Como en la primera estrofa del Infierno de Dante (A mitad del camino de la vida / yo me encontraba en una selva oscura / con la senda derecha ya perdida) los personajes de El segundo Infierno arrastran sus vidas a la deriva, vacíos, en crisis, con un soterrado anhelo de cariño y de sentido. Este sugerente texto de Alberto de Casso Basterrechea llega de la mano de Andrea de Gregorio al teatro Lagrada.
Irene (Ruth Salas) y Manuel (Alejandro Navamuel) son compañeros de trabajo en una editorial de poesía y teatro. Rutinarias vidas en crisis en una editorial en crisis, porque ¿a quién le interesa la poesía y el teatro? Detrás de cada gesto cotidiano en el trabajo se esconde un derrumbamiento personal, una sensación insoportable de soledad y hastío, una acuciante necesidad de amar y ser amado. Sin estridencias, con una implacable cotidianeidad, Irene y Manuel van dejando traslucir sus amarguras, sus frustraciones en una relación que poco a poco se va mostrando más compleja a ojos del espectador.
Este sencillo esquema argumental nos va envolviendo hasta llegarnos adentro: también nosotros vivimos en una sociedad superficial, en la que los valores se han sustituido por los intereses. También nosotros nos hemos de preguntar por el sentido de nuestros gestos cotidianos, por nuestras necesidades afectivas, por la manera en la que afrontamos nuestras pequeñas y grandes crisis.
Con una sobria puesta en escena, una buena interpretación, un piano que acompaña en directo y con la cómplice cercanía del público, esta obra termina por hacerse cercana, honda, emocionante por momentos. Y todos nos podemos llegar a sentir reflejados de alguna u otra forma en los personajes, pues todos hemos pensado alguna vez, como Pablo Neruda, aquello de «sucede que me canso de ser hombre».
★★★☆☆
Teatro Lagrada
Calle Ercilla, 20
Embajadores, Acacias
Hasta el 5 de noviembre