Enrique Benavent: «Cualquier deseo subjetivo se convierte hoy en un derecho» - Alfa y Omega

Enrique Benavent: «Cualquier deseo subjetivo se convierte hoy en un derecho»

El hasta ahora obispo de Tortosa vuelve tras nueve años a su diócesis natal, Valencia, donde ya fue obispo auxiliar, profesor de Teología y responsable de Pastoral Vocacional

Fran Otero
El prelado saluda al Papa tras una audiencia general el pasado noviembre. Foto: AVAN.

Se acaban de cumplir 40 años de su ordenación sacerdotal en Valencia y a manos de san Juan Pablo II. Y vuelve a su tierra.
Tengo la misma ilusión de servir a la Iglesia que en aquel momento, aunque ahora de una manera distinta. Todos los trabajos que he tenido siempre los he llevado a cabo con el mismo deseo de anunciar el Evangelio y vivir mi vocación como un servicio.

¿Fue la teología vocación o encargo?
Era buen estudiante, pero fui a Roma porque me lo pidió el arzobispo de entonces, Miguel Roca Cabanellas. Tras cinco años como formador en el seminario, me fui a hacer la tesis doctoral. Al volver, el nuevo arzobispo me envió a la Facultad de Teología y fui también delegado de Pastoral Vocacional.

¿Por qué es importante?
Es un instrumento que tiene la Iglesia para entender mejor la fe y, por tanto, para predicar mejor el Evangelio. Sirve para comprender la revelación y la tradición y ver cómo son válidas para todo tiempo, aunque en cada uno haya que encontrar el camino y el lenguaje adecuado para que la fe sea significativa para los hombres y mujeres. Una pastoral sin teología se empobrece y una teología que no tiene en cuenta la vida de la Iglesia se convierte en especulación.

¿Y cuál es el modo más apropiado para anunciar el Evangelio hoy?
Hay que conocer las corrientes de pensamiento que están influyendo en la cultura, que configuran la mentalidad de las personas. Hoy encontramos principios antropológicos muy alejados de la visión cristiana del ser humano. Estamos en una sociedad en la que cualquier deseo subjetivo se convierte en un derecho. La teología tiene que cuestionar ciertos principios que muchas veces aparecen como incuestionables. A veces se reacciona contra el dogmatismo de la teología y socialmente se vive en unos dogmas que nadie puede cuestionar. Por otra parte, la evangelización de la cultura comienza cuando el Evangelio arraiga en el corazón de las personas. Sin fe es difícil entender por qué la Iglesia tiene unos principios culturales distintos a los dominantes.

Bio

Nació el 25 de abril de 1959 en Cuatretonda (Valencia). Es doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En 2004 fue nombrado obispo auxiliar de Valencia y en 2013 obispo de Tortosa. En la Conferencia Episcopal Española es presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe.

Esa cultura tiene su reflejo en proyectos legislativos como la ley trans, la eutanasia, el aborto…
No es solo una cultura de leyes, ha calado en la conciencia de las personas. Muchas personas no cuestionan nada de esto. La Iglesia no puede aceptar que estas leyes sean justas, pues parten de una antropología que no respeta la naturaleza del ser humano. Son proyectos que absolutizan los deseos subjetivos y acaban siendo una fuente de injusticia. La Iglesia tiene que denunciar esa injusticia. Por otra parte, hay un derecho a la libertad religiosa y de conciencia y, aunque se aprueben leyes, a nadie se le puede obligar a actuar contra su conciencia moral. Si un Estado presiona para que actúa de forma contraria a sus principios, un cristiano tiene que actuar en coherencia.

¿Con qué ánimo vuelve a Valencia?
Voy a reencontrarme con mi diócesis de toda la vida, a servir y a cuidar las distintas realidades. Sobre todo, a cuidar a los sacerdotes, potenciar las actividades con jóvenes, adultos y ancianos, y la vida de las parroquias, que son el lugar básico de vivencia de la fe. Hay que ilusionar a los que están trabajando en la Iglesia para que vivan con alegría la fe.

No corren buenos tiempos.
A lo mejor no podemos ser optimistas, pero no podemos perder la esperanza. La esperanza es la actitud del que confía en Dios.

Usted ha sido formador del seminario. ¿Qué le parece la visita de la Santa Sede?
Los seminarios tienen que ser instituciones formativas de verdad. Hay un plan a nivel de la Santa Sede y otro a nivel de la CEE. No puede ser que se elabore un plan y no se aplique. Pienso que esta visita tiene la finalidad de ver cómo se está aplicando. El seminario necesita unos mínimos. Creo que en Cataluña lo tenemos bien resuelto con tres centros que comparten estudios en la Facultad de Teología. En algunos lugares, los candidatos ya van a los seminarios más grandes de las diócesis cercanas. Hay procesos que se están dando de forma natural, pero tal vez este nuevo plan nos obliga a pensar en buscar instituciones que sean realmente formativas para los futuros sacerdotes.