Entrevista a don Vicente Altaba, delegado episcopal de Cáritas Española: «Hay que ayudar al otro a reafirmar su dignidad» - Alfa y Omega

Entrevista a don Vicente Altaba, delegado episcopal de Cáritas Española: «Hay que ayudar al otro a reafirmar su dignidad»

La Iglesia aporta elementos de juicio y criterios de acción desde su doctrina social. Según don Vicente Altaba, «salvaguarda como primer capital al ser humano, busca el bien común y promueve la corresponsabilidad, supera la lógica del mercado con la del bien común, da espacio a la gratuidad, y pide una autoridad política efectiva»

Cristina Sánchez Aguilar
«Es preocupante la pretensión de construir la sociedad sobre el individuo, más que sobre la dignidad de la persona».

¿Cuáles son los problemas que más preocupan hoy, a la luz de la doctrina social de la Iglesia –DSI–?
Considero preocupantes la pretensión de construir la sociedad sobre el individuo, más que sobre la dignidad de la persona, y la dualización creciente de nuestra sociedad en ricos y pobres. Aquí, como en los países en desarrollo, los ricos son cada día menos, y más ricos, y los pobres son más, y más pobres.

¿Algo más les preocupa detrás de lo señalado, que no es poco?
Sí, detrás de eso hay otras preocupaciones, como la dependencia de los poderes financieros que escapan al control de los Estados, o esta cultura en la que pareciera que se ha impuesto la lógica del mercado como la única posible. Nos preocupa también el escándalo de los desahucios llevados a cabo por instituciones financieras, muchas de ellas sostenidas con dinero público y que han especulado sin escrúpulos con el dinero de los ciudadanos. Nos preocupa que hayamos construido casas sin personas, y que cada día tengamos más personas sin casa. A esto añadamos los graves problemas del paro, de la juventud sin acceso al trabajo, del número creciente de familias con todos sus miembros sin recursos económicos…

¿Cuál es el papel fundamental que está jugando la Iglesia hoy ante estos problemas?
El primero y fundamental es estar junto a las víctimas, estar del lado de los más débiles y pobres, y desde ahí ayudarles en la medida de nuestras posibilidades, haciendo en muchos casos de manera subsidiaria lo que tendría que hacer la administración del Estado. En segundo lugar, aportar elementos de juicio y criterios de acción desde la fe y la DSI. Y, por encima de todo, procurar que los más pobres y excluidos no se sientan abandonados. Que se sientan acogidos, acompañados y amados.

¿Qué elementos de juicio nos aporta la DSI para un momento como éste?
El primero, la centralidad de la persona y de su desarrollo integral, pues el primer capital que se ha de salvaguardar es el ser humano. El segundo, la necesidad de buscar el bien común y promover la corresponsabilidad. Tercero, la necesidad de superar la lógica del mercado con la lógica del don y de la gratuidad, pues, aun en las actividades empresariales y legítimamente lucrativas, el beneficio no puede ser el único objetivo, hay que dar espacio a la gratuidad. Por último, señalaría la necesidad de una autoridad política efectiva y capaz de controlar de manera real el poder absoluto de los poderes financieros. No puede ser que tengan pasaporte supranacional.

¿Cómo se materializa la acción de la Iglesia?
Aquí la lista puede ser interminable. En Cáritas, que es lo que conozco de cerca, todo lo que se refiere a primera asistencia, como ayudas para comida, vivienda, hipotecas, educación, salud; además de los comedores, los albergues, los roperos, los asesoramientos jurídicos para defender los propios derechos…, tenemos una gran cantidad de programas.

¿En qué campos, principalmente, se desarrollan esos programas?
Además de acogida y asistencia, que es el programa en que atendemos a más personas –a más de un millón–, los más importantes están dedicados a personas mayores, empleo, personas sin hogar y cooperación internacional. Pero hay otros dedicados a infancia, familia, mujer, personas enfermas de VIH, drogodependencia, etc. Y dentro de estos programas, son múltiples las actividades que se desarrollan. Por ejemplo, en empleo, las acciones van desde acompañar en la búsqueda de empleo, hasta promover cursos y talleres de formación, ayudar al autoempleo mediante asesoramiento y microcréditos, y crear empresas de inserción.

Un plato de comida ayuda, pero no recompone un corazón roto… ¿Cómo se continúa con ese trabajo?
Agradezco la pregunta, porque mucha gente piensa que lo importante es el plato de comida, la ropa que se da o la emergencia doméstica que se soluciona. Y esto es importante, pero no lo fundamental. Lo importante en la acción caritativa y social es ayudar al otro a reafirmar su propia dignidad y encontrar su lugar en la comunidad. Y esto se realiza mediante el acompañamiento, que es la tarea menos visible, pero más necesaria para el desarrollo de las personas.

La desesperanza invade a la sociedad. ¿Cuál es nuestro mensaje de esperanza?
La solidaridad que la red familiar ha puesto a flor de piel en medio de la crisis es un gran signo de esperanza. Como lo es la gran cantidad de donantes -la mayoría pequeños- que tiene Cáritas, y el aumento de voluntarios. Y los cristianos tenemos otro motivo más radical para la esperanza: saber que Dios se ha comprometido con esta historia y no nos tiene abandonados de su mano. El Espíritu es capaz de hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos, y de hacer de esta tierra una tierra nueva.

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