«Encumbrar a un asesino lanza un mensaje aberrante a los jóvenes» - Alfa y Omega

«Encumbrar a un asesino lanza un mensaje aberrante a los jóvenes»

El libro sobre Bretón, que asesinó a sus hijos en 2011, ha reavivado el debate sobre la libertad de expresión. Los expertos son partidarios de una contestación social

José Calderero de Aldecoa
Bretón llega al juzgado en 2014 para ser procesado por maltrato psíquicos a su mujer
Bretón llega al juzgado en 2014 para ser procesado por maltrato psíquicos a su mujer. Foto: EFE / Julián Pérez.

La sobreabundancia contemporánea de series, documentales, películas o libros que narran casos de asesinatos reales podría hacernos creer que el true crime —como se conoce popularmente a este género— se ha puesto de moda. El catedrático de Criminología de la Universidad de Valencia Vicente Garrido señala, sin embargo, que nunca ha dejado de estarlo. «La literatura negra, por ejemplo, lleva 20 años arrasando en las librerías», asegura en entrevista con Alfa y Omega. Lo que ocurre ahora es que se han multiplicado los soportes informativos y, de igual forma, los contenidos de este tipo, explica el experto.

El tema ha vuelto a la palestra con el libro El odio, en el que Luisgé Martín da voz a José Bretón, condenado por asesinar y quemar a sus hijos de 2 y 6 años. Una publicación que «no aportara nada», sostiene Garrido, en contraposición a los argumentos esgrimidos en una carta por el autor, que defendía la obra porque «no da voz» al asesino, sino que «se la quita, niega su explicación, lo enfrenta a sus contradicciones». El catedrático, sin embargo, cree que este trabajo ya lo han realizado «los programas informativos», que en su día cubrieron «de modo exhaustivo hasta el último detalle».

En su defensa, Martín aseguró también que el libro está escrito «con el mayor respeto hacia las víctimas». Del mismo modo, la editorial Anagrama manifestó «el respeto absoluto que Ruth Ortiz merece» y lamentó «el dolor que las informaciones divulgadas sobre la publicación y la distribución del libro hayan podido causarle». Pero lo cierto es que la madre de las víctimas no fue contactada en ningún momento durante el proceso. De hecho, se enteró del contenido del libro por los medios y, cuando lo hizo, solicitó en el juzgado su paralización por intromisión ilegítima del derecho al honor, la intimidad y la propia imagen de los menores fallecidos.

Al final, el juzgado terminó rechazando la paralización de la publicación del libro. Aun así, la editorial decidió echar marcha atrás y suspender «sine die la distribución», anunció. Para el psicólogo Javier Urra, que fue Defensor del Menor y ha trabajado durante años en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia, la suspensión se trata de una «buena noticia» a la altura de «una editorial tan importante» como Anagrama. «Estuvieron a punto de cometer un error grave», asegura, «porque encumbrar a un asesino lanza un mensaje aberrante a los jóvenes» y, además, puede provocar un efecto llamada. «Hay gente que por ser famosa sería capaz de matar», repite Urra dos veces.

Donde el exdefensor se muestra más dubitativo es en la propuesta de actualizar la legislación para ajustarla a la moda del true crime. «A mí me gustaría que sucediera, pero es muy complejo, porque la libertad de expresión es un pilar esencial en el país. ¿Dónde pones el límite?», se pregunta el psicólogo. Él mismo responde: «Desde luego, en el derecho al honor, pero lo más fácil es que sea la propia ciudadanía la que los marque». Para eso, sin embargo, «hay que tener criterio y valentía», como ha ocurrido en el caso del libro sobre Bretón, que «ha encontrado una amplia oposición social».

«No vamos a dar voz al asesino»
Imagen de la campaña de librerías para no vender el libro

Javier López es el gerente de Librería Carmen, la primera que anunció su intención de no vender el libro sobre José Bretón.

¿Por qué decidieron no venderlo?
Fue una decisión unánime de todo el equipo. El principal motivo, y es personal, es que en la librería no vamos a dar voz al asesino. Y estamos de acuerdo en la libertad artística y de expresión, pero pensábamos que hay un pequeño hilo muy fino en el que el libro se saltaba el derecho de protección a las víctimas.

¿Ese hilo muy fino marca los límites de la libertad de expresión?
Efectivamente. Hay que decir que es penoso haber tenido llegar a esto y haber tenido que poner en tela de juicio la libertad de expresión, pero es que no todo vale.

¿Qué importancia tiene el respeto y la empatía con las víctimas frente a una visión más capitalista?
Para nosotros es primordial. Pensamos que hay muchas formas de ganar dinero como para tener que utilizar el dolor de las víctimas. En este caso ha sido el libro sobre José Bretón, pero está proliferando mucho contenido de este tipo —también audiovisual— que va dirigido a saciar el morbo de las personas. La verdad es que nos ha sorprendido la repercusión, porque comunicamos esta decisión más con ánimo de avisar a nuestros clientes que otra cosa, pero luego enseguida se viralizó, se sumaron otras librerías y Ruth, la madre de los niños asesinados, nos terminó dando las gracias públicamente.