El Vaticano exhorta a los obispos a promover el ecumenismo - Alfa y Omega

El Vaticano exhorta a los obispos a promover el ecumenismo

El Vademécum ecuménico presentado este viernes en el Vaticano incluye diez recomendaciones para que los obispos cumplan este «deber»

María Martínez López
Foto: Archimadrid

El compromiso ecuménico «no es una dimensión opcional» del ministerio de los obispos, sino «un deber y una obligación». Para ayudar a los pastores a promover, dentro de sus iglesias particulares, el trabajo por la unidad con otras confesiones cristianas, el Vaticano ha presentado este viernes el documento El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico, elaborado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Es «responsabilidad» de los pastores, «tanto a nivel individual como reunidos» en órganos como las conferencias episcopales, establecer normas que tiendan a este fin, buscando siempre «evitar cualquier tipo de confusión o malentendidos». La organización de la labor ecuménica a nivel diocesano debe partir, además, de la base de que «antes de comenzar por las relaciones con los otros cristianos», hay que examinar «lo que hay que renovar y corregir en la misma familia católica».

No se puede «desesperar»

Esta necesidad determina la estructura del nuevo documento, que se divide en dos partes: una primera sobre «la renovación de la Iglesia en su propia vida y estructuras»; y otra sobre cómo abordar la relación con las otras comunidades cristianas mediante el diálogo espiritual, el de la caridad, el de la verdad, y el de la vida. Todas ellas se basan en el Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, de 1993, en el que se invita a profundizar.

La publicación del Vademécum se anunció el 25 de mayo, en la carta que el Papa Francisco envió al presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kurt Koch con motivo del 25º aniversario de la encíclica Ut unum sint, de san Juan Pablo II.

En la conclusión del Vademécum se recuerda además que «los obstáculos a la unidad sobrepasan el poder humano y no pueden superarlos nuestros solos esfuerzos». Pero invita asimismo a no perder de vista que «la muerte y resurrección de Cristo marcan la victoria definitiva de Dios sobre el pecado y la división», por lo que «los cristianos no pueden desesperar».

1.- Estructuras ecuménicas

Se recomienda que en cada diócesis haya un delegado para el ecumenismo, preferiblemente distinto del de diálogo interreligioso, que trabaje en «estrecha colaboración» con el obispo. Es bueno que en su labor le acompañe una comisión ecuménica diocesana para «fomentar una dimensión ecuménica en todos los aspectos de la vida» eclesial. También en las conferencias episcopales debería haber un órgano de este tipo. Puede haber incluso encargados ecuménicos a nivel parroquial, donde se considere adecuado.

2.- Formación

En la formación de todos los fieles católicos y en la presencia mediática de la diócesis debería estar presente la dimensión ecuménica. Esta ha de incluir la noción de que «el ecumenismo no consiste en una solución de compromiso» que se logra «a expensas de la verdad», así como la jerarquía entre las distintas verdades de la doctrina, de forma que se entienda mejor el grado de unidad que existe entre cristianos. Por otro lado, se debe evitar «tergiversar» sus posiciones o presentar de forma polémica la historia cristiana.

El ecumenismo deberá estar especialmente presente en la preparación de quienes serán responsables de la pastoral, y en particular de los seminaristas, tanto mediante una dimensión ecuménica transversal como con «un curso obligatorio de ecumenismo en todos los seminarios y facultades católicas de Teología».

3.- Oración

La unidad de los cristianos debe ser una intención que se incluya «regularmente» en las oraciones y encuentros diocesanos. Se invita en particular a conmemorar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos con una celebración ecuménica, «y animar a las parroquias a hacer lo mismo» y a orar en otros momentos «con otros ministros y responsables cristianos en sus barrios».

4.- Diálogo espiritual

Un segundo paso del ecumenismo espiritual incluye promover iniciativas que permitan profundizar desde esta dimensión en los aspectos compartidos de la fe. Así, se pueden «organizar conjuntamente jornadas de estudio sobre las Escrituras, peregrinaciones o procesiones ecuménicas o el intercambio de reliquias e imágenes sagradas». En Navidad o Pascua, es posible publicar un mensaje conjunto. Otras recomendaciones incluyen promover celebraciones sobre temas de interés común y discernir si en algún aspecto puede ser «necesaria una purificación de la memoria» y dar pasos hacia ella.

5.- Diálogo de la caridad: conocerse y apoyarse

El obispo y aquellos con quienes comparta su preocupación por el ecumenismo deben conocer a los representantes en la diócesis de otras iglesias, además de a los organismos ecuménicos presentes en el territorio, en cuyas actividades deben implicarse. Se les pide además «asistir, si es posible y oportuno» a las liturgias de ordenación, toma de posesión y similares de otros líderes cristianos, así como a invitarlos a las propias y a otros acontecimientos o eventos significativos de la diócesis.

6.- Diálogo de la verdad

La Iglesia católica mantiene a nivel internacional procesos de diálogo bilateral con las distintas comunidades cristianas. De ellos han emanado documentos que profundizan en los elementos compartidos e intentan avanzar en las cuestiones que las dividen. Han de conocerse los documentos relevantes que afecten a las principales confesiones presentes en la diócesis. Sería positivo, además, establecer grupos de trabajo o comisiones locales o regionales de diálogo en las que se profundice sobre ellos, o sobre cuestiones de interés locales. Conociendo los acuerdos ecuménicos que se han ido alcanzando, se puede proponer «alguna acción concreta» en relación con su contenido.

7.- Diálogo de la vida: ecumenismo pastoral

«Frecuentemente las comunidades cristianas» de un mismo lugar «se enfrentan a los mismos desafíos pastorales y misioneros», que mal abordados pueden generar tensiones o un sentimiento de competición. Estas necesidades se deben identificar, para plantear formas de colaboración desde la generosidad. Es positivo «aprender de las iniciativas pastorales» de los otros. También se pueden compartir ministerios y recursos, por ejemplo en hospitales, cárceles, fuerzas armadas o universidades.

8.- Sacramentos

Desde la diócesis se deben presentar a los sacerdotes las directrices dadas por la Iglesia sobre el acceso a los sacramentos de los fieles de otras realidades cristianas. Este acceso, especialmente a los sacramentos de la Eucaristía, la Reconciliación y la Unción de enfermos, «generalmente se limita a quienes están en plena comunión» con la Iglesia católica. Sin embargo, «de modo excepcional y con ciertas condiciones puede autorizarse e incluso recomendarse» la admisión, sobre todo en situaciones de «grave necesidad». Se debe «ayudar al clero a discernir» cuándo se puede aplicar esta disposición, y promover la elaboración de directrices diocesanas o en la conferencia episcopal. La cuestión del acceso a los sacramentos afecta particularmente, en algunos ámbitos geográficos, a las familias con miembros de distintas confesiones. Si ese es el caso, el obispo y sus colaboradores deben buscar encontrarse con estas familias y escuchar sus experiencias.

9.- Servicio

En el diálogo con otras confesiones cristianas es recomendable «identificar las áreas donde se requiere el servicio cristiano común» y aquellas que se «podrían hacer juntas y se siguen haciendo de forma separada», para animar a los sacerdotes y a las agencias diocesanas comprometidas en la pastoral social a cooperar más.

10.- Cultura

«En el distanciamiento de las comunidades cristianas», tanto antes como después de la ruptura de la comunión, jugaron con frecuencia «un papel importante» diversos factores culturales que llevaron a la incomprensión y «acentuaron y agravaron los desacuerdos teológicos». Conscientes de ello, los cristianos deben esforzarse en «comprender mejor sus respectivas culturas», a la vez que se toma conciencia de cómo más allá de esta diversidad «comparten en diversos grados una misma fe expresada de diferentes maneras».