Una de las entidades caritativas de la Iglesia en Myanmar es la Sociedad de San Vicente de Paúl. Ayuda a los pobres, a los necesitados y a los parados. En medio de la crisis política del país, intenta buscar formas para asistir a las viudas y apoyar la educación de los niños pobres en las diferentes diócesis. Durante la pandemia, también participó atendiendo de forma gratuita a pacientes de COVID-19.
El padre John Soe Tint, consiliario del consejo nacional de la sociedad, dijo durante su asamblea anual que «no somos simplemente un grupo caritativo, sino una asociación que embellece el mundo. Intentamos reparar el daño causado por nuestras culpas, nuestro odio y nuestro ego dando de comer al necesitado, vistiendo al pobre y ayudando a los enfermos y a quienes no se pueden permitir una educación adecuada».
El encuentro se celebró en la parroquia de Leik Tho, en la diócesis de Taungngu, el 8 de mayo. Fue la primera cita en persona desde el inicio de la pandemia, por lo que todos estaban muy contentos de poder ver a los demás. El padre Ubaldo Saw Ah Tit, consiliario diocesano, subrayó que «lo más elegante entre las aves es ser un fénix; entre los animales terrestres, un león. Y como ser humano, un miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl, para poder participar en obras de caridad. Quienes no saben qué hacer de bueno en la vida, no pueden encontrar la felicidad. Cuando los sueños se acaban, la vida es como un pájaro con las alas rotas».
Establecida por primera vez en Myanmar el 9 de octubre de 1983 en la catedral de Santa María en Rangún, en la actualidad la sociedad cuenta en nuestro país con once consejos parroquiales, 229 conferencias y 13 conferencias juveniles en 16 diócesis. Al encuentro del pasado mayo acudieron los representantes de Rangún y Mandalay, Lashio, Bamaw, Pyay, Mawlamying, Pha An, Tangngu y Myitkyina. Cada uno compartió lo que se había hecho en el año en su lugar de origen.