y al pueblo de Dios y los pobres. Siempre digo a mis alumnos de Teología que tienen que aprender de memoria el inicio de Gaudium et spes. Nada humano debe ser ajeno a un obispo.

¿Pudo intercambiar algunas palabras con el Papa?
Le di las gracias por la confianza que había depositado en mí y me dio un saludo de ánimo e hizo un breve comentario sobre la cercanía del obispo.

Ahora tiene que dejar su dedicación a la teología. ¿De dónde le viene el interés?
Siempre me ha gustado el estudio y la teología en particular, y viene de ese interés de pequeño por las cosas de Dios y por la necesidad de dar razón de la fe y la esperanza. La teología no solo tiene que ir a remolque, sino que tiene que provocar, en el mejor sentido de la palabra, suscitar preguntas e interrogantes. Tiene un carácter pastoral, pues necesitamos estar formados para dar razón de nuestra esperanza en un cambio de época, con muchos cambios muy rápidos.

Bio

Nació en Zaragoza en 1968. Tras cursar la EGB con los marianistas, entró en el seminario menor. Fue ordenado sacerdote el 2 de octubre de 1993. Su primer destino fue el mundo rural, que dejó años después para dedicarse a la teología. Desde 2011 era director del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón.

¿Llega la teología a todos o se ha quedado en unas élites?
Existe el prejuicio de que es una cosa para élites y estudiosos. La teología nace de la pastoral. Hasta los primeros dogmas han sido primero rezados y vividos. Nace de la vida eclesial, del sentir de la comunidad, de la escucha atenta de la Palabra… Está al servicio del anuncio del Evangelio. Es un error pretender en la teología grandes certezas. La fe ilumina la vida mientras caminas, porque vas caminando mientas vas viendo. La teología no es algo estanco.

¿Debería haber una mayor presencia de laicos y, en concreto, mujeres en la docencia de esta materia?
Sin ninguna duda. Uno de mis empeños ha sido que se pudieran abrir los estudios teológicos a seglares, hombres y mujeres, porque es importante que las comunidades cristianas estén formadas, no tanto para asumir determinados servicios pastorales, sino para su compromiso en la evangelización de los distintos ambientes. También es importante que profesores laicos y laicas den clase a los seminaristas.

¿Conoce Plasencia?
No la conocía. Tuve alguna pequeña escapada durante mi etapa de estudiante en Salamanca, pero algo muy puntual. Mi primera tarea será conocer la realidad y el ambiente, escuchar, patear la diócesis y empaparme de los gozos, las esperanzas y las fatigas de la gente.

¿Tiene algo en común con Zaragoza?
Por un lado, la realidad rural. Hay ciertos pueblos que comparten tanto la hermosura como la dureza de la despoblación y el envejecimiento.

Luego hay problemas que son comunes a toda la Iglesia. Me preocupa el tema de las vocaciones y también la sensación de que no terminamos de llegar a la gente en el anuncio del Evangelio.

¿Qué es lo primero que va a hacer nada más llegar a Plasencia?
Lógicamente conocer. Encontrarme con los sacerdotes, visitar las comunidades, empaparme de la realidad. Me sumo a un trabajo, no soy ningún francotirador ni un paracaidista. Está el Sínodo, hay un plan pastoral…