El sacerdote José Robles da nombre a una calle de Sevilla - Alfa y Omega

El sacerdote José Robles da nombre a una calle de Sevilla

«Su vida es un compromiso con los que más lo necesitan», dijo el alcalde sobre el que fue durante años delegado de Pastoral Social

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
José Robles recibe la felicitación del alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz. Foto: Arzobispado de Sevilla / Pablo Enríquez.

En los últimos números de la calle Imperial, en un callejón sin salida detrás de la iglesia de San Esteban, en Sevilla, sobresale en la pared una placa de cerámica como memoria de quien, durante más de 50 años, ha ofrecido a los sevillanos «ayuda material y refugio espiritual»: el sacerdote José Robles, quien a partir de ahora dará también nombre a la calle.

«Su vida es un compromiso con quienes más lo necesitan, de ahí el cariño y el respeto demostrados por todas las personas y entidades religiosas y sociales que están detrás de que su nombre figure a perpetuidad en el callejero de nuestra ciudad», dijo tras descubrir la placa el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz.

De este modo, la ciudad hispalense rinde homenaje a un cura de 88 años curtido en una generación de sacerdotes muy marcada por la cuestión social. «Yo siempre he tenido esta preocupación. De joven, casi la mitad de los 200 seminaristas que éramos pertenecíamos a uno de los grupos de pastoral social que se habían implantado en los seminarios de toda España. Asistíamos a reuniones de obreros, y disfrutábamos de una amistad muy bonita con todos ellos. Nosotros nos dedicábamos a darles formación, a ellos y a todo el que se ponía por delante», ríe José Robles.

Después de ordenarse sacerdote fue destinado al barrio de La Pañoleta, en la localidad de Camas, al otro lado del Guadalquivir, y después marchó al Cerro del Águila y a la parroquia del Sagrario, pegada a la catedral, para acabar como en la iglesia de San Esteban, de la que ha sido rector durante los últimos 52 años.

Placa en homenaje al sacerdote andaluz. Foto: Arzobispado de Sevilla / Pablo Enríquez.

Pasando el testigo

Robles dirigió también el Secretariado Diocesano de Justicia y Paz y la Delegación de Pastoral Social de Sevilla. En este tiempo trabajó activamente en la campaña a favor de destinar el 0,7 % del PIB a los países en vías de desarrollo. Junto a ello, creó la Fundación Cardenal Spínola para luchar contra el paro. «Fue en el año 2008, en medio de una crisis enorme», afirma. «La fundamos para ayudar a la gente a crear su propio empleo. Fue una apuesta del Arzobispado en la que nos unimos sacerdotes y laicos para buscar trabajo a muchos».

«Siempre he tenido el objetivo de sensibilizar a los fieles para que conozcan la doctrina social de la Iglesia, porque tengo la sensación de que la pastoral obrera no se tiene muy en cuenta en nuestras parroquias», señala. Para Robles, se trata de una actividad «muy de minorías», que depende «de si hay un sacerdote implicado o no, y eso resta mucha continuidad».

Por este motivo, ve con ilusión cómo las hermandades y cofradías han dado un paso adelante en este campo: «Rara es hoy la hermandad que no tiene un vocal de pastoral social. Se han volcado completamente en la pandemia, aunque su labor ya venía de antes».

El sacerdote sevillano sabe bien lo necesario que es que haya gente en la Iglesia que recoja el testigo que deja, porque «la pastoral social es algo casi biológico: personas que se levantan por la mañana y no saben si van a comer ese día. Conozco una señora que no levantaba a sus hijos de la cama hasta que no podía volver a casa con algo de comida. Son situaciones límite, pero cada día me encuentro a alguien que viene a mediodía y me dice: “Hoy no he comido nada, padre”. Por eso, en la Iglesia siempre tiene que haber gente disponible para ellos».