En la última década, los matrimonios por la Iglesia caen un 52 % y los civiles un 25 %
Sociólogos y organizaciones lo achacan al miedo al compromiso, a la falta de educación en valores, al poco apoyo del Estado a la familia o a la falta de conciliación entre vida familiar y laboral
El matrimonio ha dejado de formar parte del proyecto de vida de muchos jóvenes. Las cifras hablan por sí solas. Salvo un pequeño repunte en 2014, el número de parejas que han optado por pasar por el Registro Civil en los últimos diez años ha descendido un 25 %. Esta tendencia es aún más acusada entre las bodas eclesiásticas, que han caído en un 52 % entre 2007 y 2013.
El elevado número de rupturas también hace patente la crisis que atraviesa la institución. Cada año, por cada diez matrimonios que se celebran, se producen siete rupturas. La cifra es menos notable en el caso de los procesos de nulidad eclesiástica, probablemente debido a su inaccesibilidad.
Antes de la reforma introducida por el Papa Francisco, una doble sentencia conforme podía tardar como mínimo tres años, además del alto coste del proceso judicial. Al menos, unos 3.000 euros sólo en tasas del tribunal. Por ello no es de extrañar que los expertos en Derecho Canónico estimen que apenas un uno por ciento de los que se divorcian pide la nulidad.
Miedo al compromiso
Esta foto fija del matrimonio es una de las razones que ha movido al Papa Francisco a convocar por segundo año consecutivo el Sínodo de la Familia. Su objetivo es buscar nuevas líneas pastorales que sirvan para acompañar a las familias en sus dificultades. Expertos y asociaciones consultadas por ABC coinciden en que el «nudo gordiano» de esta crisis está en «el miedo al compromiso» y la escasa ayuda que la familia recibe del Estado.
Para el director general de Family Watch, Ignacio Socías, «la pérdida del sentido del compromiso es especialmente grave en el caso del matrimonio porque sin compromiso este pierde sentido». El presidente del Foro Español de la Familia (FEF), Mariano Calabuig, añade que gran parte de ese miedo de los jóvenes procede «de una falta de educación en valores».
El marco legislativo y la falta de políticas de ayuda a las familias han sido el golpe de gracia. El presidente del Instituto de Política Familiar (IPF), Eduardo Hertfelder, considera que leyes como el divorcio exprés han disparado el número de rupturas, ya que mientras en 2004 se producían 40.000 divorcios hoy se registran 100.000.
Mínima ayuda del Estado
España además está a la cola de ayudas públicas. Según un estudio presentado esta semana por el propio IPF, por cada 19 euros que el Estado invierte en gastos sociales, solo uno es para la familia o, lo que es lo mismo, una familia española necesitaría tener diez hijos y ganar menos de 40.000 euros al año para disfrutar de las mismas prestaciones que una pareja de Luxemburgo con dos hijos y sin límite de ingresos.
Herfelder añade al camino de obstáculos en el que se ha convertido el matrimonio, la falta de conciliación laboral y familiar y la introducción de nuevas figuras jurídicas, como las parejas de hecho. «Pese a la conjunción de todas estas causas culturales, sociales, jurídicas, el matrimonio no va a desaparecer», apunta.
Esta visión optimista también es compartida en el Instituto de Estudios de la Familia de la Universidad CEU-San Pablo. Su secretaria académica, Carmen Sánchez Maíllo, explica que pese a que los datos son preocupantes, «en el hombre hay un deseo de querer y querer para siempre». Por eso,«hoy más que nunca es necesario acompañar y atender a los matrimonios».
En profunda transformación
También para los Sociólogos de Familia, el matrimonio es una institución que pervivirá, «no está en peligro de extinción». Si bien algunos como la profesora Clara Cortina, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, aclaran que «no está en crisis, pero sí en una profunda transformación». La unión conyugal, tal y como se la conocía hasta hace pocos años, ya no está ni estará regida por los mismos patrones. Ha sido la «cohabitación» entre personas la que ha modificado el «formato», considera esta profesora del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales. «El modo en que las parejas se forman y dan vida a una relación estable ha variado, se inicia con la convivencia, ya no con el matrimonio sino mucho antes, y muchos acaban decidiéndose a casarse porque sigue siendo una vía de formalizar sus uniones, pero no ya desde el principio. Lo que se está produciendo es que muchas parejas se casan tras tener uno o varios hijos y, por una razón, la «seguridad», agrega. «Hay una corriente de opinión entre los demógrafos y sociólogos que argumenta que esto no es más que una remodernización del matrimonio que garantiza su éxito» de futuro, señala Cortina.
«Lo que está en crisis no es el matrimonio, sino la indisolubilidad del mismo», complementa Javier Escrivá, director del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Navarra. A su juicio, entre nuestros jóvenes «parece existir una falta de confianza en la propia capacidad para establecer relaciones duraderas y el temor a afrontar con éxito las exigencias del día a día».
«La convivencia ha sido siempre compleja -añade Francisca Fariña, catedrática de Psicología, de la Universidad de Santiago de Compostela-, ahora convive y si no funciona se rompe. Las parejas saben que ya no son indisolubles».
E. Montañés y L. Daniele / ABC