En El Sucesor, «el Papa no tiene miedo de que se sepa lo que se ha hecho mal»
El libro-entrevista de Javier Martínez Brocal con Francisco revela cómo Benedicto XVI se negó a bajar «al barro» para discutir con su sucesor aunque recibiera presiones
«Al Papa le gusta ser desafiado y las preguntas difíciles, le da pena cuando le vuelven a preguntar lo mismo de siempre», cuenta a Alfa y Omega Javier Martínez-Brocal mientras una única grabadora registra sus respuestas. Son dos menos de las que utilizó durante sus tres encuentros con Francisco para escribir, Papa Francisco. El Sucesor, un libro entrevista que ha salido a la venta el 3 de abril bajo la Editorial Planeta.
Según el corresponsal de ABC en el Vaticano, tras once años de pontificado «el Papa está conquistando terrenos de libertad». Prueba de ello es su libro, escrito a partir de cuatro horas de conversación espontánea con Francisco, a quien le pareció buena idea la propuesta del periodista de narrar los detalles de su convivencia con Benedicto XVI.
«La gente se cree que el Papa tiene que pedir permiso para dar entrevistas, hablar de temas duros, decidir a dónde viaja o a quién recibe», considera el granadino, quien atestigua que ese no ha sido su caso. «Ha respetado mucho mi trabajo y se fía mucho de las personas». Revela que «cuando le llevé para revisión» los más de 40 folios de su conversación con las partes más sensibles subrayadas, «lo confirmó todo y añadió muchas más cosas».
Martínez-Brocal reconoce que, con su extroversión, el Pontífice «a veces se mete en jardines, pero prefiere una Iglesia herida a una enferma». Es decir, aunque en ocasiones pueda abordar de forma desafortunada una polémica, procura «que la Iglesia responda de verdad las preguntas de la gente de la calle». «Si no, se responde solo a preguntas que no se hace la gente normal».
«La lealtad entre dos papas ha dado frutos»
Preguntado sobre el riesgo de la instrumentalización de su conversación con Francisco, quien aborda muchísimos temas sin tapujos, el corresponsal responde que «el Papa es muy libre y habla a católicos maduros». E insiste en que la entrevista sirve «para explicar qué significa una renuncia papal, la convivencia con el Papa emérito y cómo la lealtad entre dos papas ha dado muy buenos frutos».
En su libro, Javier Martínez-Brocal comienza «hablando de cómo Francisco es el sucesor de Benedicto XVI» y acaba recordando cómo «Francisco el sucesor de Pedro». Para el autor, aunque el argentino continúa el legado de Benedicto XVI, el alemán ya era en sí mismo «un Papa que rompe con toda la tradición anterior con su renuncia». Es un rasgo que ambos tienen en común con Juan Pablo II, pues «los tres rompieron con sus predecesores para hablar con los hombres de su tiempo».
El vaticanista explica que, tras su retiro, Benedicto XVI «no discute con nadie para proteger a Francisco», pero sí «lo arropa en todo». «Es un error considerar que Benedicto XVI es su garante, cuando renunció lo apoyó con la oración y su presencia, pero no entra en ningún tema», aclara. Un gesto que Bergoglio siempre le agradeció, pues «al Papa le impresiona que había presiones para que Benedicto se metiera “en el barro” y él les mandó a freír espárragos, no era su papel discutir sobre el Papa Francisco».
Martínez-Brocal lamenta que «ha habido un sector de la Iglesia que creía que Benedicto de algún modo seguía ejerciendo el papado» e incluso «puso en duda la legitimidad del Papa Francisco». «Haciendo esto no defendían a Benedicto XVI, lo estaban instrumentalizando para proclamar su propio mensaje, visión y programa de gobierno», sentencia.
Sobre Gänswein y Sarah
El Sucesor incluye cuatro párrafos críticos de Francisco sobre la gestión que el arzobispo Georg Gänswein hizo de sus memorias de Benedicto XVI, publicadas en el mismo día del funeral del Pontífice alemán y revelando cartas y conversaciones privadas. Martínez-Brocal explica que Francisco se ve en el deber de «recordar que el secretario se portó mal porque todavía hay muchas personas que identifican a Benedicto XVI con Gänswein y, aunque era un colaborador muy cercano, no era el heredero de Benedicto». Tampoco «el único custodio de su memoria». Muestra de ello es, por ejemplo, que «no era una persona con la que Benedicto consultase su renuncia, se la dio ya hecha».
Pero el periodista explica que «el libro no es una respuesta de Francisco a Gänswein». «La cuestión de la convivencia entre dos papas es mucho más interesante que sus secretarios», opina. Reivindica que «el libro es un mensaje, como un texto del Papa contra la polarización» y que explora en profundidad su relación con Benedicto XVI, a quien Francisco define como «un padre». Pone además de manifiesto que «podemos ser distintos y puede haber visiones y modos de ser diferentes dentro de la Iglesia, pero eso no significa que no podamos colaborar».
Otro de los pasajes del libro que más interés ha suscitado es en el que Francisco considera que quizá se equivocara al nombrar como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe al cardenal Robert Sarah. Según Javier Martínez-Brocal, «le da pena porque había desperdiciado un recurso que era muy bueno» y que acabó siendo utilizado por sectores «separatistas». «Yo creo que el Papa no tiene miedo de que se sepa lo que se ha hecho mal», considera el autor del libro, quien sigue sorprendido por «la contundencia y la serenidad con la que el Papa explica los errores». No para buscar culpables sino «para resolverlos».