«En Edge jugamos, hago amigos y he aprendido a valorar la Misa» - Alfa y Omega

«En Edge jugamos, hago amigos y he aprendido a valorar la Misa»

Pasar un buen rato entre juegos y música y al mismo tiempo aprender sobre Jesús es posible en este nuevo tipo de catequesis, que ya está presente en más de 150 parroquias de España

Redacción
Los chicos de Edge de Arroyomolinos durante la actividad en el campo. Foto: Inmaculada Pasteur.
Periodistas por tres días

Zoe y Camila, las chicas que firman este PequeAlfa tan especial, son alumnas de 4º de la ESO del colegio Fuenllana de Alcorcón (Madrid). Han participado en el programa 4º ESO + Empresa, de la Comunidad de Madrid. Gracias a esta iniciativa, unos 17.000 alumnos de 477 colegios e institutos pasan unos días en una empresa para conocer el trabajo que se hace allí. En la redacción de Alfa y Omega, las chicas aprendieron cómo se preparan las noticias, artículos y reportajes de nuestro semanario y las tareas de cada compañero: hacer entrevistas y producirlas, buscar fotos, diseñar las maquetas y la web. Además, hicieron su primera cobertura periodística yendo a un pase de prensa del documental Libres, que muestra cómo viven los religiosos y religiosas en doce monasterios de toda España. A la vuelta, cada una escribió su propia crítica de cine. La experiencia les encantó, sobre todo a Zoe, que sueña con estudiar Comunicación Audiovisual y dedicarse al mundo del cine, como sus padres.

Francisco, de 12 años, participa desde hace dos en una catequesis peculiar. Se llama Edge. Le gusta «porque es muy divertida: jugamos, cantamos canciones y hago nuevos amigos», cuenta. Así, con pruebas, acertijos y muchas risas, los chicos desde 1º a 3º de la ESO se acercan a Cristo y a la fe. «En Edge he aprendido a estar más atento, a valorar más la Misa, a pasar más tiempo con Jesús y a comportarme mejor», cuenta Francisco.

No solo les gusta a los niños. Muchos padres están encantados con esta iniciativa. «He visto que es un método que se ha sabido adaptar a los intereses de los pequeños. Es una manera entretenida de que mis hijos aprendan sobre su fe en un entorno seguro donde se sienten a gusto», comenta Antonio Rodríguez Carballo. Es el padre de Francisco y catequista de Edge en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, en Arroyomolinos (Madrid). Explica que este proyecto tiene bastante éxito: «Muchos de los más pequeños vienen obligados, pero en cuanto crecen y vuelven un par de veces son ellos los que nunca se lo quieren perder». En cuanto a los mayores, como es los viernes, «la mayoría vienen y luego cenan juntos».

En este proyecto de catequesis no faltan las fiestas en la parroquia. Foto: Inmaculada Pasteur.

Asimismo, los niños tienen muy buena relación con sus catequistas. Incluso una relación de confianza, porque, como dice Francisco, «si tengo algún problema, se lo cuento. Siempre me han ayudado en todo, también a hacer nuevos amigos». Del mismo modo, Antonio explica que él, como catequista, intenta animar a sus niños a ser mejores, no solo en lo religioso, sino también en situaciones cotidianas. Comenta, además, que en Edge hay muchos tipos de niños, con realidades muy diferentes. Por ejemplo, algunos viven la fe en casa, con su familia, y otros no. Pero todos están igualmente dispuestos a aprender. «La sociedad está cada vez más alejada de los valores, pero esta es una forma de inculcar a nuestros hijos los valores cristianos», añade.

Desde su comienzo en 2011, esta iniciativa ha ido creciendo y actualmente tiene presencia en más de 150 parroquias en España. También para los mayores, desde 4º de la ESO a 2º de Bachillerato, existe una iniciativa similar adaptada a su edad, llamada Life Teen. Este camino de catequesis deja huella en todos los jóvenes. Francisco no solo no se avergüenza de ir, sino que invita a sus amigos: «Se lo recomiendo a todos, porque siempre te lo pasas genial».

Zoe Baudet García

Cuando los padres no creen, pero el hijo sí

Normalmente, los niños y jóvenes católicos lo son porque sus padres creen. Pero no siempre es así. Hay casos en los que los padres no son cristianos, pero sus hijos sí quieren serlo. La mayoría de veces ocurre porque «otros niños van a catequesis y les hablan de ello». Algunos dicen directamente a sus padres que «quieren conocer a Jesús», explica Manuel María Bru, delegado de Catequesis de la archidiócesis de Madrid. En otras ocasiones es porque van a colegios religiosos.

Al ser menores de edad, que puedan ir a catequesis depende de que los padres estén a favor, añade Manuel Bru. No pasa nunca, pero «si un niño llegara solo a una parroquia para entrar en un grupo, necesitaría el consentimiento de los padres». En general, no encuentran mucha dificultad. «Los llevan como si fuera una extraescolar, y dicen: “Venimos a que haga la Primera Comunión; no sabemos de dónde lo ha sacado, pero está empeñado”». Como la catequesis no es un curso para recibir la Comunión, «se les explica que es todo un proceso de iniciación cristiana en el que van recibiendo los sacramentos cuando están preparados». Hay casos más extremos: hijos de padres «muy contrarios a la fe», pero que «han tenido una conversión en alguna actividad a la que han sido invitados por otros jóvenes». Si todavía no son mayores de edad, a veces los padres «les impiden» bautizarse.

Camila Verónica La Torre Núñez