Las voces infantiles que viven y suenan en El Escorial - Alfa y Omega

Las voces infantiles que viven y suenan en El Escorial

Conocemos cómo es por dentro la escolanía del monasterio, formada por 41 niños y que el próximo curso va a ofrecer 20 nuevas becas, cinco de ellas para ucranianos

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La Escolanía de El Escorial durante una de sus actuaciones. Foto: Escolanía de El Escorial.

Pablo, Dante, Iker, Otto y Marc no paran de correr por los pasillos, galerías y claustros del monasterio de El Escorial que forman parte de la escolanía que dirigen los agustinos, el lugar donde viven, comen y duermen estos 41 niños y adolescentes que cantan en una de las basílicas más grandes y más majestuosas del mundo, la que mandó construir en el siglo XVI el rey Felipe II. Agradecidos, interrumpen el momento de los deberes para contar cómo a sus 9, 10 u 11 años han acabado formando parte de uno de los coros de niños más prestigiosos del mundo. A algunos de ellos ya les gustaba la música —hay incluso quien tocaba algún instrumento—, pero a otros no. Todos conocieron la vida de la escolanía en un cursillo de varios días, el paso previo al ingreso y que les sirve para conocer cómo es la vida allí y a sus futuros compañeros.

Para formar parte se pide simplemente una buena voz y aptitudes musicales, así como un buen rendimiento académico y sociabilidad para convivir con tantos niños. Una vez superada la prueba, cada escolano recibe una beca de estudios que cubre toda su formación y estancia. Dante reconoce que al principio le costó «estar tanto tiempo separado» de sus padres, aunque los puede ver los fines de semana, después de cantar en la Misa en la basílica. «Yo tenía morriña y los llamaba siempre que podía», añade Otto. «Y yo lloraba la primera semana», afirma Pablo. Hoy están bien adaptados y contentos, haciendo bromas entre ellos continuamente y llamándose alegremente por sus motes.

Siglos de historia

La Escolanía de El Escorial fue fundada en 1974 por los religiosos agustinos del monasterio, recogiendo una tradición ligada a aquellos niños que cantaban ya desde su fundación. En el siglo XIX dejó de existir hasta su refundación hace casi medio siglo y, desde entonces, los niños han hecho sonar su voz en lugares emblemáticos como la capilla Sixtina, la catedral de San Patricio de Nueva York, el Teatro Real o el Auditorio Nacional. Y también han grabado más de 30 discos.

El próximo curso llegarán 20 niños nuevos a los que los agustinos han ofrecido una beca completa, entre ellos cinco niños ucranianos que han tenido que salir de su país a causa de la guerra. «Así los podremos ayudar y convivir con ellos después de haberlo pasado tan mal», dice Marc, antes de recorrer de nuevo las interminables galerías del monasterio para enseñar uno de los lugares favoritos de todos: el minicine.

«Lo que más nos gusta es el fútbol», dicen a la vez, aunque también hacen teatro, tienen un rocódromo en una de las habitaciones y por las noches, antes de dormir, juegan a la monja, una mezcla de escondite y pillapilla que desarrollan en un pasillo amplio que rodea uno de los claustros. «Cuando les cuento las cosas que hacemos aquí a mis amigos de fuera no se lo creen», ríe Pablo.

En la escolanía tienen la ayuda de los niños mayores y también de varios educadores, que los apoyan con los deberes y en las dificultades del día a día. «Si tienes un problema con una división no te dicen la respuesta, pero te ayudan a descifrarla», asegura Marc.

Dante, Pablo, Iker, Marc y Otto en una galería del monasterio. Foto: Juan Luis Vázquez.

Deberes, ensayos y viajes

Los escolanos, tras levantarse y desayunar, van a clase al otro lado del monasterio, donde se encuentra el colegio Alfonso XII, también de los agustinos. Allí comparten clases y juegos con los demás alumnos y alumnas del centro. Para comer vuelven al monasterio y, tras las clases de la tarde, regresan de nuevo para hacer los deberes y recibir su formación musical. Los ensayos se realizan de lunes a jueves de 20:00 a 21:00 horas, después de haber dedicado tiempo al estudio, al solfeo y a la práctica individual de instrumentos, sobre todo el piano, que es el que más gusta a todos. La escolanía participa todos los sábados a las 19:00 horas y los domingos a las 12:00 horas en la Misa en la basílica.

«También viajamos mucho», asegura Dante, que cuenta impactado su último viaje para cantar en Galicia y la gran cantidad de conciertos que hacen por toda la geografía española. La escolanía ha estado en los últimos años en otros países como Hungría, Italia o Alemania y hasta en Estados Unidos y China. En junio se van a Roma, «y quizá podamos cantar delante del Papa», concluye Iker con ilusión.