El último día de la vida de Juan Pablo I - Alfa y Omega

El último día de la vida de Juan Pablo I

El Papa Luciani, cuyo pontificado duró 33 días, será beatificado este domingo en la plaza de San Pedro. Una de las religiosas que lo atendía relata los últimos momentos

Fran Otero
Juan Pablo I será beato este domingo. Foto: CNS.

«El último día fue como los demás», confiesa sor Margherita Marin, una de la religiosas de la Virgen Niña que asistía a Juan Pablo I en el Vaticano. Ella fue quien encontró el cuerpo sin vida de un Papa que solo llevaba 33 días de ministerio y que será beatificado este domingo en la plaza de San Pedro.

«Por la mañana entró en la capilla para rezar a la hora habitual y celebró con nosotros la Eucaristía a las 07:00 horas. Desayunó, se encerró a leer los periódicos y se dirigió a las audiencias de la mañana. Volvió a las 11:30 horas al apartamento y se acercó a la cocina para pedirme si le podía preparar un café. Se lo tomó y se fue al estudio. Luego comió», ha explicado la religiosa en una rueda de prensa este viernes en el Vaticano.

Sor Margherita Marin ha recordado en su relato que aquella tarde el Pontífice no tenía ninguna reunión programada, pues estaba preparando un documento para algunos obispos, aunque ella no sabía para quiénes exactamente. «Lo recuerdo bien porque aquella tarde estaba planchando y lo veía caminar hacia adelante y hacia atrás. Andaba por el apartamento con los papeles en la mano leyendo y, caminando, pasaba por donde yo me encontraba. Viéndome me dijo: “Hermana, la hago trabajar tanto. No planche muy bien la camisa porque hace calor, sudo y necesito cambiarla a menudo. Planche solo el cuello. El resto no se ve mucho”», ha continuado.

Aquella tarde, tras la cena, Juan Pablo I recibió la llamada del arzobispo de Milán, cardenal Giovanni Colombo, que atendió durante unos 30 minutos. Ya había hablado con él por la mañana. Tras colgar se acerco para despedirse hasta el día siguiente. Les deseó buenas noches con las palabras que siempre repetía: «Hasta mañana, hermanas, si el Señor quiere, celebraremos la Misa juntos».

«Todavía guardo en la memoria un detalle de aquel momento. Estábamos todas en la pequeña sala de estar con la puerta abierta. Estábamos justo al lado de la puerta del estudio privado del Papa. Después de habernos saludado, ya en su estudio, se volvió y nos saludó de nuevo, levantando la mano y sonriendo. Es como si lo estuviese viendo allí. Sereno como siempre», ha confesado. A primera hora del día siguiente, un 28 de septiembre, Juan Pablo I yacía en su cama sin vida.

La curación del Candela

Junto a la religiosa, en la Sala de Prensa del Vaticano también se ha escuchado el testimonio del sacerdote Juan José Dabusti, quien invocó al Papa italiano para que intercediera por Candela, una niña de 11 años que sufría una enfermedad grave y que llegó ha estar al borde de la muerte. No tiene más motivo que el Espíritu Santo para explicar por qué se dirigió a Luciani en aquel momento. Es cierto, ha reconocido, que su vida y su corto pontificado le marcó mucho cuando era niño e incluso tuvo influencia en su vocación.

«¿Por qué propuse a Roxana [la madre] rezar a Juan Pablo I para que intercediese por la vida de Candela? No lo sé. Fue el Espíritu Santo. Para los sacerdotes es frecuente estar en situaciones terminales de la vida de las personas. Cuando visitamos hospitales estamos continuamente frente a la muerte. Por esto afirmo que fue una moción del Espíritu», ha señalado Dabusti.